AMALGAMA

Años de pulsión

El pintor José Dámaso venía de más atrás, ya diseñaba salas como el Acapulco en la turística Isleta, y participaba en la fiesta artística internacional con César Manrique, incluidas sus vueltas por Studio54 y los entornos de Andy Warhol o Divine

‘Encajes’ (1967), de la serie ‘Juanita’.

‘Encajes’ (1967), de la serie ‘Juanita’. / Pepe Dámaso

Juan Ezequiel Morales

Juan Ezequiel Morales

Para analizar lo más auténtico del artista José Dámaso, como lo de cualquier humano tocado por el arte o el pensamiento, vayamos a su juventud. E ir a su juventud histórica es ir a su contexto histórico, lo que nos permite ir a una memoria histórica sin censuras legales. ¿Y cuál es el periodo histórico en el que empezamos a ver el desarrollo primario de sus propuestas? Los años 70, en los que no solo se desarrollaba el arte y el pensamiento porque moría el periodo dictatorial marcado por el generalísimo, sino que también eran años en los que la guerra fría alcanzaba su máximo. Solo bastaba —yo lo hice— ir a la Unión de Repúblicas Soviéticas, con Breznev borracho y al mando, para saber que el mundo era muy oscuro por allá y menos oscuro por acá, y con un muro puesto por los dictadores de izquierda, ubicados en plena Europa. Los años 70, en Canarias fueron especialmente generadores de una serie de pintores, del estilo pintura-pintura, acompañados cada uno de su filosofía, a los que incluso se llegó a denominar como Generación de los 70, y eran tan clásicos en su quehacer como vanguardistas en sus propuestas.

El pintor José Dámaso venía de más atrás, ya diseñaba salas como el Acapulco en la turística Isleta, y participaba en la fiesta artística internacional con César Manrique, incluidas sus vueltas por Studio54 y los entornos de Andy Warhol o Divine, siendo que, en 1974, Dámaso fundó e inauguró, junto a César Manrique, el Centro Polidimensional El Almacén, en Lanzarote, y expusieron ambos en la Galería de Arte El Aljibe. Hay que tener en cuenta que José Dámaso tenía por entonces cuarenta años, estaba en plena creatividad, y en medio de un contexto que se definía mucho por aquella época como de pulsión eros-thanatos, y eso se veía mucho en sus propuestas artística, de las que dispongo de algunas, que me proporcionó Marcela Yurfa, en mi pinacoteca. Pero voy a fijarme, concretamente, en el atrevimiento de José Dámaso con un arte entonces incipiente, el cine, en el sentido de que llegaba, a ese denominado séptimo arte, el aventurerismo experimental. Fue por aquella época en la que llegó la visión de Gritos y susurros (1972) de Ingmar Bergman, de escaso diálogo, onírica y llena de tormento emotivo, soledad e incomunicación, protagonista en Cannes y los Oscars; y en Rusia, en junio de 1975, ganaba el mayor premio de cine la película Dersu Uzala, de Akira Kurosawa.

También por la época la música no popular investigaba en lo aleatorio, como lo hacían John Cage o Karlheinz Stockhausen. La extensión del LSD y sucedáneos psilocibínicos, terminaba de estallar las cabezas y sacar al pensamiento y el arte de los cauces escolásticos, y ahí estaba el Dámaso de los 70. Y acometió la filmación de La Umbría. Volvamos a recordar que cuarenta años son en un artista los años del entusiasmo, cuya etimología está en el griego enthousiasmós, que podría traducirse «posesión de Theus», o Zeus, o sea, posesión divina, la cual tenía que estar viva en José Dámaso después de quince años en plenitud con la expresión artística que, en aquella época, también era política, pero no en el sentido ideológico, sino en el sentido de ir a la libertad, de conquistar la libertad, de hacer lo que se quisiera, de romper límites, marcados por las oscuras políticas del comunismo y del fascismo. La posibilidad de filmar se empezaba a popularizar y, de hecho, en junio de 1975 la empresa Sony introdujo la videograbadora Betamax para la venta al público. Y José Dámaso empezó a filmar con una cámara Super 8, primero, y luego grabando a 16 mm, que fue como hizo su trilogía: La Umbría (1975), Requiem para un absurdo (1979), y La Rama (1988), además de participar como actor en películas de otro pintor afincado en Canarias, Miró Mainou (en los cortometrajes Super 8 Simbiosis y Sexoquemado, de 1974). La Umbría, con actores agaetenses, fue una obra en la que coparticipó su amigo Agustín del Álamo, y utilizó como artistas a nativos de Agaete (Gela del Álamo, Ofelia Tadeo, Sary Medina, Gloria Medina, Antonio Medina, Javier Tadeo, Rosaura Alemán), y dirigió la fotografía el experto vasco Ramón Saldías (que filmó luego El chou de Cho Juaa, en 1978, y la famosa Kárate contra La mafia, en 1980), además de tener música de Falcón Sanabria, y contar como base una obra teatral de Alonso Quesada: una familia atacada por la peste tuberculosa, la muerte y los espectros de los antepasados, y utilizando como locación una vieja casa del Valle de Agaete, aún en pie, la Casa Roja de la finca Las Longueras. El revisionado de La Umbría hoy día genera sentimientos encontrados: el ansia de volver, por el efecto mítico del eterno retorno, a aquellos tiempos donde la enfermedad acababa con los amores y las vidas apacibles, la oscuridad y el esfuerzo en las zonas apartadas, donde convivían los valles paradisiacos, la feracidad de la flora, la majestuosidad de las montañas y la apacibilidad alegre de la costa y la playa. Pura vida, y pura muerte, plasmada espectralmente, como era propio de aquellos, también, tiempos espectrales. Entro en el film La Umbría, porque eran momentos en los que el cine afectaba al inconsciente colectivo, época de La Naranja Mecánica (1971) o 2001, Odisea en el espacio (1968), cuatro y siete años antes que La Umbría, pero el espectador se nutría de esas imágenes en movimiento de forma casi paradigmática.

En el propio año 1975, el Chile de Pinochet apretaba con la represión, las FARC colombianas secuestraban al cónsul de los Países Bajos, en Argentina se iniciaba el operativo de contrainsurgencia y se aplastaba a los Montoneros, en Bolivia mandaba el general Hugo Banzer, en Uruguay mandaba Juan María Bordaberry, en El Salvador mandaba el coronel Carlos Humberto Romero, en Perú, Francisco Morales Bermúdez encabeza un golpe de Estado contra el gobierno del presidente Juan Velasco Alvarado, en Argentina, un putsch ponía en el poder militar a Jorge Rafael Videla, quien meses después encabezaba un golpe de estado contra María Estela Martínez de Perón. El continente sudamericano estaba tomado por militares. En Camboya caía Phnom Penh ante los jémeres rojos liderados por Pol Pot, que fundaron la comunista Kampuchea Democrática donde se cometió uno de los genocidios comunistas más bárbaros, en Vietnam caía Saigón y terminaba la guerra. En Reino Unido llegaba Margaret Thatcher a liderar el Partido Conservador británico. EEUU hizo, entre 1945 y 1992, 1129 pruebas nucleares, y en los años setenta eran continuas y preocupantes. En Italia se aprobaba el aborto terapéutico. En Australia empezó a emitirse la televisión a color. En España la Ley 14/75 promulgó para las mujeres casadas la igualdad frente a sus maridos. Las teologías de la liberación se enfrentaban al conservadurismo de la Iglesia católica, y el teólogo Hans Küng fue condenado al silencio. Irán e Irak establecieron la frontera entre ambos países. En Arabia Saudita, el rey Fáisal era asesinado por un sobrino. El ajedrez mundial, con Fischer y Karpov llegaba a su máximo antes de que la máquina de Inteligencia Artificial Deep Blue los venciera y convirtiera a los hombres en seres inferiores a aquellas máquinas que por entonces eran inferiores a las actuales. Bill Gates y Paul Allen fundaban Microsoft. Sikkim dejó de ser una monarquía y se integró en la India, Mozambique se independizó de Portugal, Cabo Verde se independizó de Portugal, las islas Comoras se independizaron de Francia, Santo Tomé y Príncipe se independizaron de Portugal, Papúa Nueva Guinea se independizó de Australia, Angola declaró su independencia de Portugal, Surinam se independizó de Países Bajos, Indonesia invadió Timor Oriental. Y Canarias inició su proceso de independencia, pero fue frustrado de raíz entre varias intrigas, asesinatos e intentos de asesinato. En Guipúzcoa y Vizcaya finalizaba el estado de excepción, los GRAPO cometían su primer asesinato, la dictadura ejecutaba los últimos fusilamientos, a 3 miembros del FRAP y 2 de la banda terrorista ETA. En octubre, el príncipe Juan Carlos de Borbón asumía interinamente la Jefatura del Estado español, por enfermedad del general Francisco Franco, en noviembre Marruecos invadía el Sáhara español, en lo que se llamó la marcha verde, y días después, el 20 de noviembre, murió Francisco Franco y se inició la Transición, el 22 de noviembre se proclamó rey de España a Juan Carlos de Borbón. No olvidamos la Bienal de Venecia de 1976, un año después de La Umbría, en la que la izquierda artística española se hizo presente con ferocidad, la denominada Bienal Roja, con Picasso o Miró, opositores al régimen. En fin, poniendo en contexto estos pocos hechos del mismo año de La Umbría, las tensiones que afectaban a la historia fueron precisamente representadas por arte de José Dámaso, especialmente en su estética cinematográfica, en cuanto a la oscuridad espectral de aquellos tiempos de Destrucción Mutua Asegurada, en tanto los individuos vivían, gozaban y morían bajo ese cielo del que siempre se esperaba ver caer misiles nucleares. Y como siempre a la humanidad le divierte volver a las andadas, tornamos otra vez a un momento histórico que se vuelve umbroso.