La guerra que venían manteniendo los bancos españoles por captar clientes vía abaratamiento de las hipotecas toca a su fin. Varios de los grandes, entre los que se encontraban Santander, BBVA y Bankia, dieron el primer paso en sentido contrario en noviembre; Bankinter, Sabadell o Liberbank, entre otros, les han seguido en las primeras semanas del último mes del año. Las dificultades del sector para encontrar rentabilidad en el actual escenario de tipos de interés en mínimos determina en gran parte este cambio de tendencia.

Por partes. La banca viene sufriendo un largo proceso de ajuste iniciado con la reconversión de las cajas de ahorro en entidades financieras al uso y el posterior sonado fracaso de la gran mayoría de estos proyectos. La Caja de Canarias acabó en Bankia, salvada in extremis por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) -dinero público-, y CajaCanarias, en una efímera Banca Cívica que acabó siendo engullida por CaixaBank.

La senda de la concentración aún no se ha recorrido por entero a decir de muchos expertos. El último gran capítulo se escribió a las puerta del verano de 2017, cuando el Santander adquirió por un euro Banco Popular. Los cierres de oficinas y despidos masivos de personal que siguieron a las absorciones y fusiones se enfrentaron en un primer momento a un drástico proceso de digitalización que en la práctica supuso la reinvención de la prestación del servicio a los clientes. Un cóctel que ya de por sí dificultó la recuperación de la salud del negocio.

El principal obstáculo, no obstante, es la política de abaratamiento del precio del dinero que sigue el Banco Central Europeo (BCE) desde el estallido de la crisis de deuda soberana. Salvadas las reticencias alemanas y demostrada su escasa afección a un potencial incremento de los precios -inflación-, el anterior presidente del BCE, Mario Draghi, halló en esta línea un potente cortafuegos contra los ataques que padeció el euro en los primeros años de la década presente.

Su sucesora, la francesa Christine Lagarde, no va a tocar ese pilar. Al menos hasta 2024 no está prevista una vuelta a la normalidad, con lo que los bancos seguirán pagando al BCE, como desde hace años, por la facilidad marginal; los depósitos que tienen en Fráncfort. "Los márgenes son muy estrechos, por lo que, o cobran por el pasivo, o incrementan el precio del activo, y el negocio principal son las hipotecas", explica Victoria Ruiz, profesora del Departamento de Economía Financiera y Contabilidad de la ULPGC.

Con los tipos en el sótano, el diferencial que las entidades financieras suman al euríbor en los créditos para la compra de vivienda de tipo variable les reporta muy escasa rentabilidad. ¿Cómo mejorar los ingresos por esa vía? Seduciendo a la clientela con hipotecas a un tipo fijo que les permita saber la cantidad a satisfacer cada mes hasta la amortización total del préstamo.

Evidentemente, los ciudadanos pagan por esa seguridad, es decir, el desembolso es mayor si se decantan por esta última modalidad. Ahora bien, si se trataba de captarlos, las entidades no podían separar en exceso el tipo fijo del variable, tenían que mantenerlo dentro de los parámetros de lo atractivo. Ahí se inició una batalla entre los bancos por engordar su cartera de clientes que les llevó incluso a descender por debajo del 2%.

BBVA llegó hasta el 1,74% para las hipotecas a quince años; MyInvestor, al 1,79%, Evo Banco, al 1,91% pero para un periodo de amortización del doble que las anteriores. Como la profesora Ruiz señala, "las hipotecas a tipo fijo recortaron terreno a las de tipo variable". Las primeras suponían el 30% del total cuando las circunstancias del mercado se mantenían dentro de lo habitual, y basta observar que, por ejemplo, al cierre del tercer trimestre, son el 48% de las formalizadas por Bankia desde el inicio de este año.

En octubre, el presidente del Mecanismo Único de Supervisión -depende del BCE-, Andrea Enria, señaló durante su participación en un mesa redonda en Madrid que la banca española estaba renunciando a sus beneficios futuros. Las hipotecas a plazo fijo no les permitirán incrementar sus ingresos cuando los tipos de interés oficiales abandonen sus actuales valores negativos y recuperen el terreno perdido.

A todo ello se ha unido el enfriamiento del mercado inmobiliario. Los préstamos para la adquisición de vivienda se redujeron en el primer semestre de este año casi un 3%. Es la primera ocasión en que se produce una caída desde el inicio de la recuperación y los expertos estiman que la segunda mitad del ejercicio vendrá a confirmar la tendencia. "Las incertidumbres [ brexit, guerra comercial EE.UU.-China, enfriamiento alemán...] y las revisiones a la baja de las previsiones de crecimiento afectan", señala Ruiz, sobre la caída de la inversión en la compra de vivienda. Como resultado de todo ello, los bancos han iniciado el camino de vuelta y, con más o menos intensidad, incrementan en los últimos días los tipos de interés que aplican a los créditos para la adquisición de vivienda.