La crisis disparó en Canarias el número de subempleados. Trabajar menos horas de las que integran una jornada completa provoca que muchos de ellos busquen otras ocupaciones para alcanzar los ingresos que requieren sus hogares. Este colectivo alcanzó su nivel máximo en 2014, con 120.500 ciudadanos de las Islas encuadrados en él. En los últimos años, los de la recuperación, la curva se ha invertido, aunque el curso pasado aún eran más (83.200) que antes de producirse el crack de las economías occidentales; 74.800 en 2008.

Cuestión diferente es que consigan ese otro empleo que les permita no pasar apuros. Un mercado laboral que arrastra una tasa de paro superior al 20% da idea de la dificultad que entraña encontrar un puesto de trabajo. En el tercer trimestre de este ejercicio, solo eran 11.197 los canarios que estaban pluriempleados, el 1,3% del total de los ocupados y solo una décima más si se tiene en cuenta tan solo a quienes son asalariados.

Las cifras están muy alejadas de las de quienes manifiestan su intención de conseguirlo. Estos superan el 10% del total de los que trabajan por cuenta ajena. También la media estatal de quienes consiguen más de un empleo se sitúa a casi un punto de distancia (2,2%).

Alta temporalidad

Así se desprende del estudio elaborado por el Gabinete Técnico de CCOO-Canarias a partir de microdatos de la Encuesta de Población Activa (EPA). El secretario general de la organización sindical, Inocencio González, alude a la alta tasa de temporalidad como una de las posibles causas.

En las Islas, casi un tercio de los trabajadores (31,3%) tienen un contrato que no completa una jornada. El porcentaje se sitúa casi cinco puntos por encima de la media estatal (26,7%). "Los contratos a tiempo parcial impulsan la temporalidad", relata González, que añadió a esa circunstancia datos como que "casi el 21% de los contratos que se firman en el Archipiélago duran menos de una semana y el 35%, no alcanza el mes".

Esas "altísimas precariedad y rotación permanentes", provocan que "a lo largo del año, un mismo trabajador acumule cuatro y hasta cinco altas laborales", detalló. Una circunstancia a la que se suma la escasez salarial, con un "coste laboral que se sitúa 225 euros mensuales por debajo de la media estatal", según explica el secretario general de CCOO-Canarias.

Este cóctel de indeseadas circunstancias cimenta la elevada cifra de personas que manifiestan en las Islas su intención de incrementar las horas que pasan en el trabajo. Este objetivo puede lograrse por tres vías: cambiando de empleo en busca de un contrato que tenga más horas, sumando otro contrato o actividad por cuenta propia a la que ya se tiene o incrementando las horas en el puesto de trabajo con el que se cuenta.

En el primer grupo se encuadraban en 2018, último ejercicio para el que el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha publicado la Encuesta de Condiciones de Trabajo, un total de 6.800 canarios, cantidad que está muy alejada de los 10.200 que había en 2011.

Hace ocho años, la destrucción de empleo era exponencial a consecuencia de la crisis. Tristemente, la pérdida de empresas dejó de ser noticia para convertirse en la normalidad de cada día. La tasa de paro se situó por encima del 30%. Encontrar trabajo era harto complicado y, aún así, eran muchos los que ansiaban cambiar a otra empresa que les garantizara una jornada completa, con el consiguiente aumento de la cantidad reflejada en el apartado del salario neto de sus nóminas.

La reforma laboral estaba en puertas y también la traca final de la crisis de deuda soberana que puso al país al borde del rescate. Así pues, faltaba lo peor hasta llegar al 34,76% de activos del Archipiélago que no tenían dónde trabajar en el tercer trimestre de 2013, más de uno de cada tres.

La caída de los salarios

Estos no contaban para la estadística de quienes aspiran al pluriempleo como vía de salida a sus necesidades. La dificultad de firmar un contrato mejor era obvia, pero se había producido una reducción salarial casi generalizada en todo el país.

Las exportaciones marcan la ruta para la salida de la crisis, pero para que otros países se fijen en los bienes y servicios propios es necesario ser competitivo, ofrecer precios más bajos que el resto. Históricamente, España se había enfrentado a ese problema por la vía de la devaluación de la peseta. Restando poder a la moneda propia, los demás tenían que poner sobre la mesa menos de las suyas para saldar las facturas.

El oscuro final de la década pasada no permitía esa jugada. Era la primera vez que no se contaba como aliada con la política monetaria, en manos del Banco Central Europeo desde la entrada en el euro. ¿Qué podía entonces devaluarse para obtener precios finales atractivos? Los salarios.

La renta disponible de los canarios y el resto de ciudadanos del país se vio reducida drásticamente de la noche a la mañana. De ahí que muchos de los que se contaron entre los que pudieron mantener sus empleos, tuvieran que buscar mayores ingresos para poder pagar sus hipotecas, alquileres y el resto de gastos corrientes.

Los sueldos del Archipiélago partían un paso más atrás que los del resto del Estado. Es una cuestión estructural que surge del elevado nivel de terciarización de la economía canaria. La mano de obra intensiva que demanda un sector como el turístico -más de un tercio del PIB canario- es a la vez un claro ejemplo y causa.

Los trabajadores de otras comunidades autónomas más industrializadas perciben remuneraciones más elevadas, por la especialización que se les exige. Para mejor entender, son más las personas capacitadas para servir copas tras la barra de un bar que las que saben manejar una fresadora.

De tal manera que a la hora de reducir salarios sufrieron más los que menos cobraban y en el Archipiélago abundan quienes ya antes de la crisis hacían verdaderos equilibrios para poder sostener sus proyectos de vida. Para el caso de quienes aspiran a un empleo adicional, el verdadero pluriempleo, no hay datos del pasado año. En 2017 eran 3.800 y el punto más elevado de la gráfica se alcanzó en 2009. ¿Por qué antes de la crisis para situarse en valores mínimos en años tan duros como 2013? Porque la notable dificultad para encontrar un puesto de trabajo convirtió en entelequia tener dos o más.

En el caso de Íñigo Franco, se trata hoy de completar unos ingresos que ya le permiten "vivir sin ocio" entendido en sentido amplio. Técnico superior en Ilustración y técnico medio en Asistencia al Producto Básico Interactivo, curiosamente esa cantidad fija mensual que le garantiza cubrir los gastos básicos proviene de su desempeño en una autoescuela.

En 2007 optó por adquirir las aptitudes para formar a quienes desean obtener el carné de conducir. Sin embargo, en la práctica la labor de subirse a un vehículo junto a un alumno le resultó harto frustrante, por lo que poco después decidió colgar el volante y coger los pinceles para dedicarse a lo que realmente había encaminado su formación en un principio.

La crisis se llevó por delante la academia en la que daba clases de "dibujo y pintura". Difícilmente podía incluirse entre los gastos esenciales el fomento de las aptitudes plásticas cuando el desempleo crecía a grandes zancadas y hasta se temía el desembarco de los hombres de negro con las tijeras de los recortes bien afiladas. Íñigo tomó la precaución de continuar su formación en el ámbito de la enseñanza de la conducción y superó el examen de profesor para cursos de recuperación de puntos. También el de formador de aspirantes al carné de camión o guagua.

"Me volvieron a llamar de la autoescuela", señala, si bien logró que se aceptaran sus condiciones: "Nada de clases prácticas". Además, prefiere "dedicar las mañanas a la creatividad" que le permiten desarrollar sus conocimiento artísticos. "Es algo que me gusta, aunque no da mucho dinero", revela.

No obstante, a sus 44 años, y con "la hipoteca pagada" cada mes por su trabajo en la autoescuela, continúa peleando por conseguir que sus cómics e ilustraciones le permitan mejorar el nivel de vida que tiene en la actualidad.

En 2013 alcanzaron su máximo volumen (41.300 frente a los 23.700 de 2018) quienes deseaban trabajar más horas sin salir de la empresa en la que trabajaban. La reforma laboral de 2012 puesta en marcha por el Partido Popular (PP) permitió a las sociedades mercantiles reducir las jornadas de trabajo de sus empleados, entre otras medidas, simplemente justificando una caída de las ventas en comparación con las del trimestre anterior.

Solo Murcia (34,7%), Andalucía (35,1%) y Extremadura (35,6%) superan hoy la tasa de temporalidad de Canarias. Así lo estima el Gabinete Técnico de CCOO-Canarias tomando como punto de partida los datos de la EPA.

¿En qué medida es deseo de los trabajadores no alcanzar una jornada completa? En casos puede ocurrir, pero como el mismo centro de estudios del sindicato en las Islas señala, "se puede afirmar que siete de cada diez personas (65,9%) que tienen un contrato parcial en Canarias es porque no han encontrado otro mejor". La media estatal en este caso es de "cinco de cada diez" (52,5%).

"A pesar de acumular cinco años consecutivos de crecimiento de la economía y tener dos espectaculares, los trabajadores no han recuperado las condiciones previas a la crisis", lamenta Inocencio González. El dirigente sindical señala que la relación entre los contratos indefinidos y temporales era más favorable a los primeros en 2008 que en el momento actual.

Esta temporalidad y el alto índice de parcialidad de los contratos conforman el escenario que está "en el fondo de la cuestión del pluriempleo", recalca el secretario general de CCOO en el Archipiélago.

El mismo al que se ve obligada Paula Monteiro, grancanaria de 27 años que, harta de no conseguir ver en su cuenta corriente una cantidad decente cada mes a pesar de sumar empleos, hizo el petate el pasado mes de junio para probar suerte en Valencia.

En estos meses ha conseguido unos ingresos que al menos le permiten vivir. Eso sí, embarcada en multitud de labores que van desde atender una marca propia de productos alternativos al plástico Holocene (holoceneworld.com), llevar las redes sociales y la página web del proyecto de comunicación social Somos Esenciales o trabajar de lunes a viernes en un estudio de interiorismo. "Los fines de semana soy camarera en un restaurante y cuando termino, voy a una discoteca a poner copas", remata.

Para el ocio no alcanza

Ejemplo del máximo pluriempleo posible, sus ingresos, a la espera y en la confianza de que alguno de sus proyectos despegue definitivamente, no alcanzan para sufragar actividades de esparcimiento como salir a comer fuera, ir al cine, comprar ropa más allá de la estrictamente necesaria o viajar. De hecho, no podrá venir "a Canarias esta Navidad".

Esto último es lo que más puede molestarle, porque la aleja de la familia y amigos que ha dejado en la Isla. Por lo demás, relativiza la imposibilidad de atender otras actividades por la escasez de recursos económicos. "Mi ocio es salir a correr y a coger olas cuando puedo. Además, no me queda tiempo para mucho más", zanja.

La incógnita a despejar es por qué ha decidido cambiar su lugar de residencia. En el Archipiélago también trabajó en un estudio de interiorismo, su verdadera pasión junto al desarrollo de su marca; "en breve empezaremos a vender también ropa para actividades deportivas sostenibles como el surf, la escalada o el running".

Compaginó esa labor con la de community manager de dos restaurantes de la capital grancanaria. En uno de ellos ejercía también como camarera y acabó asumiendo la distribución y decoración del espacio. Siempre que ha tenido ocasión ha puesto sobre la mesa los conocimientos adquiridos durante los estudios del Grado Superior de Interiorismo con que cuenta y cuatro más de Arquitectura.

Tres empleos que atendió de manera simultánea, pero que no le bastaron para alcanzar el caudal de dinero necesario para mantenerse en el Archipiélago. Su nivel de trabajo no se ha reducido en Valencia, más bien al contrario, pero al menos puede pagar las facturas. Aquí, "ni de broma" lo conseguía.