La pandemia se convirtió en la gran oportunidad para una pequeña startup alicantina que será la encargada de servir a los paralímpicos españoles las zapatillas con las que harán el desfile inaugural en Tokio. La proveederora oficial falló y alguien se acordó del entusiasmo de estos tres socios con discapacidad que han diseñado un calzado integrador que lleva en Braille el nombre de España.

Una de las ventajas de las startups y, en general, de las pymes es su mayor agilidad y capacidad de reacción. Unas cualidades que suelen ser fundamentales para aprovechar las ocasiones que, con un poco de suerte, se presentan en los negocios. Y eso es exactamente lo que les ocurrió a los socios de Timpers, el proyecto liderado por los alicantinos Aitor Carratalá, Roberto Mohedano y Diego Soliveres, cuando el proveedor de tenis que tenía contratado el Comité Paralímpido Español comunicó que no podía servir el pedido porque no había recibido los materiales necesarios debido a las complicaciones derivadas de la pandemia.

Fue entonces cuando en el organismo presidido por Miguel Carballeda se acordaron de la pequeña startup que unos meses antes había contactado con ellos con intención de ofrecerse para realizar el calzado de cara a los juegos de París, en el año 2024. No se lo pensaron demasiado y les preguntaron si serían capaces de llegar a tiempo para los juegos de Tokio de este verano. La respuesta fue afirmativa y así es cómo uno de los modelos de la firma calzará a toda la delegación durante el desfile inaugural de los Juegos del próximo 24 de agosto. De hecho, el pedido ya está servido.

«Para nosotros fue como un sueño cumplido. No tanto desde el punto de vista económico», el encargo tan solo fue de 500 pares y no pueden comercializar el diseño, «sino por la credibilidad que nos aporta como marca, por los valores que nosotros defendemos de normalizar la discapacidad», explica Soliveres. No en vano, la historia de esta pequeña empresa es todo un ejemplo de integración desde sus inicios.

El proyecto nació cuando Carratalá y Mohedano, amigos desde el instituto, decidieron poner en marcha una marca de zapatillas, aprovechando los contactos que este último tenía con el mundo del calzado a través de su familia. Ambos colaboraban entonces con el equipo de fútbol de la ONCE en Alicante –Aitor Carratalá era el entrenador y Roberto Mohedano hacía de guía– y decidieron llevar su primer modelo para que lo examinaran sus compañeros.

La forma en que los componentes del equipo analizaban la zapatilla a través del tacto y los detalles en los que se fijaban, como la diferencia de texturas o la flexibilidad de los materiales, les llevó a replantearse la iniciativa para incorporar sus aportaciones. Fue cuando se sumó Diego Soliveres, con un 75% de discapacidad visual de nacimiento. Desde entonces se definen como una marca de zapatillas «diseñadas por ciegos, pero dirigidas a todo tipo de usuarios», como insiste el propio Soliveres. Sus modelos juegan con el uso de diferentes materiales –muchos de ellos reciclados– para provocar contrastes al tacto. Además, sólo usan cordones redondos, que se enredan menos que los planos, y con colores que contrasten para facilitar la tarea de atarlos a las personas con deficiencia visual. En el lateral llevan escrito en Braille el nombre de la marca, que en el modelo para los Juegos Paralímpicos se ha sustituido por la palabra España.

Tras ganar un concurso organizado por la Universidad de Alicante, Timpers logró entrar en Lanzadera, la aceleradora de empresas promovida por el dueño de Mercadona, Juan Roig, donde todavía siguen. Sus cifras aún son modestas, pero confían en crecer rápidamente. Así, de los 240.000 euros de facturación que lograron en 2020, esperan pasar a más de 500.000 este año.

Solo a través de internet

Sus ventas se realizan exclusivamente a través de su web y reconocen que les ha sorprendido el perfil de sus compradores, que esperaban más jóvenes. Sin embargo, la mayoría de sus clientes supera los 35 años y entre ellos hay muchas mujeres. «Lo que vemos es que son compradores que comparten nuestros valores, consumidores concienciados», explica Soliveres, que señala que ya preparan una línea infantil para el próximo año.

El compromiso de la marca con la integración es absoluta, hasta el punto de que sólo contratan personal discapacitado. Los tres fundadores comparten esta condición. Además de la discapacidad visual de Diego Soliveres, Aitor Carratalá tiene fibrosis quística y Roberto Mohedano sufre de insuficiencia renal. Otro punto en el que insisten es en que sus tenis son Made in Alicante, en concreto en una fábrica a la que subcontratan sus tiradas, que cada vez son mayores.