Ya se producía en 2019 una retracción del alquiler vacacional y un retorno del residencial. ¿Cómo ha afectado la pandemia a esta tendencia?

Era previsible, y ya lo previmos el año pasado, que ante la ausencia de turistas muchos alquileres vacacionales iban a regresar al residencial. La oferta va creciendo y los precios, lentamente, van bajando. La pandemia lo ha acelerado, pero se esperaba que el alquiler destinado al turismo perdiera fuerza, porque era un movimiento muy especulativo.

¿Llegó a tener dimensión de burbuja? ¿La sobreoferta llegó a tornarse peligrosa?

Quizá no sobreoferta, pero sí era irreal. Sobre todo se observaba con las dificultades que tenían los trabajadores del sector alojativo para encontrar un alquiler. No digo ya asequible, sino simplemente un inmueble destinado a convertirse en vivienda de ese colectivo. Por supuesto, cada cual es muy libre de dar a su propiedad el uso que estime oportuno, pero ese fenómeno se producía. Quizá también la actual crisis por la pandemia, de modo indirecto, ha ayudado a corregir esa situación.

El Gobierno de Canarias apunta a establecer precios máximos en los alquileres. ¿Por qué no lo ven con buenos ojos?

Es muy útil observar el resultado que han dado medidas de este tipo en otros lugares con anterioridad. Se intentó en Berlín o París y fue un fracaso., incluso se incrementaron los precios del alquiler un 10%.

¿Por qué?

Porque los propietarios terminan retrayéndose y retirando sus propiedades del mercado al no obtener la rentabilidad que en un primer momento esperan. No es factible delimitar el precio, con independencia de que se trate de un propietario, un inversor pequeño o un gran tenedor.

¿Oferta y demanda entonces?

Todo mercado se regula por la ley de la oferta y la demanda, eso es de primero de Económicas.

Estará de acuerdo en que hay un problema, con viviendas vacías mientras hay personas que no encuentran dónde vivir. ¿Cuál es el origen?

Desde 2007, cuando estalló la crisis anterior, no se ha construido. No hay vivienda nueva en el mercado, ya sea para comprar o para alquilar. Coincidimos plenamente en el diagnóstico con la presidenta de la patronal de la construcción de Las Palmas, Salud Gil. La escasez de oferta provoca que los precios se eleven, cierto que ahora menos por ese retorno de los inmuebles que se destinaron al alquiler vacacional.

Con un precio limitado el propietario continúa ingresando dinero. ¿Por qué es más rentable dejar una casa vacía?

Hay que tener en cuenta varios factores. Por ejemplo, la seguridad en relación con su propiedad. Decide alquilarla al precio que marca la zona en la que está, pero si le ponen un precio máximo y no tiene la necesidad de alquilarla, puede optar por dejarla cerrada o, incluso, venderla y comprar en otra zona donde puede obtener más rentabilidad. El principal miedo en el alquiler es tener un inquilino moroso y el precio influye en ello.

¿A qué se refiere?

Si tengo una propiedad en un área con un precio medio de 600 euros, pero la Administración me limita a 450, eso cambia el perfil de los potenciales arrendatarios y con ello, puede también incrementar el riesgo de impago.

Se creó la figura del desahucio exprés para proteger al propietario de impagos continuados. ¿No funciona?

Volvemos a la pandemia como factor decisivo. Al principio parecía que iba a funcionar, pero el acceso a los juzgados no es tan sencillo. Se ha parado durante el último año, había que tomar decisiones, como la moratorias, para pasar este momento todos a una.

Reino Unido no regula el precio, pero penaliza fiscalmente tenerlo vacío. ¿Eso funciona?

La cultura británica no es la latina, y tampoco en la gestión de los bienes inmuebles. Habría que ver si surtiría aquí efecto. El ministro [de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis] Ábalos, apuntó el otro día a bonificaciones fiscales al declarar el alquiler. Eso sí creo que funcionaría, bonificar en lugar de penalizar.

Construir como solución. ¿Viviendas destinadas a quiénes?

El Plan de Vivienda 2020-2025 del Gobierno canario prevé inyectar vivienda pública en alquiler de diversos orígenes. Por ejemplo, terminando promociones que están paradas. Eso puede servir para ayudar a los jóvenes a emanciparse, que ahora mismo lo tienen muy complicado. Otra opción es facilitar al sector privado la construcción de esas viviendas, porque los inversores existen. Y, además, dando seguridad a los arrendadores, garantizándoles que van a cobrar.

¿Construir dónde?

Indudablemente la demanda se concentra en las grandes urbes. A partir de ahí, donde haya suelo que lo permita.

Vayamos a las ventas. Todo parado ahora mismo, pero con tipos de interés muy bajos. ¿Eso anima el mercado?

Desde luego los tipos son muy interesantes para el comprador. Sobre todo con tasas fijas muy asequibles, que dan mayor tranquilidad. Lo que sucede es que la incertidumbre ahora mismo es muy elevada y eso retrae mucho el cierre de operaciones.

¿Cómo ve el futuro?

Cuando se recupere la normalidad, pienso que volveremos lentamente a la tendencia que ya traíamos. Es cierto que algunos hábitos han venido para quedarse. El cambio social también se traslada al mercado de la vivienda. En los nuevos proyectos ya vemos que se da más importancia a la existencia de un espacio abierto, un balcón o una terraza.