La Consejería de Transición Ecológica, Lucha contra el Cambio Climático y Planificación Territorial del Gobierno de Canarias y el Cabildo de El Hierro han implantado en la isla el Proyecto ojeadores, un protocolo experimental de monitoreo de los hábitats de interés y registro de información relativa a su estado de conservación y a las especies, con especial atención a la red Natura 2000, que cumple veinte años en Canarias.

El consejero regional del área, José Antonio Valbuena, explicó que este proyecto servirá para obtener información básica del estado actual de estos espacios naturales y crear un protocolo de toma de datos que ayude a detectar posibles modificaciones asociadas al cambio climático. “Es necesario realizar prospecciones de campo en las que podamos conocer la evolución del medio natural asociada al cambio climático, así como las posibles afecciones derivadas de las actividades humanas, y valorar la necesidad de promover iniciativas que mitiguen o minimicen estos impactos”, señaló.

Por su parte, la consejera insular de Medio Ambiente, Montserrat Gutiérrez pone en valor el proyecto y la necesaria “relación y apoyo interadministrativo para afrontar los retos del cambio climático y sus consecuencias sobre nuestro patrimonio ambiental”, declara, al tiempo que anuncia que el Cabildo herreño trabaja ya en la redacción de los nuevos planes de recuperación de especies endémicas, “en lo que se deberá abordar este estado de conservación y los efectos de las modificaciones de clima o sobre el territorio que les pueda estar afectando”.

En las últimas décadas, Canarias ha registrado cada vez con más frecuencia eventos climáticos anómalos, como es el caso de cambios en la frecuencia de nubes, aumento de las invasiones de aire sahariano, disminución de lluvias otoñales o incremento de la temperatura del mar, que, según los registros climáticos disponibles, reflejan un aumento de la temperatura de forma similar a la que se está registrando de forma global en el planeta. Este calentamiento puede provocar cambios en la distribución de muchas especies silvestres, variaciones en los ciclos hidrológicos o la expansión de especies exóticas, entre otros efectos, lo que sumado a las repercusiones de las actividades humanas en el medio natural puede llegar a comprometer el estado de conservación de los hábitats y especies de interés comunitario, así como la integridad de la red Natura 2000.

Como medida de control, el Ejecutivo regional ha puesto en marcha este proyecto de monitorización, que se comenzó a desarrollar en las islas no capitalinas en el primer trimestre de este año.