Liga Endesa

La preocupante reincidencia del Lenovo Tenerife

El conjunto aurinegro se ha acostumbrado esta temporada a dilapidar cuantiosas rentas, como los 20 puntos de ventaja que dejó escapar el viernes contra el Zaragoza

Huertas, antes de lanzar un tiro libre en el partido ante el Zaragoza.

Huertas, antes de lanzar un tiro libre en el partido ante el Zaragoza. / Carsten W. Lauritsen

Dos derrotas seguidas en casa, y ambas con un patrón muy similar: rival relativamente asequible (Obradoiro y Zaragoza), con un marcado dominio hasta el descanso, y con una segunda parte más que deficiente. Tropiezos que no solo le pueden costar muy caro al Lenovo Tenerife a corto plazo, sino que se han convertido en una peligrosa costumbre en lo que va de curso.

No entraba en las cuentas del Lenovo Tenerife caer en el Santiago Martín ni contra Obradoiro ni contra el Zaragoza. Dos rivales, sobre el papel, que se podría considerar asequibles, y ante los que sumar era casi una obligación en el objetivo de no solo terminar de enderezar su mal arranque de curso, sino para mantener intactas, antes de las dos jornadas finales, sus opciones de meterse en la Copa del Rey. Sin embargo, el CB Canarias ha decidido no ganar ninguno de estos duelos.

Decidir no ganarlo porque el cuadro de Txus Vidorreta ha dilapidado sendas rentas significativas en dos segundas mitades tan desconcertantes como para olvidar. De 13 puntos contra el cuadro gallego, y de hasta 20 tantos en el duelo frente a los aragoneses.

Regalo demasiado grande para un equipo que este curso parece ir más limitado respecto a campañas pasadas y que no se puede permitir desconexiones de este tipo. ¿Lo peor? Que lo de las dos últimas comparecencias ligueras en el Santiago Martín no se trata de casos aislados en la hoja de ruta de los laguneros, que van camino de convertir en una costumbre -muy mala- esos bajones con tan perjudiciales consecuencias.

La preocupante tendencia mostrada por el conjunto de Txus Vidorreta empezó a manifestarse en su visita al Murcia. Pese a encontrarse todavía en construcción, los aurinegros llegaron a estar 10 arriba en el arranque del tercer acto (31-41), y aunque luego aguantaron hasta el 55-57, ahí encajaron un 21-0 con una imagen que les convirtió en sparring de su rival. Un par de semanas más tarde, ante el Cholet en BCL, ese apagón se produjo casi de inicio, con un 0-20 (15-34), aunque los aurinegros tuvieron margen de maniobra para reparar su apagón y ganar con solvencia.

No ocurrió así con el Darussafaka en Turquía. Una gran puesta en escena catapultó al CB Canarias hasta un 29-47 a poco más de 100 segundos del descanso. Sin embargo, doce minutos para olvidar llevaron a los laguneros a encajar un parcial de 36-16 para verse abajo con un 65-63. Bache que le acabó costando la derrota a los de Vidorreta por 88-84.

Solo unos días después el CB Canarias pareció empeñarse en repetir un guion parecido: ganaba de 10 casi al descanso en Bilbao (34-44) y de ocho en los primeros compases del tercer periodo (38-46), antes de encajar un parcial de 13-0 para el 51-46. Ahí los de Vidorreta pudieron salvar los muebles en la prórroga para que Miribilla siga siendo una de sus canchas fetiche.

El desenlace fue muy similar en el Gran Canaria Arena, donde un primoroso segundo cuarto y una canasta de Sastre a la vuelta del intermedio colocaron al Lenovo con un más que favorable 29-47 ante el Dreamland. Pero los laguneros empezaron a sestear y vieron como el cuadro claretiano empataba a 67 un partido que los visitantes solo sacaron, de nuevo, en el tiempo extra.

Pero de tanto jugar con fuego, el CB Canarias se acabó quemando. Esta vez ante el Obradoiro. Dispusieron de 13 puntos de renta los tinerfeños al final del primer cuarto, y se fueron 11 arriba al descanso (55-44). Pero el paso por el vestuario transformó, para mal, al cuadro aurinegro, cada vez más blando y que de un 80-73 (33') acabó perdiendo por 87-92 (7-19). Ese apagón final, aunque en menor medida y sin consecuencias catrastróficas, se produjo de nuevo en Manresa, cuando los canaristas llegaron 10 arriba a falta de 37 segundos (64-74) y acabaron venciendo por solo tres puntos (76-73).

Volvió a extrapolar el Lenovo Tenerife esos bajones ligueros a la BCL. Primero en Riga, donde no pudo dar continuidad a su buen arranque (19-29) encajando un parcial de 39-21 (58-49) que a la postre tendría mucho que ver en su derrota. En Cholet, por su parte, del 12-24 del minuto 11 se pasó al 39-37 justo antes del descanso, aunque ahí los laguneros lograron escapar vivos para evitar el play-in.

Pero en una vuelta de tuerca a sus más que deficientes momentos en medio de los partidos, el Lenovo Tenerife se cortó las venas este viernes en su duelo contra el Zaragoza. Un 31-11 en el minuto 13, y un 45-27 en el arranque del tercer periodo hacían presagiar una noche de fiesta en el Santiago Martín. Todo lo contrario de lo que acabó ocurriendo con un Lenovo que volvió a asistir a otra total y preocupante desconexión.

Una reflexión obligada

Sin ni siquiera mediar un arreón significativo de su rival (llevaba 38 puntos tras casi 28 minutos), el CB Canarias fue desangrándose poco a poco. Erró el cuadro lagunero 12 tiros seguidos (ocho de ellos triples) y acabó ese fatídico periodo con un 1/14 a partir del triple inicial de Huertas. Y es que lejos de salir de ese bache, el Lenovo profundizó en él para acabar derrotado en un final que tuvo todo lo que no desearía vivir un equipo.

A los malos porcentajes en juego desde el 45-27 (6/14 en lanzamientos de dos y 1/16 en triples) se añadió un discreto 4/7 en libres, con errores de tres seguros de vida desde el 4,60: Shermadini, Fitipaldo y Fernández. A ello se unieron las prisas por remontar, malas tomas de decisiones, y además una afición que, por primera vez en años, pitó el impotente juego de los suyos, a la vez que abandonó en estampida las gradas cuando ya todo pareció sentenciado.

En el regalo más grosero realizado en años, el CB Canarias dejó el viernes una imagen muy poco usual. La de un equipo sin capacidad de reacción ante un rival terrenal, y en un tropiezo que obliga a la reflexión. La primera, interna de vestuario entre técnicos y jugadores para intentar escapar de lo que se ha convertido en una espiral de lo más perniciosa; la segunda, aunque no obligatoriamente en este orden, la de los despachos, donde mover ficha en el mercado para apuntalar una plantilla a la que, antes de llegar a enero ya se le están haciendo largos los partidos, parece un movimiento casi obligado.