Pepe Mel calificó ayer al Tenerife como un equipo “camaleónico”. No habrá sido su intención, obviamente, pero la frase del entrenador amarillo parece un eufemismo alusivo a las mil caras que ha mostrado el conjunto de Fernández. El Tenerife perdió en tres de sus cinco salidas, encajó gol en todas y solo marcó dos veces. Jugar, juega solo a ratos. Lejos de avanzar en la construcción de un estilo, ha ido tendiendo a la improvisación, aunque ha mostrado cierta capacidad de reacción. Después de cinco salidas, la idea de juego es indescifrable. Empezó queriendo ser un equipo alto, presionante, agresivo e intenso, pero desde que encajó los dos goles en Alcorcón (primera prueba fuera), se fue diluyendo y ya en Mallorca no se le reconoció ninguna de las virtudes propuestas. Los fichajes de la última semana de mercado invitaron a un cambio de estilo (ahora tratando de dominar con la pelota) que se hizo patente en Gijón. La derrota en Ponferrada, cuatro días después, vació otra vez la propuesta, de manera que en Fuenlabrada hubo que tirar de coraje para salvar el empate. No hay un hilo conductor del que tirar: ¿Qué Tenerife toca hoy?

El derbi le llega como punto y seguido a la victoria sobre el Zaragoza. Es posible que en el planteamiento, a Fran Fernández le sigan valiendo las líneas maestras que utilizó en ese choque. Comparados con trazo grueso, hay similitudes de estilo entre el equipo maño y Las Palmas. Los dos asumen el manejo del balón, cargan el juego por dentro y se descubren bastante. Obviamente, el once de Mel es más profundo y hace más daño en sus posesiones. Si el Tenerife no sujeta a Las Palmas en el medio, tiene las de perder.

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Un partido cerrado.

El objetivo es cerrar el partido, evitar el ida y vuelta, protegerse con las líneas muy juntas para que los centrocampistas amarillos no puedan filtrar con facilidad e intentar proyectarse desde ahí hacia el ataque. El Tenerife no fue a buscar a su área al Zaragoza, lo dejó salir y lo apretó en el medio. Riesgos los mínimos, de hecho el equipo buscó a los atacantes (Suso, Sol y Nono) en largo, de campo a campo, para mantener la posición defensiva y forzar disputas contra una defensa desprotegida. El gol, en un córner, reforzó la idea.

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Adelantarse es todo.

En un derbi, como en casi en cualquier duelo de esta categoría, el primer gol abre grandes posibilidades de ganar, porque además provoca cambios de conducta del rival, que se siente entonces obligado a asumir riesgos. El Tenerife no ha logrado ponerse por delante ni una vez fuera de casa. Al contrario, en los cinco partidos le marcaron primero. El enorme esfuerzo que supuso ir a empatar fue baldío tres veces, porque acabó perdiendo en Alcorcón, Mallorca y Ponferrada. Mantener el partido a cero es determinante para tener opciones de ganar, aunque hay que poner en valor que los mejores minutos del equipo fuera de casa (con excepción del choque ante el Sporting) fueron en las fases en las que se volcó intentando empatar.

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La concentración, clave.

En particular a balón parado, hay momentos en los que el Tenerife se duerme. En esos lapsus se le fueron los partidos de Alcorcón, donde encajó un gol tras un saque de banda, y Mallorca, con un tanto de falta lateral muy evitable. Esos apagones esporádicos, en los que curiosamente rotan los protagonistas, se acentuaron en Ponferrada, con la pasividad defensiva en una acción en la que la zaga puso una alfombra a Yuri para que fabricara el tanto de Valcarce. El derbi exige 90 minutos de rigor.

Los dos rivales canarios tienen futbolistas capaces de decidir el partido. Juegue o no Araujo, Las Palmas llega al gol con su producción colectiva. El Tenerife, por su parte, ha disfrutado de opciones en todos los encuentros fuera de casa, a pesar de su deficitario balance. Cabe recordar la ocasión de Álex Muñoz en Alcorcón, en la primera jugada; el remate al palo de Jacobo en Mallorca con el 1-0; el penalti que marró Suso y el disparo a la madera de Fran Sol en Ponferrada, o la gran parada de Mariño para evitar el triunfo blanquiazul en Gijón... No obstante, hay futbolistas más desequilibrantes que el resto. En el bando amarillo es Sergio Ruiz, una revelación. Tiene una destacada técnica individual, rompe líneas con la pelota y pisa el área. En el lado blanquiazul, obviamente, la esperanza es Fran Sol, que aún no ha marcado fuera de casa, pero la fuente de peligro está en los centros de Shaq cuando se suma al ataque.