El fuego cruzado entre UGT y CCOO amenaza con fisurar la plantilla, el único estamento que se mantenía sólido en JSP hasta la fecha. El primero de dichos sindicatos cargó contra quienes, como el presidente del comité de empresa de JSP, Ángel Yanes (CCOO), denuncian una paralización de la producción y la redujeron a «carencias puntuales». Sin embargo, Arantxa Artal (UGT), secretaria del comité de empresa de Celgán y, desde hace dos semanas, miembro del consejo de administración de la compañía, firmó el pasado 11 de agosto un comunicado en el que alertaba de que la cámara frigorífica de la planta de producción se había quedado «prácticamente vacía» y señalaba que, de seguir así, no haría falta conducir a JSP a un proceso de liquidación «puesto que ya se liquida sola».

Yanes volvió a mostrar ayer su respeto al nombramiento de Artal como consejera y también reiteró que la decisión no puede venderse como un acuerdo con los trabajadores, ya que nadie les preguntó. El jueves, UGT señaló que antes de proceder a comunicar la composición del órgano de gobierno de la compañía, en concurso de acreedores, se informó «al resto de sindicatos representativos».

¿Cómo se explica el embrollo? Cuando el patrón de la familia Sánchez gobernaba el timón, solo UGT tenía representación. Y han pasado los suficientes años desde las últimas elecciones sindicales como para que continúe siendo así. Otra cosa es que, como ha sucedido, varios de los elegidos en aquellos últimos comicios se hayan pasado a CCOO.

No es el primer roce entre ambas formaciones ni será el último. Una parte de los trabajadores considera a Artal más cercana a la propiedad que a ellos.