El Departamento de Trabajo ha confirmado este viernes lo que todos los analistas esperaban: el aumento significativo de los precios al consumo. La inflación interanual en Estados Unidos se situó en mayo en el 5%, la cifra más alta desde mediados de 2008. Un salto todavía más acentuado si se ignoran categorías tan volátiles como el petróleo y los alimentos. Sin ellas, el encarecimiento de los precios fue del 3.8%, el porcentaje más alto desde 1992. 

Estos datos servirán para reavivar el creciente debate sobre la inflación en EEUU, probablemente la amenaza más tangible que se cierne sobre su recuperación económica. Entidades como la Reserva Federal consideran que no es más que un fenómeno pasajero propio del reajuste que implica la progresiva vuelta a la normalidad, mientras que otras voces autorizadas creen que estaría tomando forma una espiral inflacionaria que será difícil de detener a menos que el banco central reaccione con premura. Por significativo que parezca el salto de los precios, hay que tener en cuenta que el cálculo se deriva de su comparación con el dato de la inflación de mayo del 2020, cuando la economía se encontraba prácticamente paralizada por la pandemia. Hace ahora un año los precios aumentaron un 0.1%, un nivel cercano a la deflación.  

El escenario actual no podría ser más distinto. El aumento de los precios refleja el repunte del consumo a medida que se levantan las restricciones económicas y avanza la campaña de vacunación. A lo que habría que añadir el dinero que tienen los estadounidenses en el bolsillo, propulsado por los pagos directos del Congreso a la ciudadanía y los ahorros acumulados durante la emergencia sanitaria. La apreciación del coste de la vida se ha trasladado a la mayoría de sectores, desde los productores alimentarios, que enfrentan costes crecientes en el transporte, las materias primas o los salarios de sus trabajadores, a industrias ligadas al turismo y al ocio.

Los coches de segunda mano aumentaron un 7.3% respecto al mes de abril ante los problemas de los fabricantes para encontrar microchips para sus vehículos nuevos y la decisión de las compañías de alquiler de desprenderse de parte de sus flotas durante los meses más crudos de la pandemia. También se han reactivado los precios de hoteles y aerolíneas, así como los salarios, impulsados por las dificultades que enfrentan las empresas para encontrar suficientes trabajadores a los precios de mercado actuales, especialmente en los empleos más precarios. En abril se batió el récord de ofertas de trabajo, que superaron los nueve millones. Compañías como Target, Starbucks o Chipotle han subido sus salarios.