Fuga de cerebros es el título de una película de 2009 dirigida por Fernando González Molina. Es la historia de un joven que se marcha a Inglaterra siguiendo a su novia, a quien le han dado una beca para estudiar en la Universidad de Oxford. Pero Fuga de cerebros también podría ser el relato de cualquiera de los muchos talentos canarios que cada año abandonan el Archipiélago. Eso sí, en este caso ni el motivo ni el destino serían los mismos que los del protagonista de la comedia de González Molina. El talento isleño que deja la Comunidad Autónoma no lo hace siguiendo los pasos de su pareja, sino en la búsqueda de un lugar con mejores condiciones para desarrollar su carrera; y tampoco lo espera la fría Oxford, sino la más cálida Madrid. De hecho, la capital española se ha convertido en la particular aspiradora de la mayoría de los cerebros que salen de Canarias. Y no tanto por su atractivo como lugar idóneo para crecer profesionalmente, que también, como por la incapacidad del Archipiélago para retener a sus talentos. No en vano, las Islas son la autonomía con más dificultades para fijar a esas personas (y también organizaciones) que destacan en una determinada materia. Es más, lo son a mucha distancia de la Comunidad Valenciana, que es la región que ocupa el penúltimo puesto en este singular ranking.

Lo cierto es que los problemas de Canarias para retener a sus cerebros se han acentuado desde el estallido de la crisis financiera a finales de 2007, hace ya trece años. La crisis llevó a muchos graduados, licenciados, másteres y doctores a dejar una región que ya de por sí tiene poco espacio para los profesionales de las áreas más directamente relacionadas con la economía del conocimiento, como la alta tecnología, la robótica, la nanotecnología, las telecomunicaciones, la informática o la industria aeroespacial, por ejemplo. Con todo, lo más grave es que una segunda crisis, la del coronavirus, irrumpe ahora sin que Canarias haya conseguido mejorar las condiciones socioeconómicas para que sus cerebros se convenzan de que las Islas son un buen lugar para ejercer. Más bien al contrario. Así lo refleja el informe Madrid: capitalidad, economía del conocimiento y competencia fiscal, un trabajo del Laboratorio de Análisis de Políticas Públicas (IvieLAB), organismo vinculado a la Generalitat Valenciana, que revela cómo el creciente protagonismo político y económico de la Comunidad de Madrid perjudica, en mayor o menor medida, a las restantes autonomías. Porque Madrid no solo hurta el talento del resto del país, más si cabe en el caso del Archipiélago, sino que también hurta recursos por el dumping fiscal. Una política de bajos impuestos que provoca la deslocalización de muchos negocios y ciudadanos de otros lugares del país en busca de menores costes empresariales y del pago de menos tributos.

El tirón de Madrid es evidente. La capital es el destino del 85% de la inversión extranjera en España. Es decir, de cada cien euros que se invierten en el país, 85 se invierten en la comunidad del centro peninsular. ¿Y en Canarias? Un exiguo 0,5%, de modo que las Islas han de conformarse con 50 céntimos por cada cien euros de capital extranjero. En realidad, las diferencias socioeconómicas entre Madrid y el Archipiélago son tan grandes, abismales, que aunque no existe ni punto de comparación, sí ayudan a entender la dimensión que ha adquirido la región capitalina. Y, con ello, por qué tantísimos talentos canarios ven allí el sitio perfecto para su labor profesional.

De las mil empresas españolas con mayores ingresos, hasta 445 radican en Madrid, frente a las solo 12 que lo hacen en las Islas. Las empresas madrileñas acaparan el 59,4% de las licitaciones de los organismos e instituciones del Estado con sede en Madrid, de modo que el 59,4% de lo que se licita en la capital se queda en la capital, contribuyendo así a “reforzar el proceso de aglomeración económica”. El porcentaje para el Archipiélago es el 0,7. Además, un 31% de las grandes firmas del país, esas que cuentan con más de 200 empleados, tiene su sede social en la comunidad del interior peninsular. No resulta así extraño que un 21% de los empleados altamente cualificados de todo el país (dos de cada diez) y hasta un 28,4% de los directivos y gerentes de grandes empresas (casi tres de cada diez) tengan sus domicilios en la región capitalina. En otras palabras: con solamente el 14% del total de la población (6,68 de los casi 47 millones de habitantes de España), Madrid reúne el 21% del empleo de alta cualificación y más del 28% de los puestos directivos de las grandes firmas.

Los problemas de Canarias para retener a sus cerebros se han acentuado desde el estallido de la crisis financiera de finales de 2007

Con esos números y posibilidades, es normal que la comunidad gobernada por Isabel Díaz Ayuso sea el destino preferido de esos talentos de otros puntos de España que no ven en su tierra de nacimiento o adopción el lugar idóneo para su carrera laboral. Madrid es, de hecho, la autonomía con mejores condiciones para atraer el talento del resto del Estado, en una escala elaborada por el IvieLAB en la que obtiene 67 puntos de cien posibles. Ninguna otra región llega siquiera a los 60 puntos, siendo Cataluña la que más se acerca con 59,2. Aquí Canarias no queda en mal lugar con 54 puntos, 3,6 por encima de la media nacional. No en vano, el Archipiélago es un territorio que incluso en los años de crisis ha sido capaz de atraer trabajadores extranjeros, de incorporar inmigrantes en su tejido productivo, en sus empresas, y de reducir progresivamente la brecha salarial entre hombres y mujeres. Lo que impide a las Islas estar en mejor posición es que su atractivo baja mucho cuando esa persona que busca un lugar para desarrollarse profesionalmente está altamente cualificada. Con una economía cuya dependencia del negocio turístico no es que sea alta, sino directamente excesiva, muchos profesionales que estarían dispuestos a asentarse en Canarias no encuentran un puesto a la altura de sus capacidades. No obstante, el verdadero drama es la incapacidad para retener el talento local, sobre todo para retener a jóvenes recién titulados que destacan sobremanera en sus ámbitos de conocimiento. Un drama con varios efectos negativos en la economía y la sociedad isleñas. Por un lado son profesionales formados en el Archipiélago pero que pagarán sus impuestos allí donde se instalen, con lo que Canarias es la que invierte en formar a la persona para que los frutos de la inversión los recojan otras regiones, mayoritariamente la Comunidad de Madrid. Por otro lado, todos esos cerebros que abandonan las Islas son al mismo tiempo consecuencia y causa de que Canarias no consiga entrar de lleno en la economía del conocimiento. Son la consecuencia porque no ven posibilidades en su tierra; y son parte de la causa porque su adiós deja al Archipiélago cada vez más huérfano del talento necesario para revertir la situación. Sea como sea, lo que resulta indiscutible es que las Islas están a la cola de la cola en lo que a retener a sus cerebros se refiere.

En la escala del Laboratorio de Análisis de Políticas Públicas, las comunidades autónomas con las mejores condiciones para retener el talento son Navarra, La Rioja, Asturias y, de nuevo, Madrid. En una puntuación de cero a cien, la comunidad foral llega a 87,6 puntos; La Rioja, a 68,5; el Principado, a 63,4; y Madrid, a 62. En el análisis se tienen en cuenta cuestiones como los salarios, el sistema sanitario e incluso los servicios sociales, por lo que los resultados son relevantes también desde un punto de vista estrictamente social. En cualquier caso, la posición de Canarias destaca por lo malo. Con apenas 19,6 puntos, es la única región de todo el país que ni siquiera llega a la veintena y se queda a una distancia sideral no ya de esas autonomías que lideran el ranking, sino de la media del Estado, que es de 45,9 puntos. En definitiva, el Archipiélago es a todas luces incapaz de ofrecer un marco sociolaboral de interés para los trabajadores y profesionales de la economía del conocimiento.

Conocimiento

Así pues, lejos de corregir la peligrosa tendencia que se hizo evidente con la crisis financiera, las Islas aún están muy lejos, lejísimos, de lograr una diversificación económica que les permita dar cabida al talento. El peso del empleo de alta y media-alta tecnología en el total de trabajadores es del 11,4%, un porcentaje que solo es aún peor en el otro archipiélago del país, Baleares (8), donde también la actividad turística es el motor de la economía.

Y ambas regiones insulares se intercambian los puestos en el análisis del peso del empleo en servicios intensivos en conocimiento, como la consultoría, la ingeniería o el asesoramiento legal. En este caso la última de la clasificación es Canarias, donde solo un 29,5% de los puestos de trabajo (31,3% en Baleares) se ubica en los servicios intensivos en conocimiento. Un porcentaje que en Navarra alcanza el 46,1 y que en País Vasco llega al 47,5. Eso sí, la primera vuelve a ser la Comunidad de Madrid, con cerca del 51%.