Como en la jornada anterior, la del 2-2 en El Toralín, el Tenerife sumó este viernes un punto superando la adversidad de un gol regalado al rival, el Sporting, esta vez por una pérdida de balón de José León que aprovechó Cristo González para marcar. Los blanquiazules no perdieron la fe y, a base de empuje y arreones en la segunda mitad, lograron neutralizar la ventaja visitante. El lateral Nacho Martínez firmó el 1-1definitivo (78’).

El partido tuvo un arranque prometedor. Nada pausado. Con un Sporting vivo, bien plantado, circulando rápido, dirigido por Pedro Díaz, con Zarfino por detrás del único delantero, Cristo, marcando el ritmo de una presión ejercida con la agresividad justa. Y el Tenerife, centrado en no perder el pulso de entrada, tratando de llevar también la iniciativa y siendo incisivo por la banda izquierda, con el ofensivo Nacho y con Waldo, rápido y potente, cada vez más. Señales de buen encuentro, mejor que los anteriores en casa.

La voluntad compartida de tener el control en el medio y poner el punto de mira en la portería rival dio para un puñado de ocasiones, para satisfacción de los espectadores. Las llegadas más claras fueron locales, una con un remate fuera de Romero cerca del pico del área pequeña, tras un robo y una contra lanzada por Waldo, y otra también por el carril izquierdo protagonizada por Nacho, cuya aventura hasta la línea de fondo no encontró rematador (11’). El Sporting también llegó, pero sin estar tan cerca del 0-1. Un córner –otra vez el balón parado– hizo tambalear a la defensa tinerfeña en el 5’, y poco después fue Zarfino quien, a la media vuelta, puso a prueba a un Soriano al que se le empezó a acumular el trabajo.

El duelo continuó con esta dinámica hasta que se quebró por un regalo defensivo del Tenerife, similar al de la jornada anterior, cuando Corredera perdió el balón delante de Lacerda en El Toralín. Esta vez fue José León. El central, último jugador de la zaga blanquiazul en esa acción, se confió ante la presión de Cristo, perdió el equilibrio por un resbalón y permitió que el delantero tinerfeño se plantara solo delante de Soriano. El de Añaza anotó su primer tanto con el Sporting y como futbolista visitante en el Heliodoro. No lo celebró (15’).

El Tenerife acusó el golpe. Le entraron prisas y se mostraron imprecisos en los pases: Mellot, Sipcic, José León.... Entretanto, sin arriesgar, el Sporting quiso aprovechar para hacer más daño. Ahí, Juan Otero asumió la responsabilidad, primero con un remate desde fuera del área que sacó Soriano a córner (19’) y luego con una finalización anulada por el portero (23’), después de que el sector izquierdo de la zaga local quedara descubierto: Nacho no había bajado y tampoco tuvo cobertura.

Los blanquiazules lograron pasar el peor tramo y reaccionaron con un chispazo, un centro de Teto desde el lado derecho que, tras tocar en un rival, se marchó al larguero. Romero no acertó a cazar el rebote (20’). No fue suficiente para empatar, pero sí para entender que el partido no estaba perdido .Los de Ramis descubrieron que el Sporting también tenía carencias. Siguiendo ese camino, Iván Romero lo intentó con una volea que se estrelló en el lateral del área (30’) y Mellot puso de su parte con un peligroso centro chut (37’).

El empuje local no tuvo premio, pero abrió un camino que no condujo a nada en el tiempo restante hasta el descanso. En cambio, el Sporting volvió a estirarse y acarició el 0-2 en una clara oportunidad de Gragera -sustituto del lesionado Nacho Méndez-, de nuevo tras un saque de esquina defendido con poca contundencia.

El Tenerife retomó el partido, tras el intermedio, más decidido y agresivo en la presión, procurando finalizar cada jugada ofensiva. En cuestión de 6 minutos llegó a reunir cuatro saques de esquina, de los que solo el último terminó en remate, de Sipcic de cabeza.

El Sporting vio venir el chaparrón y lo soportó como pudo, aferrándose a su orden defensivo y protegiéndose. Esa fue su prioridad durante un rato, unos minutos en los que consiguió que se fuera apagando el ímpetu insular. De hecho, el duelo entró en una fase plana. Fue entonces cuando Ramis se animó a mover piezas. Metió en el campo a Javi Alonso y a Appiah, luego a Borja Garcés.

Con pilas nuevas, el representativo tiró de amor propio y agotó sus energías. En una caída de Teto dentro del área pidió penalti, y un centro de Mellot desde la banda derecha encontró el gol. De lateral a lateral, Nacho controló la pelota al borde del área y lo introdujo en la portería con un remate pegado al palo (78’).

A los blanquiazules les quedaba tiempo para lograr la remontada, y la tuvieron en sus botas en una de las últimas acciones, un contragolpe finalizado por Appiah que despejó a córner Mariño.