Los jugadores del Iberostar Tenerife estaban citados el jueves 12 de marzo en el Santiago Martín. El objetivo inicial, empezar a entrenarse para dejar atrás el tropiezo de la BCL contra el Oostende, y a la vez empezar a preparar el duelo de ese sábado contra el Granca. Sin embargo, su presencia en el parqué del recinto de Los Majuelos se limitó a una charla. Se empezaba a tomar muy en serio eso del coronavirus, un revés sanitario que ya había alcanzando al plano deportivo, con varios choques a puerta cerrada en los días previos. Al Canarias le iba a tocar de lleno más pronto que tarde.

Medidas previas. Por ello, y ante la más que segura suspensión de la siguiente jornada en Liga Endesa (se confirmó apenas unas horas después), la plantilla canarista decidió parar y esperar acontecimientos. En su particular plan de contingencia ya ordenado previamente, varias líneas maestras. Desde lavarse bien las manos, no acudir a zonas públicas cerradas como restaurantes y, en la medida de lo posible, reducir su vida social a ir de su domicilio al pabellón y de ahí vuelta al hogar. La idea inicial, que esta inesperada rutina se alargara "una semana o como mucho dos", reconoce el preparador físico del club, Xisco Sanz. Pero todo ha cambiado.

Una situación a ciegas. La orden de confinamiento dictada ese sábado obligaba a afrontar algo diferente ante un corte de cuajo de su rutina. Y ahí los equipos han tenido que "reinventarse" a la espera de una posible vuelta a las canchas. Trabajo en casa, sin contacto alguno con el balón, y que ya ha superado unos 30 días de lento discurrir. Todo, en medio de "una situación nueva para el mundo del deporte ya que", explica Sanz, "es la primera vez que en el mundo occidental reciente nos enfrentamos a una pandemia". Una adaptación a ciegas, puesto que "nadie, por mucho que se ha rebuscado, ha encontrado bibliografía sobre un caso así".

Mantener el nivel. En esa preparación a oscuras la idea principal de estas semanas es "tratar de mantener un nivel condicional óptimo por si se reinicia de nuevo la competición". Aunque dicha referencia "no sea ahora mismo nada exacta", reconoce Sanz. En este sentido, el técnico aurinegro habla de "tomar como referencia los parones que hay en ligas de fútbol en invierno, como por ejemplo en Rusia", si bien admite que la diferencia es notable: "Ellos no pierden el contacto con el balón ni con el césped".

El problema viene después. Define Sanz su propósito, en un paralelismo a la jerga empleada estos días, con "intentar aguantar en el pico la curva del estado de forma" de los jugadores. "La condición física básica la podemos mantener durante mucho tiempo, y más con estos deportistas, que son de élite", recalca antes de poner sobre la mesa los peros. "El problema surgirá cuando vayamos a empezar la competición, ya que vamos a estar quizá dos meses sin un trabajo específico de cancha, con la dificultad que eso supone en un deporte de equipo donde hay oponente y contacto", argumenta.

Trabajo específico. El no conocer, de entrada, cuál iba a ser la magnitud del parón también ha condicionado la labor programada por Sanz. "En las dos primeras semanas sí se mandó un trabajo más o menos genérico, mientras que en la tercera y en la cuarta ya hemos metido algunas acciones específicas de baloncesto, como las aceleraciones y las desaceleraciones, los saltos y los aterrizajes", explica Xisco, que también habla, en la hoja de ruta más reciente, de algunas labores "más específicas del juego" como "acciones de rebote, desplazamientos defensivos y otras como entradas y stunts [aproximación al compañero tras pase]". ¿Lo que tocará en las siguientes semanas del confinamiento? "Pues trataremos de reinventarnos", deja en el aire. Hasta cuándo es otra cuestión que ni él ni nadie puede responder ahora mismo.