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A la caza del sueño americano

Los gemelos isleños Guillermo y Jorge Díaz Graham inician este curso su periplo en la Universidad de Pittsburgh l Su paso por la IMG Academy de Florida, adaptación previa

Los gemelos Díaz Graham. Andrés Gutiérrez

Sin hacer mucho ruido durante su formación, Guillermo y Jorge Díaz Graham se han cocinado a fuego lento. Con la calma suficiente para dar, en el momento ideal, el gran salto. Aquel al que pocos se han atrevido en el basket tinerfeño. Una barrera casi infranqueable para la mayoría. Ahora, los gemelos chicharreros quieren poner fin a esta tendencia.

Quizá no brillaron como lo hiciera Rubén Mayo, ni despuntaron como Sergio Rodríguez; tampoco llamaron la atención desde pequeñitos como sí hizo Nacho Guigou; e igualmente, por citar un ejemplo de su propia generación, no fueron tan superiores como Miguel Allen. Ni Guillermo ni Jorge Díaz Graham se erigieron como jugadores desequilibrantes durante buena parte de su etapa de formación. Apuntaban maneras, y destacaban básicamente por su gran altura. Centímetros por encima de la media condicionados, eso sí, por una notable delgadez. Ahora ha llegado su verdadera explosión.

Paciencia y perseverancia.

El de estos gemelos chicharreros (el 29 de junio cumplieron 19 años) ha sido un caso de paciencia y perseverancia. Su «trabajo y desarrollo continuos» –como lo definen ellos mismos– han derivado en una explosión relativamente tardía. Eclosión que les llega en el momento de la verdad. Cuando la promesa queda al borde del abismo que marca la línea entre el fin de las categorías inferiores y el profesionalismo. Un precipicio al que Guillermo y Jorge darán una mayor dosis de funambulismo al marcharse a Estados Unidos. Tradicionalmente un paso casi imposible para el jugador isleño. Habitualmente, una experiencia sin grandes réditos para aquellos que se atrevieron a emprenderla.

Acabar con la maldición.

Ahora, los hermanos formados en el Santo Domingo primero y en el CB Canarias después quieren acabar con esta especie de maldición. Lo harán en los Panthers, el equipo de la Universidad de Pittsburgh, cuyo conjunto milita en la Division I de la NCAA. Será su segunda experiencia en USA tras su estreno este pasado curso en la IMG Academy de Florida. Una parada inicial en la que la confianza que le dio su entrenador, Jim Carr, resultó clave para que su cambio no resultara traumático.

Un salto más sencillo.

Haber vivido ese primer año a modo de rodaje se antoja vital para que el paso a dar por Guillermo y Jorge no resulte tan abismal. Ventaja, sobre el papel, que ellos mismos verbalizan. «Haber ido a la Academia hará que las cosas sean más fáciles porque ya hemos dado ese salto y vivido la experiencia de irnos solos los dos juntos», reconoce Guille, junto a su hermano ya «acostumbrados y casi adaptados a la vida de Estados Unidos». Para el otro gemelo, la experiencia previa fue básica. «Antes de ir estaba bastante asustado en todos los aspectos, sobre todo por el idioma; no me veía allí para nada», admite Jorge, que ahora, «ya habituado» se siente «casi como en casa».

Dimensión superior.

Pero lo que los Díaz Graham van a vivir desde finales de mes se encuentra en otra dimensión superior. La que los estadounidenses confieren a prácticamente todos sus deportes universitarios. «Como si fuera algo sagrado», afirma Jorge, que ya ha palpado este verano, y durante varias semanas, lo que se respira alrededor de los Panthers. «El ambiente de allí no lo he vivido aquí nunca. La gente te ve por la calle y te reconoce, en el aeropuerto también me paran… Es algo increíble», relata el más pequeño –por unos centímetros– de los hermanos.

Con los pies en la tierra.

Una relevancia y casi condición de estrellas con la que estos dos tinerfeños tendrán que lidiar. Aunque Guillermo parece tener claro el antídoto, inyectado a conciencia en estas últimas semanas. «Lo bueno de volver a casa es que ves a tus amigos de siempre y te recuerdan que para ellos sigues siendo un pringado; eso te ayuda a mantenerte con los pies en la tierra», apunta entre risas. «Es verdad que cuando estás allí la gente habla de ti, salen artículos en los medios… Y si todo el mundo te dice lo bueno que eres y el futuro que tienes, corres el riesgo de que se te suba a la cabeza. Pero cuando vuelves aquí y estás con tus amigos de siempre...», añade como segunda reflexión.

El Europeo U20, gran escaparate a nivel nacional

El gran año que firmaron Jorge y Guillermo en la IMG Academy (algunos rankings los situaron en el Top150 en una lista de más de 10.000 jugadores elegibles) despertó el interés de varias universidades norteamericanas, y además les sirvió para para darse a conocer a lo grande -baloncestísticamente hablando- al otro lado del charco. Una relevancia incluso mayor que la que pudieron tener aquí antes de su marcha. La presentación en sociedad de ambos tuvo lugar hace dos veranos en el U17 FIBA Skills Challenge, pero fue en julio cuando el apellido Díaz Graham realmente cobró protagonismo a este lado del Atlántico. Lo hizo con Guillermo, integrante de la selección española que ganó el Europeo U20. «Nunca pensé que fuera a jugar un Europeo, pero ahora lo he hecho y además lo he ganado con una generación de un año más grande que yo; fue una experiencia increíble», dice el ala pívot. Su hermano no tuvo la misma suerte, y pese a estar en la lista inicial de 16 convocados por España, no pasó la criba definitiva. Revés que Jorge convirtió en motivación extra «para seguir trabajando». Y lo hizo yéndose varias semanas a Pittsburgh, donde ganó en adaptación al que será su hábitat los próximos cuatro años. Una residencia a casi 6.000 kilómetros de casa, pero no sinónimo de olvido para el basket nacional. El elevado número de españoles que últimamente han dado el salto a la NCAA permitirá que Guillermo y Jorge puedan jugar a dos bandas: mantener vivo su sueño de alcanzar la NBA, y a la vez seguir contando para la Federación Española. C. G.

Conocimiento mutuo.

Otra de las teóricas ventajas con la que partirán Guillermo y Jorge en su nueva aventura es su conocimiento mutuo. «Que seamos hermanos y llevemos jugando juntos tanto tiempo es algo que nos gusta, porque así nos compenetramos, tanto dentro como fuera de la cancha, y eso, al final, es algo que repercute en el equipo. Nuestro entrenador nos dice que le encanta cómo nos leemos la mente», revelan los gemelos.

Un destino exigente.

Frente a las posibles ventajas, los gemelos tinerfeños tendrán que lidiar con alguna dificultad añadida a las ya habituales para un foráneo. De entrada, Guillermo y Jorge pudieron elegir universidades y conferencias de menos calado, pero se decantaron por Pittsburgh y unos Panthers ávidos de buenas sensaciones tras varios años de malos resultados. Una necesidad que se plasma en una «plantilla con mucho jugador de último año, incluso uno de sexto», tal y como admite Guillermo, todavía –como su hermano– en su curso freshman. «Obviamente ahora los minutos serán muy complicados de conseguir, pero de cara al año siguiente tendremos la oportunidad de progresar», comenta con perspectiva Guille. «Será una temporada de adaptación y desarrollo… De picar piedra antes que de resultados», añade Jorge.

El sueño de la NBA.

En el horizonte «el sueño de cualquiera; lo más grande para un jugador», la NBA. Una meta aún tremendamente lejana, pero no imposible para estos tinerfeños. «Hace dos años me lo parecía, pero ahora, sinceramente, creo que si seguimos trabajando y tenemos unos buenos años allá...», comenta en tono optimista Guillermo. Afirmación que ratifica su hermano: «Las condiciones las tenemos, ahora toca trabajar para ello. Creo que vamos en el buen camino». Ese objetivo mayúsculo requerirá de trabajo y también de grandes dosis de «suerte», aquella que por ahora les «ha acompañado» en sus primeros pasos por Estados Unidos. La misma que necesitarán a su lado en los próximos años para poder acabar con esa especie de maldición que ha caminado de la mano de la mayoría de tinerfeños que han dan decidido cruzar el charco en su última etapa de formación.

El peso, mejora obligada pero no urgente


Como los demás baloncestistas en formación que han decidido marcharse a Estados Unidos, el desarrollo físico jugará un papel vital en los deseos de Guillermo y Jorge por hacerse un hueco en el profesionalismo. Más aún, en sus respectivos casos, los de dos jóvenes de una complexión sumamente delgada. Y de ello son conscientes los Díaz Graham. «Lo del físico se lo toman muy en serio; es algo casi sagrado y se le dedica prácticamente el mismo tiempo que a los entrenos con balón», advierte Jorge. Una dedicación obligada, pero que en la actualidad no obsesiona a los gemelos tinerfeños. «Ganar peso allí no será complicado, aunque por ahora no nos metemos demasiada presión con este tema, básicamente porque hasta que no terminemos de desarrollarnos no experimentaremos un cambio muy grande», añade Guille. Mientras adquieren esa masa muscular, los gemelos tirarán «de otras herramientas para que esa desventaja» no les influya. | C. G.

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