¿Le vino muy mal el aplazamiento de los Juegos de Tokio a la selección después de ser subcampeona de Europa en enero?

Sí, porque el equipo estaba en una dinámica muy buena. En ese campeonato de Europa rendimos a un gran nivel. Además, después disputamos un partido de la Liga Mundial en Serbia y lo ganamos. El estado de ánimo del grupo era muy bueno y creo que íbamos a tener muchas opciones en los Juegos de Tokio. Pero también teníamos que adaptarnos a las circunstancias. Estos jugadores son muy fuertes mentalmente. Han cambiado las cosas, pero no nuestra ilusión por lograr algo bonito en los Juegos.

¿Ven en esa competición la mejor oportunidad para llegar a un público no especializado?

Tristemente, cuando llegan unos Juegos Olímpicos parece que se piensa que el waterpolo va a ganar medallas con seguridad y que conseguirlas es fácil, y olvidamos todo el trabajo que hay detrás. Para los deportes minoritarios, los Juegos Olímpicos son muy importantes, porque es cuando tenemos un mayor seguimiento por parte de la prensa. Los jugadores son conscientes de ello, ven que despiertan un interés al que normalmente no están acostumbrados. A todos nos hace ilusión que pasen estas cosas y que la gente relacione el waterpolo con las medallas olímpicas.

¿Cómo ha afectado la pandemia al waterpolo?

Está siendo una situación muy dura para todos, sobre todo para los jugadores. Ellos han ido recibiendo un palo tras otro desde el inicio de la pandemia: primero se pararon las competiciones nacionales, luego pasó lo mismo con las europeas de clubes, después se cancelaron los Juegos Olímpicos de Tokio, más tarde se suspendió la Liga Mundial... Pero tenemos que pensar que somos unos privilegiados. Este es un problema que está viviendo toda la sociedad y sabemos que hay mucha gente que lo está pasando muy mal. No debemos quejarnos, sino trabajar y adaptarnos a esta situación como hacen todos.

Siendo jugador del Barceloneta visitaría más de una vez la Isla. ¿Cómo recuerda aquellos partidos con el CN Martiánez?

Como jugador sufrí mucho aquí en la época del Martiánez. Aquel fue un equipo muy temible en su casa. Cuando venías a Tenerife, sabías que ibas a sufrir. Recuerdo que la afición llenaba la piscina. Espero que en un futuro se repita todo eso. Pero lo importante es que Tenerife siempre ha estado ligada al waterpolo nacional. Esta siempre fue una plaza muy importante. En la época dorada de este deporte y de la selección, se venía mucho a entrenar aquí. En cuanto al presente, tengo constancia de que se está trabajando muy duro para poner a Tenerife en el punto que merece.

¿Qué valor le da a que se intente mantener la llama encendida en lugares como Tenerife?

Es muy importante que mantengamos la llama encendida a nivel estatal en sitios como Tenerife, Madrid... Todo el mundo sabe que el centro del waterpolo está en Cataluña, pero desde dentro tenemos claro que si queremos crecer como deporte, necesitamos ese empuje de otras comunidades. Si te paras a pensar, en esta selección hay muchos jugadores que están en clubes de Cataluña, pero tenemos a Alberto Munarriz, que es de Pamplona, a Miguel de Toro, que es de Sevilla, a jugadores de Madrid... Eso es riqueza. Nos interesa que el waterpolo crezca y que los clubes de otras comunidades den un gran nivel.