Ya hace un año, y parece que fue ayer, que Ferretería Ucanca abrió su nuevo local en San Isidro, en la avenida José González Rivas. En pleno confinamiento por la pandemia se realizaron las obras necesarias para acondicionar este espacio, una ardua tarea por las lógicas dificultades con las que se encontraron sus propietarios por las restricciones de movilidad. La tarde anterior a aquel 13 de noviembre de 2020 fue todo un ir y venir frenético, casi de locos, por todos esos pequeños detalles que siempre faltan por resolver en las inauguraciones, pero la fecha era una apuesta personal irrenunciable de Ignacio Brito, junto a su esposa, Elba Trujillo, y su ilusión y esfuerzo depositados en esta emocionante apuesta empresarial hicieron el resto.

No sin pena, se despidieron de su anterior sede, un poco más abajo, junto al centro de salud, donde comenzaron con gran sacrificio hace diez años, en 2011, y donde quedaron numerosos recuerdos adheridos de forma entrañable a sus paredes. Allí arrancó un proyecto que desde el principio se constituyó en un salto al vacío, pues Ignacio Brito, que llevaba toda su vida, desde los 13 años, trabajando para otros, necesitaba dar un giro a su vida pero le faltaba el último impulso; ahí es donde Elba le demostró que creía en él y en su sueño, y con su decidido apoyo ese sueño se convirtió en el de ambos.

Los primeros ocho meses se constituyeron en un desafío que casi les quitaba el aliento, donde la cabeza les cuestionaba constantemente dónde se habían metido y les mostraba en el espejo el riesgo que asumían. Pero para las navidades de aquel 2011, la cosa ya había cambiado, ya habían puesto sus cartas sobre la mesa y los clientes aceptaban el envite, convencidos del saber hacer de Ignacio, que había aplicado desde el principio el lema que aprendió de sus padres y en su experiencia laboral: «Hay que tratar a los clientes como personas».

Unas modernas instalaciones reciben a los clientes, que tienen a su disposición un equipo de profesionales que los asesorará.

Partiendo de ese concepto, los diez trabajadores de esta empresa se desenvuelven de forma sencilla y directa, con el objetivo de tratar de ayudar al cliente a encontrar lo que realmente necesita, y no intentar venderle otro artículo que sea más caro. «Intentamos asesorarle –comenta el propietario de Ferretería Ucanca– para poder solucionar su problema, porque así volverá al día siguiente, ese es nuestro objetivo, que se sienta satisfecho para que vuelva. Le preguntamos hasta conseguir saber sus necesidades. Algunos clientes se sorprenden a veces porque les insistimos y les decimos: Con esto tienes, llévate este, no hace falta que te lleves ese otro más caro.» Y ese tratamiento el cliente lo agradece y vuelve, «porque vuelve y vuelve, ese es el éxito de esta empresa».

Y con esta filosofía de que el cliente se sienta satisfecho tras realizar su compra, transcurrió casi una década, con miles de experiencias compartidas que le permiten afirmar a Ignacio que actualmente Elba es el 60 e incluso el 70 por ciento de este trayecto vital, ya que no solo se encarga de su relación con los proveedores y los pagos, sino también de que todo esté correcto, organizado, de que las cosas funcionen. «Ella va dos pasos por delante», comenta.

Sin embargo, la instalación de una parada de guaguas cerca y el movimiento generado por el centro de salud suponían un problema evidente de aparcamiento. Aunque San Isidro es un pueblo y como tal se podría caminar, está articulado a la vera de grandes arterias de comunicación y la mayoría de la gente se mueve en coche, y por tanto necesita estacionar para hacer sus compras. De ahí que Ferretería Ucanca, con esa máxima de pensar ante todo en sus clientes, apostó por trasladarse a un entorno más accesible, con una sala de ventas de 800 metros cuadrados en un espacio diáfano en una sola planta, que ha despertado incluso la admiración de algunos visitantes por su modernidad, y un almacén de 1.150 metros cuadrados. Asimismo, y a la vista del encarecimiento de los combustibles, del colapso del transporte marítimo y del retraso global en los suministros de materias primas, esta empresa ya ha adquirido un solar anexo de 200 metros cuadrados para construir en breve un nuevo almacén para disponer del stock suficiente para satisfacer las demandas de sus clientes, tanto si es un pequeño constructor como un pequeño reformista.

Ferretería ucanca: una década de satisfacción

En el recuerdo queda ya el confinamiento del año pasado, cuando sus trabajadores no podían desplazarse ni se podía abrir al público. Ignacio y Elba iban a la tienda, ella cogía los pedidos al teléfono, él los preparaba y por la tarde cogía el furgón y los repartía, siempre con la máxima de cubrir las necesidades de sus clientes, por su deber de responsabilidad, ya fuera un bote de pintura y una brocha o algo de más calado. Por eso, cuando le hablan a Ignacio de la compra online a grandes plataformas, él desconfía porque considera que entre una cosa y otra les saldrá más caro, aparte de que no contarán con el trato personal y el asesoramiento necesario. «La cercanía con la persona, con el cliente, es lo que da valor a las cosas», asegura un trabajador y empresario experimentado que tiene un concepto de la vida que le permite apoyar a asociaciones, colectivos y personas de su entorno pero sin buscar notoriedad, sin publicidad, dentro de un compromiso social «desde la sombra», porque lo único que desea es que la gente sitúe a Ferretería Ucanca «en el mapa».