El punto es bueno. Sé que muchos miraban ya de reojo al sexto puesto, ilusionados con la posibilidad de meterse en la lucha por el playoff si se mantenía la racha positiva de este 2020. El partido ante el Rayo Vallecano, más que un freno a esa ilusión un tanto irreal pero lícita, es un baño de realidad. No va a resultar sencillo alejarse de los cuatro últimos puestos y es ahí donde hay que poner los ojos y toda la atención.

Desde ese punto de vista, el empate vale oro. El Tenerife está ahora algo más lejos del cuarto por la cola (el Real Oviedo), al que le saca cuatro puntos. Lo visita además en quince días, por lo que mantener o aumentar esa renta la próxima semana le permitiría acudir más tranquilo al Nuevo Carlos Tartiere ese todavía lejano domingo de piñata. Lejano porque no le da a los de Rubén Baraja para pensar más allá del próximo choque. "Partido a partido", pedía el técnico en la rueda de prensa previa a la visita del Rayo. "Perspectiva", clamaba ayer.

Toca tener los pies en el suelo, mantener el ánimo y las gradas del Heliodoro tan pobladas como ayer. Porque la permanencia, aunque sepa a poco en estos momentos o supiera a nada en agosto, la hubiéramos firmado todos después de Riazor. Por tanto, cabeza, paciencia y, como dice Baraja, "perspectiva".