Una de las principales preocupaciones del sector turístico canario en lo que respecta al mercado peninsular es el coste de los billetes de avión. "Si la escalada de precios no se detiene, vamos a Fitur a tocar el tambor", señala de manera gráfica el presidente de la Federación de Empresarios de Hostelería y Turismo (FEHT) de la provincia de Las Palmas, José María Mañaricua.

El consejero de Obras Públicas y Transportes del Gobierno canario, Sebastián Franquis, expuso al final del pasado año en el Parlamento autonómico que volar desde la Península a las Islas se había encarecido un 24% desde que entró en vigor la bonificación del 75% para los residentes en el Archipiélago y hasta la mitad del pasado año. Yendo más al detalle, en el caso de Gran Canaria el aumento medio de precios alcanzaba el 30% y en el de Tenerife, el 25%.

Los potenciales clientes nacionales no están protegidos por el paraguas del descuento, con lo que son mucho más sensibles a las subidas. "Poco hay que hacer", a juicio de Mañaricua, si no se invierte la curva. Más aún en periodos cortos como pueden ser "los puentes". Si solo el coste del traslado al destino consume más de la mitad del presupuesto, Canarias pierde atractivo.

El mercado es libre, por lo que un aumento de la presión de la demanda -los canarios vuelan más con el 75% de descuento- en un escenario de recorte de la oferta -pérdida de rutas de Ryanair- se traduce en un incremento global del precio. Los principales perjudicados son entonces los turistas peninsulares que desean descansar en las Islas y los hoteleros que pierden potencial clientela; sin olvidar a los canarios que ya no residen aquí pero necesitan o quieren visitar a sus familiares.