Voleibol | Fran Rodríguez Receptor del Cisneros Alter

Fran Rodríguez, jugador del Cisneros Alter: "Este será mi último baile"

El jugador tinerfeño señala que en el regreso a la Superliga tras 28 años ausente, el equipo lagunero tiene que ser ambicioso aunque esa una temporada complicada

Fran Rodríguez posa con los últimos títulos de su equipo.

Fran Rodríguez posa con los últimos títulos de su equipo. / María Pisaca

El veterano receptor tinerfeño confiesa que la temporada con el equipo de Finca España será la última de su trayectoria deportiva en la que ha jugado en cinco equipos y en las que ha ganado cuatro ligas, dos Copa del Rey y tres Supercopas, además de ser internacional en más de 100 ocasiones y ganar una Liga Europea, la de 2007.

Ha firmado la renovación por el Cisneros una temporada más. ¿Se puede decir que ya es su último baile con casi 43 años a sus espaldas y más de 20 en el mundo del voley?

Sí. Este será mi último baile, sin duda [risas], aunque sigue siendo el último desde hace ya muchos años y si no, que se lo pregunten a mi mujer. Pero sí, este es el último reto planteado.

Una gran satisfacción volver a la Superliga en el club en el que se formó, ¿no?

La verdad es que sí. Es un éxito que en ningún momento me lo plantee a nivel personal cuando empecé a compartir equipo con el Cisneros hace seis años y la verdad es que la consecución de la temporada pasada con todo lo que se ganó fue un espectáculo. Entonces claro, al final te pones otro objetivo más y vas un poquito más lejos. Luego a nivel personal, con el espíritu, la edad y el desafío vamos a apretar fuerte a ver qué podemos conseguir con todo esto.

¿Y qué le ha dicho la familia?

Hombre, todo tiene su parte positiva y negativa. ¿La positiva?, pues el que siga participando en el equipo, mi aportación desde la experiencia y el reto de conseguir cosas... esa motivación extra de la que habrán mañanas en las que me arrepienta de tomar la decisión. Pero al final cuando estamos ahí y vamos superando cosas las disfrutamos. También es positivo porque mi hijo me sigue teniendo como referente en el deporte, al igual que mi mujer. Negativo, porque no estoy con ellos en el tiempo libre o los fines de semanas, con lo que la dedicación es menor. Esto es esporádico y al final tengo una fecha de caducidad y ya está a la vuelta de la esquina, no hay otra [risas].

Lo que está claro es que el DNI se nota, 43 años, entre un equipo de veinteañeros.

Por supuesto, la cantidad de compañeros que me han tocado compartir en estas última temporadas con menos de 30 años, e incluso, con menos de 15, son muchos y ya se está juntando la edad que tiene mi hijo con la de compañeros con los que comparto los entrenamientos [risas]. En serio, ya se nota, pero la clave de todo esto es compartir un deporte, conseguir triunfos y hacer crecer a la gente para que puedan alcanzar sus sueños.

Desde esa posición, dicen algunos compañeros que da un punto de equilibrio al equipo dentro y fuera de la cancha.

Está claro que la experiencia en cualquier ámbito de la vida se basa en los momentos que has vivido en las mismas situaciones. El que exista una persona que avise por dónde pueden venir los tiros, pues creo que es fundamental. Normalmente el jugador se refugia en la figura del entrenador, y luego tienes un compañero dentro de la cancha que tiene ese punto de experiencia que no tienen el resto de los jóvenes. Ya el año pasado con la incorporación de la gente de fuera se ganó un poco de experiencia y vivencias a nivel de nacionalidades distintas y enfoques deportivos. Este año se amplía aún más ese rango de experiencia y desde este punto aportaremos nuestro granito de arena para conseguir dar un plus al equipo.

¿Y no le da vértigo volver a estar en esta situación?

Sí, a nivel personal, en el que siempre está el miedo de conocer hasta dónde puedo llegar, ver qué es lo que puedo aportar según mi cabeza me dicte y no confundirme, digámoslo así, con lo que viví en el pasado. Lo que viví está lejos de las circunstancias a nivel de estado físico, mental y de dedicación. Entonces bueno, estoy tranquilo y convencido de que daré todo lo que tengo, que es lo mismo que llevo haciendo durante los últimos años en los que la cosa empezó por echarme un par de toques y mire dónde estoy otra vez [risas].

El Cisneros regresa a la Superliga 28 años después. ¿Qué se encontrará y qué le espera en la máxima competición esta temporada 23/24?

Mucho trabajo y mucho sufriemiento. Ahora las cosas cambian. Estamos acostumbrados a disputar una categoría en la que aspirábamos a ir ganando todo o, por lo menos, estar luchando por estar en la parte alta. Pues ahora tenemos un equipo que ha mantenido parte de la base y que suma refuerzos que hay que engranarlos. Competiremos con un montón de conjuntos que están un escalón por encima en cuanto a experiencia y grupos se refiere, y entonces lo que le puedo decir a los compañeros es que este año va a ser uno de mucho sufrimiento.

Ojalá me equivoque, pero creo que van a haber más derrotas que victorias, algo totalmente opuesto a lo que nos ha pasado en este camino de sufrimiento hasta alcanzar el momento en el que estamos. Hace dos temporadas se hizo un equipo para intentar estar arriba, pero hubo un nivel altísimo y no fuimos capaces nunca de pasar de este quinto o cuarto puesto de los seis mejores equipos de la Superliga 2. Fue un poco frustrante llegar a la Copa del Príncipe o la fase de ascenso e irnos mal. Creo que este año va a ser un poco por el estilo añadiendo que la competición liguera va a ser igual de complicada que esos momentos de los que acabo de hablar.

Entonces las claves...

Habrá que tener mucha paciencia, aprender de los errores y ser duros de cabeza para ser capaces de llegar al final con el trabajo hecho.

El entrenador, Matías Guidolín, apuesta por un paso más allá de la permanencia.

Sí hombre. Todo está abierto a que pueda ser así. Lo que está claro es que la ambición no quita la cautela. Vamos a aspirar alto, pero con la conciencia y el aplomo de saber que cada partido va a ser una batalla a muerte. Al final en las diferentes etapas de la temporada haremos cuentas y veremos si nos ha dado un nivel para estar donde queríamos o no. Al final hay muchos factores que influyen en una temporada larga en donde van a haber lesiones, desencuentros, pelea, malos viajes, enfermedad... hay muchas cosas que al principio no se tienen en cuenta, pero que llegarán. Hay que establecer la pretemporada para saber dónde está el equipo, luego el primer partido de liga, más tarde ver dónde están los rivales y luego acaba la primera vuelta para conocer dónde estás. Ahí es donde veremos qué es lo que hacemos y qué tenemos que cambiar o no.

¿Qué piensa del equipo que se está conformando con las renovaciones de Fran Duque, Erick Costa, Adrián Oliva o la suya y los fichajes de Mario Dovale, Daniel Macarro y Gabriel del Carmen, de momento?

Es un equipo que mantiene bastantes jugadores del año pasado, con lo cual el grupo humano se consolida, así como el cuerpo técnico con Matías al frente. Todo eso es bueno porque se le da continuidad al trabajo y las incorporaciones que se han sumado vienen a sumar experiencia a nivel nacional e internacional. Entonces, las expectativas son buenas en cuanto a jugadores y ahora vamos a comprobar si los rendimientos son acordes a esas expectativas.

Por último. Lleva más de 20 años en el voley. ¿Cuáles han sido sus mejores y peores momentos de su trayectoria?

Cada situación ha sido diferente. Por suerte me han tocado vivir muchas cosas buenas y alguna no tanto, pero todas han sido especiales en su momento. El primer título porque era el primero, luego un doblete o conseguir el triplete con el Cisneros ya con una edad y mi hijo viéndolo siendo consciente, por ejemplo. Cada consecución de cosas ha sido importante y no destacaría ninguna. ¿Los malos? Pues las lesiones, malas temporadas, expectativas no cumplidas... cosas que van quedando ahí. Pero siempre han ganado las cosas buenas en todos los sentidos.