eldia.es

eldia.es

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Marilyn Monroe: la tumba que nunca dejamos de mirar

El ‘Happy Birthday, Mr President’ que Monroe le cantó a JFK y que marcó el fin de su relación con los Kennedy ha cumplido 60 años - La ruptura acusó aún más el derrumbe vital de la actriz, que apareció muerta tres meses más tarde P Un nuevo documental relaciona su muerte con su proximidad al clan presidencial

Marilyn Monroe, entre JFK y Bob, la velada del ‘Happy Birthday, Mr President’. | C. STOUGHTON

Para Marilyn Monroe ser feliz era tan difícil como ser buena actriz, y se pasó la vida esforzándose en ambas metas. Irónicamente, uno de sus momentos más icónicos —el Happy Birthday, Mr. President que entonó el 19 de mayo de 1962 en tributo al 45º cumpleaños de John F. Kennedy con voz entre sexi y gangosa— coincidió con sus horas más bajas tanto en lo profesional como en lo personal. En aquella gala llegó hasta el micro dando pasitos de geisha: le costaba andar con el vestido. De tan ceñido, se lo había puesto sin ropa interior. Acababan de remendárselo, pero volvió a reventar antes de que la actuación terminase.

Aquella noche en Nueva York se le hizo la única foto que se conserva de ella junto al presidente y su hermano Robert F. Kennedy, fiscal general de Estados Unidos. Ambos fueron sus amantes, de forma simultánea por aquella época. Una circunstancia que, según apunta el nuevo documental de Netflix El misterio de Marilyn Monroe: las cintas inéditas, tuvo mucho que ver con su muerte, apenas tres meses después de que se embutiera en el que acabó por convertirse en el vestido subastado más caro del mundo, que recientemente lució Kim Kardashian en la gala Met tras adelgazar siete kilos.

El periodista Anthony Summers —protagonista tangencial del documental que Netflix estrena cuando se cumplen 60 años del «probable suicidio» de la actriz a los 36 años por una sobredosis de barbitúricos— desempolva las más de mil entrevistas que realizó para su libro Goddess: The secret lives of Marilyn Monroe, 650 grabadas en cinta. Este alarde documental no sirve a Summers para corroborar las teorías de la conspiración que apuntan a un asesinato de Marilyn. Sí se muestra convencido de que las circunstancias de su muerte se ocultaron «de forma deliberada por su relación con los Kennedy». Tan pronto como se descubrió el cuerpo inerte de la actriz en la madrugada del 5 de agosto de 1962 en el dormitorio de su casa de Brentwood, en Los Ángeles, «gentes que en circunstancias normales no tenía ningún sentido que estuvieran» se abalanzaron sobre la posible escena de un crimen, observa Jim Doyle, agente sénior del FBI.

Los Kennedy, viejos conocidos de la estrella desde los años 50, reaparecieron en su vida tras su divorcio de Arthur Miller. El hombre que la fascinó escribió en un cuaderno íntimo que lamentaba haberse casado con ella: «Mi vida y mis creaciones se verán en peligro si cedo a su chantaje perpetuo basado en el sufrimiento».

Durante el rodaje en Londres de El príncipe y la corista, Marilyn lo leyó por casualidad y su relación, zaherida por un aborto que cerró una de sus últimas puertas a su deseo de tener hijos, acabó de envenenarse. La ruptura se oficializó durante el rodaje de Vidas Rebeldes en 1960, escrita por Miller para el lucimiento de su esposa. Tras el divorcio, Marilyn entró en barrena.

Su impuntualidad se volvió legendaria; su necesidad de psicoanalistas, la menos preocupante de sus adicciones. En febrero de 1961, Marilyn Monroe, abatida y exhausta, acudió voluntariamente a lo que creía un ingreso hospitalario para una cura de reposo, pero acabó en una celda psiquiátrica, en la clínica Payne Whitney de Nueva York, donde le dieron un trato inhumano. Tras romper el espejo de la celda, fingió un intento de suicidio con un trozo de cristal. «Algo totalmente alejado de mi cabeza en ese momento, porque ya sabe usted, doctor Greenson que soy actriz y que nunca se me ocurriría hacer algo que me dejara marcas, así de presumida soy», le confesaba un mes después por carta a su psiquiatra, Ralph Greenson.

Marilyn nunca se sobrepuso de su tremenda infancia, en la que sufrió abusos sexuales. Transcurrió entre orfanatos y familias de acogida por los largos ingresos de su madre en hospitales psiquiátricos. También su abuela Della Monroe, de quien tomó el apellido artístico, sufrió fuertes depresiones y fue institucionalizada. Un documental francés, Marilyn la dernière verité, que se estrenará este año, abunda en la figura del padre ausente, de quien solo conservaba una foto. El tríptico sobre Marilyn Monroe de 2022 se completará con la esperada Blonde, protagonizada por Ana de Armas, de alto contenido sexual.

Al encierro en la celda acolchada de Payne Whitney, de la que salió con ayuda de su segundo marido, el jugador de béisbol Joe DiMaggio, le siguió el del Presbyterian Medical Center de la Universidad de Columbia, hasta el 5 de marzo. Un enjambre de cámaras la esperaba. «Estoy de maravilla», las despachó. En el último tramo de su vida frecuentaba a los Kennedy en encuentros que a menudo tenían lugar en la casa de Malibú de Peter Lawford, su cuñado.

Peter «era una especie de proxeneta de los Kennedy», describe en el documental de Netflix la actriz Jeanne Martin, mujer de Dean Martin: él coprotagonizó junto a Marilyn la película que no llegaría a concluir, Something’s Got to Give. Los Kennedy «eran vulgares y previsibles como su padre», cuenta Jeanne: Joe P. Kennedy, el patriarca del clan, les arengaba para que coleccionasen amantes.

Orden de acabar con la relación

Una actitud que a Marilyn le complacía, según uno de esos cuadernos donde escribía reflexiones. «Siempre admiré a los hombres que han tenido muchas mujeres. Será porque a la hija de una mujer insatisfecha la idea de la monogamia le resulta hueca», recoge el libro Marilyn Monroe. Fragmentos (Seix Barral). Su exmarido, Arthur Miller, la comparó con una poeta callejera que intentaba «recitar sus versos a una multitud que, mientras tanto, le hace jirones la ropa».

Tras cantarle el Happy Birthday, Mr President a JFK, los Kennedy recibieron la orden de finiquitar su relación con Marilyn Monroe. El FBI investigaba a la actriz, también los informantes de la mafia poblaron su casa de micrófonos y pincharon sus teléfonos, así como la mansión de los Lawford en Malibú, para recabar jugosa información que pudieran utilizar contra el fiscal general.

Marilyn Monroe, de extraordinaria inteligencia y sensibilidad, se sintió como un trozo de carne después de que los Kennedy, vía Bobby, le ordenaran cortar cualquier tipo de comunicación con ellos, con la Guerra Fría y la crisis de los misiles con Cuba como telón de fondo. El documental elude su último fin de semana con vida, el 28 y 29 de julio de 1962, que habría transcurrido en el hotel Cal-Neva, en el lago Tahoe, en oscuras circunstancias. Según recoge el libro Marilyn y JFK (Aguilar), la actriz, en una de sus últimas sobredosis, habría sido violada por el mafioso Sam Giacana y uno de sus hombres, que hicieron unas fotos que Frank Sinatra, invitado a la fiesta de renovación del hotel, se apresuró en quemar.

La actuación de Marilyn Monroe en el Madison Square Garden de Nueva York también la penalizó en lo profesional. Fue la gota que colmó el vaso de sus continuas ausencias en el rodaje de Something’s Got to Give y precipitó su despido de la 20th Century Fox. Las fotos del momento estelar de la película, con una espléndida Marilyn nadando desnuda de noche en una piscina a una semana de cumplir los 36 años, se publicaron de todos modos en la revista Life. Monroe llegó al set con un albornoz azul y un bikini color carne debajo, con el que estaba previsto se realizase la sesión, pero según nadaba se fue despojando de las piezas, empezando por la parte de arriba.

La última sesión

Entre el 20 de junio y mediados de julio de 1962, Marilyn contratacó contra la Fox con una campaña promocional, que incluyó entrevistas y sesiones de fotografías como la que realizó George Barris, quien recorrió junto a la actriz emblemáticas localizaciones de Los Ángeles. La Fox no tardó en lamentar su decisión y la actriz fue readmitida. Bern Stern también la retrató para Vogue a finales de junio de 1962 en una habitación del Hotel Bel-Air. Antes de posar, lánguida y provocativa, Marilyn pidió tres botellas de Dom Perignon.

Joe DiMaggio organizó su funeral el 8 de agosto en el Westwood Village Memorial Park. Quiso darle un carácter íntimo y se aseguró que los Kennedy y los astros de Hollywood se mantuvieran lejos de la ceremonia. La muerte de Marilyn apuntaló el mito. La cripta, de color rosa, es una de las más visitadas del cementerio de Los Ángeles. Y esta semana la serigrafía que le dedicó Andy Warhol se ha convertido en la obra de arte más cara del siglo XX. Seis décadas después de su muerte, el mito de Marilyn Monroe sigue agigantándose día a día.

Compartir el artículo

stats