(NEG)OCIO

El cambio climático ahoga a la agricultura protegida

La sequía, las altas temperaturas y los recortes hídricos ponen en peligro la continuidad de los cultivos como el níspero, la alcachofa, la cereza, la uva embolsada y la granada mollar en un territorio, como es la provincia de Alicante, que ya sufre los efectos del calentamiento global

La sequía provoca un millón de kilos menos en la campaña del níspero de Callosa d'en Sarrià.

La sequía provoca un millón de kilos menos en la campaña del níspero de Callosa d'en Sarrià. / DAVID REVENGA

M. Vilaplana

Hace ya muchos años que los expertos lo vienen advirtiendo, pero las consecuencias del cambio climático empiezan a hacerse plenamente evidentes y a tener también repercusiones en el ámbito económico. Una muestra de ello es lo que está sucediendo en la agricultura, un sector especialmente sensible a los efectos del calentamiento global, como lo demuestran las mermas que se están produciendo en determinadas cosechas. Y el paradigma lo representa la provincia de Alicante, un territorio en el que la sequía, las elevadas temperaturas y los recortes en los recursos hídricos están poniendo contra las cuerdas a cultivos emblemáticos y protegidos como el níspero, la alcachofa, la cereza, la uva embolsada y la granada mollar. Una pérdida patrimonial que incluso va mucho más allá, toda vez que lo que está en juego es nada menos que la soberanía agroalimentaria.

No cae prácticamente ni una gota desde principios de año y las temperaturas están muy por encima de lo habitual, en ocasiones alcanzando niveles asfixiantes, para unos cultivos acostumbrados a un clima más templado. Por si esto fuera poco, el azote de la crisis climática ha propiciado que el Gobierno haya decidido recortar el trasvase Tajo-Segura, que suministra agua a la que está considerada la huerta de Europa, entre Andalucía, Murcia y Alicante. Hasta 2027, la previsión es reducir los recursos hídricos a la mitad, lo que supone hasta 100 hectómetros cúbicos menos, 30 en el caso de la provincia alicantina. Las consecuencias de este tijeretazo, alertan los sectores afectados, pueden ser devastadoras, con la pérdida en este último territorio de 27.000 hectáreas de riego y cerca de 6.000 puestos de trabajo, y una reducción estimada de la exportación agroalimentaria del 40%.

Pero, más allá de las cifras, los damnificados tienen cara y ojos. Alicante es una provincia especialmente rica en la producción de frutas y verduras de gran calidad, como lo demuestra el hecho de que cuentan con diferentes figuras de protección. Y todas ellas están sufriendo ya los efectos terribles de esta suma de factores adversos. Empezando por los nísperos de Callosa d’en Sarrià, amparados por una denominación de origen protegida y de reconocido prestigio en el conjunto de Europa. Según explica el presidente del consejo regulador, Juan Vicente Espasa, el calor ha propiciado que la campaña se haya adelantado prácticamente un mes y que el calibre esté siendo menor de lo acostumbrado, también por culpa de la sequía. El resultado ha sido un descenso de la producción del 20%, lo que la ha dejado en unos ocho millones de kilos.

El agua de lluvia, la mejor

«No hemos tenido problemas con el riego para los que tienen concesiones, dado que nos suministramos del río Algar y todavía quedaban reservas. El inconveniente es que como el agua de lluvia no hay nada, porque es la que mejor asimilan los árboles», enfatiza. El punto de mira, ahora, está depositado en lo que puede suceder el próximo año, dado que, advierte Espasa, «si la cosa continúa igual en materia de precipitaciones, sí que nos podemos llegar a encontrar con restricciones».

También lo empiezan a pasar mal los agricultores amparados por otra denominación de origen, la de la uva embolsada del Vinalopó, un producto que se puede encontrar en todas las mesas del país coincidiendo con las campanadas del Año Nuevo. El presidente del consejo, José Bernabeu, destaca que los productores están con el alma en vilo, toda vez que la cosecha, que suele rondar las 40.000 toneladas, depende de si llueve o no en las próximas semanas. De entrada, lo que se está produciendo es un descenso todavía más acusado en las reservas de los acuíferos que se utilizan para el riego, lo que está trayendo como consecuencia una salinización de las tierras, que repercute de manera negativa en las vides. «Esto solo se soluciona con agua de lluvia abundante y, de momento, no la vemos por ningún lado», lamenta. Al igual que en el caso del níspero, también hay preocupación a medio plazo, porque, añade, «la sobreexplotación está llevando a recurrir a agua trasvasada, que va a llegar cada vez en menor cantidad».

Por su parte, la granada mollar de Elche, también protegida por una denominación de origen, ya registró un descenso de la producción del 30% el año pasado, que la dejó en apenas 30.000 kilos, en una situación que tiene toda la pinta de que se va volver a producir en la actual campaña. La directora de calidad, Sylvia Queijas, señala que, de momento, la floración se ha adelantado dos meses como consecuencia del calor, un fenómeno que propicia que el nivel de cuajado sea una incógnita. Todo va a depender de si hay suficiente agua para regar cuando se registren temperaturas más elevadas incluso que las actuales, en pleno verano, dado que, en caso contrario, «los árboles pueden entrar en una parada vegetativa, desprendiéndose tanto de la fruta como de las hojas», resalta Queijas. Y ahí pesan como una losa los anuncios de recortes en el trasvase, «porque no se sabe si se podrá disponer de recursos».

Cinco años desastrosos

Otro sector que lo está pasando mal es el de las cerezas de la Montaña de Alicante, amparadas por una indicación geográfica protegida y muy apreciadas en los mercados comunitarios, que encadena cinco años de cosechas desastrosas. Hilario Calabuig, presidente del consejo regulador, señala que el fuerte calor y la sequía van a traer como consecuencia la pérdida del 90% de la producción en las zonas de secano, situadas principalmente en las comarcas de la Marina Alta y El Comtat, lo que dejará la cosecha total en unos tres millones de kilos.

En la actualidad se encuentra en estudio un proyecto para reutilizar para el riego las aguas de una depuradora cercana, la situada en el municipio de Muro, una solución que resultaría muy adecuada para aliviar la situación de los árboles en momentos de sequía como el actual. «El inconveniente –apunta Calabuig– es que se trata de una iniciativa que se encuentra aún en su fase inicial y no sabemos cuándo podremos disponer de ella».

El panorama para la alcachofa de la Vega Baja, que cuenta con una marca de calidad, tampoco es nada halagüeño, dado que se trata de un cultivo directamente afectado por los recortes en el trasvase Tajo-Segura. El presidente de la asociación que aglutina a los agricultores, Antonio Ángel Hurtado, señala que, pese a que los precios han sido buenos este año, se ha registrado una merma en la producción de alrededor del 30%, con lo que no se han podido superar los 38 millones de kilos. «Las temperaturas han cocido las plantas», subraya, y coincide con los responsables de los otros cultivos en que «el agua de lluvia no se puede sustituir por el riego, no tiene los mismos efectos positivos».

El problema, en cualquier caso, es que si finalmente prosperan los planes del Gobierno central con el trasvase, ni siquiera los recursos hídricos para regar estarán garantizados. Según Hurtado, «cabría la posibilidad de habilitar los pozos de sequía, pero tienen una elevada salinidad». Por otro lado, algunas de las alternativas planteadas, como la desalación del agua del mar, no convencen a los agricultores, sobre la base de que «sale muy caro y sería necesario una mezcla con aguas depuradas».

Con todo, estos productos son solo la punta del iceberg de una situación que está afectando a la práctica totalidad de los cultivos de la provincia, en un contexto, además, en el que los agricultores están teniendo que hacer frente al incremento de los costes de producción por el encarecimiento de los fertilizantes y fitosanitarios. El presidente de la Asociación Jóvenes Agricultores (Asaja) de Alicante, José Vicente Andreu, no esconde su preocupación por lo que está sucediendo. Según sus palabras, «los cultivos de secano están teniendo cosechas raquíticas». «Nos encontramos con que naranjos y limoneros pueden acabar muriendo si con la llegada del verano no hay suficiente agua para regar. Tampoco, llegado el caso, se podrán plantar las hortalizas, por lo que el panorama es cualquier cosa menos alentador», añade. Y todo ello, prosigue, puede traer como resultado una pérdida de la soberanía agroalimentaria que obligue a importar productos de otros lugares, presumiblemente de peor calidad y más caros. Así, resalta la necesidad del «mantenimiento del trasvase, porque lo contrario sería un durísimo golpe para la agricultura».

Más investigación

En parecidos términos se expresa el secretario general de La Unió, Carles Peris, quien no duda a la hora de señalar que «el aumento de las temperaturas y la falta de lluvias está propiciando que cada vez resulte más complicado producir, porque los cultivos no están preparados para este ambiente tan cálido». Y la solución, teniendo en cuenta que este tipo de episodios se van a repetir de forma paulatina con mayor frecuencia, no es nada sencilla. «La salida –indica– solo nos puede venir de la mano de la investigación, con el desarrollo de variedades más resistentes. Lo que pasa es que eso no se consigue de hoy para mañana, por lo que existe una enorme preocupación».

Con respecto a la falta de recursos hídricos y al anunciado recorte del trasvase, Peris aboga por mantener los caudales actuales, «para conservar las plantaciones existentes», y apostar también por la reutilización y la depuración, «siempre que los precios sean asequibles para los agricultores», apostilla.

Existen varios regímenes para certificar la calidad de los productos agrícolas. Las diferencias entre una denominación de origen protegida y una indicación geográfica protegida es que, en el primer caso, todas las fases de producción, transformación y elaboración se realizan en la zona geográfica definida, mientras que en el segundo solo es necesario que uno de dichos procesos se lleve a cabo en ese territorio. En lo que respecta a las marcas de calidad, son sellos cuya finalidad es ofrecer a los productores, elaboradores y transformadores la posibilidad de diferenciar su oferta comercial, ofreciendo al consumidor productos con una especial identificación cualitativa garantizada.

El cambio climático no se está cebando solo con la agricultura, sino que también está generando graves problemas en la ganadería. Desde Asaja advierten de que la sequía y las elevadas temperaturas están dejando sin pastos a los animales, lo que está obligando a los ganaderos a comprar forrajes, con el consiguiente incremento de costes en un escenario inflacionista que les está dejando sin márgenes de beneficios. También los apicultores están teniendo serios problemas, debido a que la floración ha disminuido de forma significativa en la época primaveral, reduciendo la población de abejas y, consecuentemente, la producción de miel.