El presidente de Naviera Armas Trasmediterránea, Antonio Armas Fernández, ha fallecido este martes, según han confirmado la compañía a través de un comunicado. Hijo del fundador de la compañía, Antonio Armas Curbelo, asumió el relevo generacional de su padre en 1968 y fue pionero en 1973 en la introducción de los buques tipo roll-on en el tráfico interinsular canario. Asimismo, durante 50 años fue el responsable del crecimiento de la compañía, alcanzando diferentes hitos como el inicio del tráfico mixto de pasajeros o la adquisición de Trasmediterránea. Además, el presidente del grupo naviero recibió el año pasado la Medalla de Oro de Canarias 2021 como reconocimiento a los 80 años de existencia de la empresa.

Vinculado a la actividad marítima desde que se incorporó a la empresa familiar con 22 años, su impulso llevó a la compañía a establecerse como referencia del transporte interinsular, primero de mercancías y después de pasajeros. Por aquel entonces la compañía se había ganado un nombre en las comunicaciones interinsulares gracias a motoveleros como el Astelena, un buque cuyo nombre es una auténtica leyenda entre las gentes de mar del Archipiélago, aunque el joven empresario sabía que el futuro del transporte marítimo había que buscarlo en otro tipo de naves que mejoraran las prestaciones y capacidades y dejaran atrás los pequeños barcos de cabotaje.

Cuentan quienes vivieron aquellos tiempos que su padre, Antonio Armas Curbelo, no las tenía todas consigo sobre la viabilidad de aquellos buques tan grandes, pero al poco tiempo la carga no cabía en sus bodegas. Aplicando las reglas más básicas de la oferta y la demanda, Armas Fernández puso a disposición de las empresas del Archipiélago un servicio de transporte marítimo fiable y regular, lo que impulsó el intercambio de mercancías en el Archipiélago y por tanto el desarrollo de las islas no capitalinas.

El Volcán de Yaiza y el Volcán de Tahíche -con estos nombres, los Armas homenajeaban al Lanzarote que había visto nacer al patriarca- fueron los primeros rolones -término con el que se conoce a los barcos de carga rodada- que navegaron por el Archipiélago, pero no los únicos. Durante dos décadas, la empresa logró consolidarse en este sector, aunque a mediados de la década de 1990, Armas Fernández volvió a detectar otra tendencia que estaba a punto de cambiar el mercado y se lanzó a la incorporación de buques que combinaban mercancía con pasajeros.

Fue así como la compañía, que en esa época también asentó su denominación como Naviera Armas, incorporó los primeros ferris de su flota construidos en Vigo, el Volcán de Tauce y el Volcán de Tejeda. Fueron las primeras embarcaciones de un modelo que se repetiría con la incorporación de nuevas unidades que confirmaron la apuesta por el transporte interinsular.

Durante los siguientes años, la compañía renovó su flota incorporando buques de mayor eslora y capacidad. Con el tiempo llegarían el Volcán de Tindaya, el Volcán de Tamasite, el Volcán de Timanfaya o el Volcán de Taburiente, pero no fueron las únicas novedades que Armas Fernández puso en marcha en aquel tiempo, ya que en el año 2002 pasó a formar parte del grupo de empresarios que se hizo con Trasmediterránea tras su privatización. En aquel momento tenía solo un 8%, aunque una década y media más tarde todo eso cambiaría.

Naviera Armas también amplió sus rutas durante aquel tiempo y comenzó a operar en zonas marítimas en las que ninguna naviera de pasajeros y mercancías procedente de las Islas se había aventurado. Comenzó a llevar sus buques a las líneas que conectan el sur de la Península con las ciudades autónomas del norte de África y Marruecos, aunque también se lanzó a otras aventuras, como un ferri entre Madeira y el territorio continental portugués que acabó dejando un sabor amargo en la empresa por la actitud del gobierno de aquel archipiélago.

Naviera Armas consolidaba poco a poco su papel en el Archipiélago y fuera de él, pero necesitaba un lugar atractivo desde el que operar en Las Palmas de Gran Canaria. Tras pasar por el muelle Sanapú y el de Cambulloneros, sus barcos acabaron trasladándose a la nueva dársena de África (La Esfinge), lo que permitió recortar el tiempo de trayecto entre Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife -algo favorecido, además, por la incorporación de catamaranes de alta velocidad- y supuso el primer paso para construir una gran terminal de pasajeros que inauguró en 2019.

Mientras todo esto ocurría en Gran Canaria, con la misma discreción que le caractizó durante toda su vida, Armas Fernández cerraba en Madrid el paso definitivo para convertir aquella pequeña compañía familiar de buques de cabotaje en la primera naviera de pasajeros del Estado. En octubre de 2017, la compañía anunciaba su intención de comprar a Acciona más del 90% de las acciones de Trasmediterránea, operación que fue bendecida unos meses después por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia con algunas restricciones. Armas asumió el control de la antigua empresa pública en verano de 2018 y desde entonces concentró sus esfuerzos en completar el proceso de incorporación de sus activos dentro de la estructura del grupo.