CD Tenerife

De Fran Sabina a Fran Sabina: el gol se lleva en los genes

Comparaciones a un margen, la familia Sabina disfruta estos días con la eclosión del pequeño Fran, del mismo nombre que su padre, y con su rutilante irrupción como un delantero superlativo

Una pasión por el balón que se transmite entre generaciones

Fran Sabina padre, junto a su pequeño en una imagen de archivo; a la derecha, celebración del 5-0 en la Copa Heliodoro.

Fran Sabina padre, junto a su pequeño en una imagen de archivo; a la derecha, celebración del 5-0 en la Copa Heliodoro.

Manoj Daswani

Manoj Daswani

27 años separan a Francisco José Sabina Vera y a Francisco Miguel Sabina Rodríguez (nacidos en 1976 y 2003, respectivamente), conocidos por el mismo nombre, delanteros de profesión, tinerfeñistas por devoción y defensores ambos del mismo escudo. El padre, uno de los arietes más reconocidos del fútbol canario y ahora segundo de Samantha Tormo en el Juvenil Fundación del representativo; y el hijo, un portento para el gol, una de las grandes sensaciones de la temporada en la cadena de filiales, feliz aparición en el ascendido Tenerife B y uno de los atacantes blanquiazules que mejores dígitos atesora en sus últimas dos temporadas.

Para los Sabina, la coincidencia de ambos sobre el césped del Heliodoro hace dos domingos –en el tributo anual del club a su cantera– fue una de las estampas que la familia guardará para siempre. «Siento orgullo de padre, lógicamente, además porque juega en mi misma posición. De delantero lleva solo dos años, pues antes acostumbraban a ponerlo de interior por la izquierda», relata el progenitor, quien ahora vive en la piel de su hijo muchas de las experiencias que antes paladeó y disfrutó en primera persona. Casi un centenar de partidos de experiencia en Segunda B avalan al mayor de la saga. En el Playas Pájara de Jandía, en el Vecindario, en el Universidad de Las Palmas... «Disfruté mucho», sentencia.

La historia del hijo va también ligada al cuero. Empieza en benjamines en el Atlético Tacoronte, al poco tiempo aterrizó en el Sporting Tenerife y es en infantiles de segundo año cuando le llama el representativo. «Estoy feliz porque al dedicarse a lo mismo que yo, que es intentar meter goles, puedo aconsejarle lo que yo sé, lo que yo viví», cuenta el ahora entrenador de la base, que ha centrado esta segunda parte de su carrera en el ámbito de la formación.

Al hijo, como al padre, los números le avalan. «Se le caen los goles», dice uno de sus entrenadores en la base. 28 el año pasado y 30 esta temporada, cuatro de ellos con el Tenerife B, con el que sueña con consolidarse el próximo año. ¿Cuestión de herencia genética? «Genes, mentalidad y un poco de fortuna para estar en el momento adecuado en el sitio adecuado. Pero sin trabajo, no hay nada», cuenta el mayor de los Fran, que jugó hasta los 43 y firmó una de las carreras más longevas y reconocidas en el fútbol tinerfeño. De hecho, llegó a ser el jugador más veterano del grupo canario de Tercera.

«Pero antes todo era diferente», responde. Desde los cuidados o las costumbres, que ahora se llevan «a rajatabla y al milímetro», hasta el tipo de fútbol que se practicaba, «que también ha variado». «Yo me quedo con cosas maravillosas como el respeto del gremio y las experiencias en Segunda B, claro». Le faltó triunfar en el representativo –sí jugó para el B– pero eso va a ser cosa del hijo. «Por supuesto deseo que llegue a lo máximo pero del fútbol me quedo sobre todo con las relaciones humanas», dice el padre, quien sonríe cuando elogian a su hijo incluso más por sus valore como compañero que por los goles, que marca de todas las formas y colores: «Se tiende a compararnos, pero él tiene más llegada que yo».

Obviamente muchas de las conversaciones en el entorno familiar en Tacoronte giran en torno a la pelota y a la portería. Es inevitable. «¿Que cómo veo a mi hijo?Soy su mayor crítico. Él me dice que nunca le digo las cosas buenas. Quiero que sea mejor que el padre, esa es mi aspiración, pero pienso que eso es normal porque todo padre tiene ese deseo en cualquier ámbito de la vida. La mayor de la recomendaciones es que trabaje y tenga los pies en el suelo», completa. Lo demás, viene de fábrica.

Elogios blanquiazules

Los merecidos adjetivos elogiosos para el pequeño de los Sabina van mucho más allá del entorno familiar, donde además cuenta su padre que es exigente y poco dado al regalo fácil. Cuenta Mazinho, entrenador del B, que seguramente le habría dado más minutos si no fuera porque ha sido «muy importante para el Tenerife C» que pilota Cristo Marrero. Es ahí donde Fran ha emergido como un delantero que maneja todos los recursos, como así atestigua Jony Vega, jefe de captación del representativo. «Es tan bueno como el padre, pero me refiero ahora a los valores humanos. Todo lo que transmiten, es bueno», resume.

Fran Sabina, con la Copa Heliodoro conquistada el domingo.

Fran Sabina, con la Copa Heliodoro conquistada el domingo. / El Día

Y aunque resulte difícil el ejercicio de abstraerse de su condición de padre para hacer solo de analista, el Sabina entrenador escruta así a su hijo y afronta sin complejos la comparación. «Yo quizá era más rápido que él, pero también influye que tener el centro de gravedad más bajo –era su caso– facilita y contribuye a eso;pero él tiene mejor trato de balón, mejor remate al primer toque y físicamente es mucho más fuerte. Tal vez le falta un poco de malicia como delantero, pero eso se va cogiendo con el tiempo», advierte. Palabra de papá.