Ramis, una leyenda con las puertas abiertas

El entrenador recibe el homenaje del club a dos partidos del final de su etapa como técnico blanquiazul. «No sé si nos encontraremos, pero haré por encontrarnos», asegura.

Julio Ruiz

Julio Ruiz

Con 122 partidos como entrenador –a falta de dos de la Liga 22/23– y 69 como futbolista, en las temporadas 94/95 y 95/96, Luis Miguel Ramis Monfort (Tarragona, 25/7/1970) recibió este viernes la distinción de Leyenda blanquiazul. El acto tuvo lugar en el estadio Rodríguez López y sirvió como homenaje a un técnico que llegó al club –regresó, en realidad– en noviembre de 2020 con el objetivo de evitar el descenso, que rozó el salto a Primera en el curso posterior y que tomó la decisión de no seguir su carrera en el representativo a partir del ejercicio venidero.

En nombre de los profesionales que se unieron al Tenerife junto a él, como ayudantes –José Manuel Gil, Miguel Ángel Fernández e Iván Madroño–, aseguró que finalizan esta etapa «contentos, alegres y satisfechos», pero también, a título individual, «con cierto dolor»por no haber podido dar continuidad al «proyecto» que había comenzado. «Pero entiendo que es algo que forma parte de las idas y venidas del fútbol», matizó.

Un tinerfeñista más

Hablando de salidas y entradas, aseveró que nunca se desvinculará ni del club ni de la Isla. «No sé si nos vamos a encontrar o no, pero yo haré por encontrarnos», prometió para añadir que ese acercamiento se producirá, en sentido figurado, «arriba o abajo del balcón», cuando se celebre el éxito que rozó hace poco más de un año en la final del playoff perdida ante el Girona.

Porque Tenerife ha sido y será para Ramis algo más que un lugar en el que ha desarrollado una parte de su vida laboral. En el verano de 1994, con 24 años recién cumplidos, firmó con un equipo que se codeaba con los grandes de Primera. Siendo canterano del Real Madrid, tras formarse en el Nástic, aquel prometedor central entró en el equipo blanquiazul como parte de la operación de traspaso de Fernando Redondo al club blanco. Ahí empezó su «idilio» con la Isla. Y no tardó en conectar, en sentirse como en casa. «Sois una gente tan potente, sois de tanto color, sois alegría, transparentes como el mar que os rodea... Sois especiales», improvisó Ramis cuando tomó la palabra, avisando antes que, por la emoción, no sabía si iba a llegar al «minuto 90».

Pero sí lo hizo. Con entereza, seguramente con la procesión retumbando por dentro, y sin dejar a nadie fuera en el reparto de agradecimientos, ni a los jugadores –bromeó con Aitor Sanz garantizando su inclusión en la alineación del partido contra el Burgos tras sus cariñosas palabras–, ni a los dirigentes, ni a los técnicos, ni a los auxiliares, ni a los empleados del club, ni a los periodistas, ni a los aficionados, ni a sus amigos...

En su intento de condensar lo que había vivido en el Tenerife, eligió un adjetivo tan «sencillo» como eficaz. «Ha pasado algo bonito», dijo mirando a sus hombres de confianza, a los que quiso poner en situación antes de empezar su aventura en común en la Isla en la temporada 2020/2021. «Los tres se irán llorando de aquí, pero yo les avisé: no sabéis dónde vamos. Pero yo sí lo sabía», confesó.

Ramis calificó como «maravillosas» sus dos temporadas como jugador, una con Vicente Cantatore y la siguiente con Heynckes, con el premio de la clasificación para la Copa de la UEFA. «Estoy seguro de que este club va a vivir otra vez momentos de esas características», vaticinó pensando en un hipotético regreso a las competiciones europeas. «Después tuve una etapa profesional intermedia bastante prolongada en la que mi vinculación y mi idilio con Tenerife continuaron», comentó sin pasar por alto que tiene dos hijos «maravillosos de sangre canaria».

En todo ese tiempo, durante su formación como entrenador en la cantera del Real Madrid y su etapa en el Almería y el Albacete, tuvo el presentimiento de que algún día acabaría dirigiendo al Tenerife. «Sabía que podía pasar», reveló. «Estaba convencido de que así iba a ser, y cuando tuve la posibilidad, no quise defraudar a nadie, porque sé cuál es el arraigo de este equipo: lo he vivido, lo he sentido, lo he abrazado... Esa responsabilidad quedó grabada a fuego desde el día que llegué. Ycreo que hemos cumplido en gran medida. No conseguimos lo que queríamos –el ascenso–. Lo perseguimos con mucha ilusión y con emoción, y no pudo ser. Pero son etapas que se terminan y hay que recibir con alegría la que comienza», expresó.

Aunque se quedó con la pena de no subir a la máxima categoría con el Tenerife, pudo cumplir el «sueño» de volver a ver el Heliodoro lleno. «Rememoramos los tiempos que viví como jugador», destacó. En definitiva, disfrutó de «tres años espectaculares»en los que sintió el respaldo de sus compañeros de viaje en todo momento. En particular, puso de relieve la «implicación» de los futbolistas, «cómo se han dejado querer, cómo han recibido el mensaje, cómo trabajaron mañana, tarde y noche con un sentido de la responsabilidad enorme, porque también entendieron lo que era venir aquí».

El impacto en Aitor Sanz

Uno de esos jugadores, Aitor Sanz, ejerció de portavoz del grupo. Al capitán le «impresionó» el mensaje de Ramis en el primer entrenamiento. «Estábamos en una situación delicada, coqueteando con el descenso y éramos un equipo escaso de confianza», describió el madrileño. «Y en la primera charla, nos dijo que él no había venido para salvar al equipo sino a hacer algo grande, porque el Tenerife era un club diferente. Esa tarde pensé que aquel tío iba a conseguir algo importante, y vaya si lo ha hecho; más allá del mérito clasificatorio, ha implantado, desde el ejemplo, una cultura del esfuerzo y el trabajo diarios», remarcó.

El presente llevó la voz de Aitor y el pasado, la de César Gómez, compañero de equipo y de demarcación en las dos campañas de Ramis como jugador del Tenerife. «Tendrá una carrera muy larga y exitosa en los banquillos», visualizó César. «Ya viene con un recorrido, pero en el Tenerife ha plantado su primera gran semilla», opinó antes de explicarse mejor. «Hizo creer a una Isla que llevaba años apagada, que tenía miedo a hablar del ascenso», argumentó Gómez, seguro de que, «en el mundo del fútbol, los entrenadores salen normalmente de dos maneras, o muy mal o mal, y Luismi ha elegido salir bien, como lo que es, un señor».

En el homenaje no faltó la intervención de Paulino Rivero. El presidente le puso a Ramis el «sello» de «hombre comprometido con la institución». A este valor añadió otro que, a su juicio, «multiplicará» sus opciones de éxito como entrenador, el «liderazgo» que ejerce en su grupo de trabajo. «Pero no es autoritarismo, sino liderazgo por convicción», aclaró. En esa línea, llegó a la conclusión de que «no es normal encontrar, en el mundo del fútbol, a alguien con su equilibrio y su mesura a la hora de gestionar las situaciones». El dirigente quiso compartir, por último, el contenido de una charla que había mantenido con Ramis. «En privado le dije que me quedaba la pena de haber trabajado con él durante tan poco tiempo, y él me respondió que no hay dos sin tres. No sé si podremos juntar nuestros esfuerzos con el paso del tiempo en favor de hacer un Tenerife más grande, pero sí sé, con rotundidad, que tendrá el respeto y el cariño de la Isla y del club, y desde el punto de vista personal, mi amistad para siempre», concluyó.

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