El turismo español suma un balance "terrorífico" en Semana Santa por la crisis de la Covid-19, con unas pérdidas de 18.000 millones de euros de ingresos que van a afectar a 2,5 millones de trabajadores de las 400.000 empresas turísticas, alertó ayer la federación de agencias de viajes Fetave.

Se han anulado más de 70.000 vuelos, lo que supone la pérdida de 10 millones de billetes de avión (más del 95 % de las previsiones de Semana Santa) y más de 15 millones de noches de hotel, y solo en el sector de los bares, restaurantes y el ocio nocturno, las pérdidas se sitúan entre 8.000 y 10.000 millones de euros, agrega la entidad en un comunicado.

La federación valora el anuncio del Gobierno de una ampliación de otros 20.000 millones de euros destinados a pymes y autónomos dentro de la línea del Instituto de Crédito Oficial (ICO) de 100.000 millones para afrontar la crisis, aprobados mediante real decreto ley y convalidada por las Cortes Generales. Sin embargo, considera que las pérdidas "catastróficas" provocadas por la anulación de la Semana Santa pueden derivar en la falta de liquidez y la quiebra de decenas de miles de empresas turísticas, si la línea ICO no funciona "con rapidez", para lo que es necesario que el Gobierno aborde "una reforma en profundidad de las condiciones de acceso a dichos créditos".

A juicio de Fetave, las condiciones de los avales de los créditos ICO hacen "poco o nada eficiente" esa alternativa, al menos para pymes y autónomos, ante la exigencia de las entidades financieras de garantías personales y no empresariales. La patronal destaca, además, que Alemania, ante los problemas de crédito, ha elevado al 100 % el aval del Estado. Fetave cree que este es "el momento oportuno" para que el Gobierno revise el acuerdo de Consejo de Ministros que fija los límites de los avales a otorgar, especialmente para pymes y autónomos, elevándolos al menos al 90 %. También piden las agencias de viajes que se reserve, al menos, 15.000 millones de euros de avales para el sector turístico, que, "siendo el primero en entrar en crisis, será el último en salir de ella".

Por su parte, el Gobierno ha prorrogado la interrupción por el brote de coronavirus hasta el próximo 30 de junio, dada la vulnerabilidad de las personas mayores ante la pandemia. La orden decretada a propuesta del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 establece su adopción "sin perjuicio de las prórrogas que se pudieran adoptar".

Cambio de hábitos

El turismo lleva congelado un mes por la crisis de la Covid-19 y sufrirá un severo impacto económico aún imposible de evaluar, pero el sector espera que las secuelas sean pasajeras y poder recuperar el impulso de los últimos años cuando el mundo venza al virus. El presidente de la Confederación Española de Agencias de Viajes (CEAV), Carlos Garrido, está seguro del cambio de hábitos, al menos durante unos meses en los que se tomarán precauciones para viajar, "hasta que haya seguridad para el viajero porque exista una vacuna o un medicamento". Pero no cree en un efecto permanente: "Acabaremos volviendo al punto donde estábamos. Me cuesta pensar que la gente se vaya a resignar a dejar de conocer el mundo".

Joan Trian Riu, consejero directivo Corporativo de Riu Hotels, cree que "el efecto será doble", porque, por un lado, los turistas "escogerán aquellos destinos que sean capaces de proyectar una imagen de situación controlada y seguridad higiénica", y los países, "y muy posiblemente los operadores, exigirán algún tipo de cambio de comportamiento en el disfrute de las vacaciones, extremando las medidas higiénicas".

El presidente de la Asociación de Líneas Aéreas (ALA), Javier Gándara, entiende que esos cambios dependerán "de cómo van a ser el mundo y la vida cuando pase la crisis sanitaria y de las medidas que se pongan en vigor para evitar que se reproduzca la pandemia", y contempla la posibilidad de que se limiten las capacidades de los aviones o se restrinja la movilidad a la población de más edad.

Gabriel Escarrer, consejero delegado de Meliá Hotels International, cree que esta crisis "cambiará de manera importante el mundo de los viajes, no solo porque la recesión económica influirá durante un tiempo indeterminado en el comportamiento del consumidor, sino también por factores como el miedo a viajar, el impulso que esto habrá dado a la digitalización y una mayor concienciación social y medioambiental de los viajeros".