Las dos debacles experimentadas por la economía mundial en el siglo XXI han destruido la mitad del empleo juvenil en Canarias. Entre octubre de 2007, cuando estalla la crisis financiera con las hipotecas subprime o basura, y el primer trimestre de este año, con el turismo todavía paralizado por la pandemia de coronavirus, el número de trabajadores de menos de 35 años se ha reducido en 174.000 personas.

El mercado laboral ha sido el gran damnificado tanto por la recesión que siguió al crac de 2007, y que se prolongó durante siete años –hasta 2014–, como por la crisis de la covid-19. Y lo ha sido aún más en las islas por su alta dependencia del negocio turístico. De hecho, el daño sufrido por el empleo en la Comunidad Autónoma solo es comparable con el experimentado en el otro archipiélago del país, Baleares, cuya economía, como la canaria, también depende en extremo de la mayor o menor afluencia de turistas. Sin haberse recuperado del todo de la progresiva pérdida de puestos de trabajo durante la Gran Recesión, el mercado laboral isleño se ha visto de nuevo golpeado por la pandemia. Pero si el golpe ha sido duro para el conjunto de los trabajadores, lo ha sido más si cabe para los jóvenes.

La última Encuesta de población activa del Instituto Nacional de Estadística, la correspondiente al primer trimestre de este año, contabiliza en la Comunidad Autónoma un total de 176.600 ocupados jóvenes, es decir, personas menores de 35 años que están trabajando en estos momentos. ¿Muchos o pocos? Poquísimos. Si se pone la lupa sobre la letra pequeña de la estadística oficial, queda al descubierto la verdadera dimensión del problema al que se enfrenta Canarias.

A finales de 2007, cuando las hipotecas subprime se popularizaron y los activos tóxicos de la banca copaban la información económica, en el Archipiélago había 350.900 trabajadores menores de 35 años. El doble que en la actualidad. Dicho de otro modo: hoy hay la mitad de ocupados jóvenes que cuando nadie en España había oído hablar de las hipotecas basura.

Y, con todo, el mayor problema es que el coronavirus amenaza con empeorar el escenario más si cabe. Al comenzar 2014, el año en que las Islas empezaron a ver la luz al final del túnel, aún quedaban 204.100 trabajadores jóvenes. Así pues, Canarias afrontaba la recuperación de la larga crisis financiera con 27.500 jóvenes empleados más de los que ahora tiene para afrontar la recuperación de la crisis de la covid-19.

Frenazo en seco

En el primer trimestre de 2020, el mercado laboral del Archipiélago incluso ya daba cobijo a 30.200 jóvenes más de aquellos 204.000 con los que se iniciaba la recuperación. Así pues, cuando Pedro Sánchez decretó el 14 de marzo el estado de alarma nacional para contener el avance del coronavirus, en Canarias había 234.300 jóvenes con empleo. Pero ya solo quedan esos 176.600, o lo que es lo mismo: 174.300 menos de los que había antes de las dos grandes debacles económicas del siglo XXI. La tibia recuperación de la mano de obra juvenil que se inició en 2014 se ha frenado en seco, con lo que ello supone desde un punto de vista social por la pérdida de expectativas sociolaborales para los jóvenes y la consecuente fuga de cerebros.

No obstante, y pese a esa drástica disminución de la mano de obra juvenil, las Islas no han llegado a la situación de comunidades autónomas como Galicia, donde ya hay más trabajadores mayores de 55 años que menores de 35, lo que complica sobremanera el relevo generacional. Eso sí, la diferencia entre ambos colectivos se estrecha cada vez más también en el Archipiélago, y podría cerrarse si la salida de la crisis de la covid se demora más de lo previsto.