El propósito de reinar a los pies del Olimpo se evapora a las primeras de cambio. El Iberostar Tenerife sucumbió ayer ante el Casademont Zaragoza en los cuartos de final de la BCL por lo que se le escapa su sueño de levantar su segunda Basketball Champions League. Cayeron los laguneros en otro encuentro irregular y en el que acabaron acusando el escaso fondo de armario exhibido ayer por Txus Vidorreta, prácticamente en mano de sus primeros espadas -en especial Shermadini- a los que finalmente les acabó pesando el cansancio. Hasta cierto una paradoja teniendo en cuenta la profundidad de banquillo de los laguneros, ayer huérfanos de rotación. Porque así lo decidió su técnico (Fran Guerra ni Sergio Rodríguez saltaron a la cancha), y porque las prestaciones del resto dejó mucho que desear. Cavanaugh no ha terminado de comprender que tiene que ser más duro, Bogris simplemente no está y no mira a canasta aunque reciba completamente debajo del aro, López se empeña pero no le llega para aportar delante, y Díez jugó ayer con una marcha de intensidad menos de las que suele.

Con Gio, Huertas, Doornekamp y poco más tirando del carro, al Canarias no le quedó otra que acabar claudicando frente a un adversario que mostró, de largo, un mayor deseo e intensidad. Aquel que le permitió dominar el rebote (43 a 33), el de su aro para correr de manera puntual, y el ajeno para disponer de segundas opciones con las que abrió una significativa brecha tras el descanso (61-51). Aún así, los laguneros no se doblegaron y a base de paciencia llegaron con vida al tramo decisivo. Ahí a Shermadini le faltó el aire y a Vidorreta le sobraron las protestas -derivadas en una técnica-, aquellas que permitieron al Zaragoza poner la puntilla desde el tiro libre (7/8) frente a un Iberostar cortocircuitado. Una imagen que, preocupante, no es la primera vez que sucede.

Ya no estuvo acertado el Iberostar en el arranque (1/6 en tiros de campo), si bien arregló esa deficiencia primero controlando su propio rebote y luego tirando de Shermadini, que con su gancho compensó las acciones con las que Thompson le había hecho daño en el otro aro (7-8). Pero en ese tramo el Zaragoza demostró tener más recursos, con Benzing explotando una y otra vez su cuerpo ante un flojo Cavanaugh (siete tiros en el primer cuarto), y Hlinason reeditando sus buenos minutos del Santiago Martín y al que Bogris ni las ayudas para evitar sus continuaciones pudieron frenar (20-14).

Momento complicado para un equipo atascado en ataque y sin gran acierto desde el perímetro. Al rescate aparecieron Salin desde el arco, Doornekamp sacando rédito de sus penetraciones por línea de fondo, y un descomunal Shermadini, tanto a la hora de postear, como llegando en segunda oleada. Así, el georgiano se fue hasta los 12 puntos en 14 minutos para culminar un parcial de 5-15 (25-29).

Le estaba saliendo bien la jugada a un Vidorreta que apostó por tener tres pequeños en cancha (Huertas, Fitipaldo y Salin o López, e incluso con Doornekamp de cuatro), fórmula con la que los laguneros alcanzaron su máxima renta (27-32).

Pero esa capacidad para que el Zaragoza apenas corriera y toda esa intensidad del small ball canarista lejos del aro no tuvo su continuidad cerca de canasta y la ausencia de alguna ayuda, el no poder cerrar el rebote defensivo, ni contener los centímetros de Thompson derivaron en un 10-2 (37-34), otro bache que aún así fue arreglado por los tinerfeños gracias al redoble de la intensidad fuera de la zona y la paciencia en campo ofensivo. Un palmeo de Shermadini (14 puntos y tres rebotes para 16 de valoración) llevó el duelo al intermedio con una mínima renta para los isleños.

La puesta en escena canarista tras el paso por el vestuario fue bastante deficiente, en especial atrás, donde los de Vidorreta permitieron tres acciones seguidas de tres puntos, alguna de ellas dando la sensación de una alarmante falta de intensidad (48-43). Con Hlinason intimidando en su zona, el conjunto lagunero recurrió al perímetro para mantenerse con vida (50-51 con los triples de Doornekamp y Díez). Solo un espejismo, porque los isleños mantuvieron su endeblez defensiva, siendo incapaz de frenar el brío de Brussino, las penetraciones de San Miguel y Ennis, los centímetros del citado Hlinason y las ganas de los maños de ir una y otra vez al rebote ofensivo.

Con un palmeo de Thompson tocó fondo el Iberostar (61-51), huérfano de Shermadini en todo el tercer cuarto y condicionado por un Fitipaldo cruzado y que encadenó cuatro errores en ataque. Aún así, tres libres del propio base uruguayo y una canasta de Huertas sacaron de entre las cuerdas a los aurinegros (61-56). Recuperación a medias porque el Iberostar mantuvo su espesura en el epílogo del tercer periodo y el inicio del cuarto. Con Gio más fallón que en el arranque como principal exponente de la dificultad para anotar, los mayores problemas canaristas llegaron, sin embargo, en el otro aro, ya que los de Vidorreta no estuvieron sólidos en los bloqueos y permitieron de nuevo varias segundas opciones para que la renta rojilla volviera a crecer hasta el 70-63 tras triple de San Miguel (34'). Sin cincos natos en ninguno de los dos equipos el Canarias se agarró como pudo al partido (74-72 y 76-74) pese a errar algunos tiros libres.

Llegó incluso el Iberostar a igualar con una nueva aparición de Shermadini (76-76, a 2'30"), pero entre un triple fallado de Fitipaldo, una mala transición defensiva (2+1 de Brussino), una pérdida, y un error de Gio bajo el aro terminaron de cortocircuitar a los canaristas, que de una tacada perdieron a su center con cinco faltas, y a su técnico tras recibir la segunda técnica. Infalible en los tiros libres, el Zaragoza puso la puntilla (82-76). Con apenas 53 segundos por delante los aurinegros no pudieron (y pese a que Dornekamp tuvo en su mano el triple para el 85-84 a 15" de la conclusión) repetir la machada del pasado sábado en Murcia.