Nuevo jersey arcoíris

Espectacular exhibición de Van der Poel en el mundial de ciclismo

El corredor neerlandés gana la medalla de oro en solitario tras atacar a 23 kilómetros de la meta y caer más tarde tras destrozar la carrera. Wout Van Aert (plata) y Tadej Pogacar (bronce).

El neerlandés Mathieu van der Poel se proclama campeón del Mundo de fondo en carretera

El neerlandés Mathieu van der Poel se proclama campeón del Mundo de fondo en carretera

Sergi López-Egea

El abuelo, el siempre eterno Raymond Poulidor, había ganado una medalla de plata y tres de bronce en los Mundiales. Como le sucedió en el Tour, siempre se quedó lejos del oro, el que este domingo ha conseguido su nieto Mathieu van der Poel en uno de los mejores campeonatos del Mundo de los últimos años y el que acabó con un podio espléndido. Wout van Aert (plata) y Tadej Pogacar (bronce) acompañaron al prodigio neerlandés, aunque, por mucho nombre que luzcan sobre la bici, quedaron a años luz de la maravillosa exhibición de un corredor que en este 2023 ha sido campeón del mundo de ciclocrós y vencedor de la Milán-San Remo y la París-Roubaix… ahí es nada.

Muchas críticas se había ganado el circuito de la ciudad de Glasgow. Qué si no era suficientemente duro, qué iban a llegar todos al esprint, qué era imposible atacar y una condena al más puro espectáculo ciclista. Mira por dónde, las calles de la ciudad escocesa reivindicaron el ciclismo de ataque, las ofensivas a más de 100 kilómetros de la meta y lo que tantas y tantas veces ha ocurrido en este deporte: son los corredores, con su forma de actuar, los que escriben la épica y convierten un recorrido en un territorio salvaje.

Porque salvaje fue Glasgow, con sus repechos que al final sí fueron espectaculares y decisivos, y porque sólo 51 ciclistas acabaron la prueba destrozada por Van der Poel, el primer corredor de la historia que en un mismo año se convierte en campeón del mundo de carretera y ciclocrós, curiosamente, sobre la tierra, con Van Aert, como este domingo, en segunda posición. Y, ojo, porque en estos Mundiales de Glasgow, donde la Unión Ciclista Internacional (UCI) ha reunido a todas las disciplinas, el nieto de Poulidor también puede ser la semana que viene campeón del mundo de bicicleta de montaña. Y, en octubre, de gravel.

Él nunca será un héroe del Tour, aunque haya ganado etapas y hasta se haya vestido de amarillo, lo que no hizo el abuelo. Hace unas semanas sólo se le vio lanzando al esprint a su compañero belga Jasper Philipsen. Y poco más. Pero se preparó y mentalizó para vestir el jersey arcoíris. Hasta dieron la vuelta al mundo unas imágenes de Van der Poel demarrando en los repechos de Glasgow, en la misma zona, a 23 kilómetros de la meta, donde sacó los colores a Van Aert, Pogacar y al excampeón del mundo -al final, medalla de chocolate- Mads Pedersen. Se preparó a conciencia y fue lo suficientemente listo para que una Bélgica, sin acuerdo entre Van Aert y Remco Evenepoel, que se quedó sin fuerzas de tanto demarrar, le hiciera todo el trabajo sucio.

Él iba a lo suyo, a dejar madurar al italiano Alberto Bettiol, el que atacó en la zona de avituallamiento -muy noble, aunque legal, no fue la acción-, a sacar de quicio a un Van Aert, que volvió a doblar la rodilla, y a un voluntarioso Pogacar.

El ataque de Van der Poel fue exagerado, como la ráfaga de viento que se lleva todos los apuntes cuando se abre una ventana al azar. De repente, se quedó solo al frente del Mundial. A 23 kilómetros de acabar la prueba, los neerlandeses ya empezaron a adivinar que 38 años después de haberlo hecho Joop Zoetemelk volverían a tener un campeón del mundo.

Y eso que se llevaron un susto tremendo. Llovía en Escocia. Quedaban 16,5 kilómetros. Todo atado y bien atado por Van der Poel. Toma una curva, le derrapa la rueda trasera y se da un porrazo contra las vallas. El ‘maillot’ queda medio roto, rompe el cierre de la zapatilla derecha, pero al menos la bici está intacta. Tarda un poco en volver a pedalear, pero no sólo pierde segundos, sino que enseguida los vuelve a ganar.

De ahí hasta el final fue un festival de Van der Poel, para que su abuelo, fallecido en 2019, se sintiese orgulloso… y también su padre Adrie, que en 1983 ganó la medalla de plata por detrás de Greg Lemond. Espectacular. No hay otra palabra para definir la proeza de Van der Poel.

Sólo dos españoles acabaron la prueba. Álex Aranburu fue 19º e Iván García Cortina acabó en la posición 30ª. Ion Izagirre fue el más activo pero abandonó por caída.