Entrevista | Alexis Ravelo Escritor y fundador del festival Aridane Criminal

«Proponemos que Aridane Criminal sea un espacio de debate enriquecedor»

«La novela negra ayuda a centrar el debate, tanto el ético como el político, o por lo menos lo ilustra»

El escritor grancanario Alexis Ravelo, fundador y director del Festival Aridane Criminal, en una foto de archivo.

El escritor grancanario Alexis Ravelo, fundador y director del Festival Aridane Criminal, en una foto de archivo. / Andrés Cruz

Quedan pocos días para celebrar la tercera edición de Aridane Criminal. Entre el 18 y 22 de enero la Isla Bonita volverá a ser el reducto de crímenes, robos, malversaciones y tropelías cometidas por autores de deriva tricontinental, ¡en sus mentes!. El escritor Alexis Ravelo, fundador y director del encuentro, hará encajar las tres trama que orbitarán alrededor de la corrupción, la diversidad de las lenguas y el equilibrio intergeneracional. 

La primera edición de Aridane Criminal se hizo en el contexto de la pandemia, el año siguiente vino la erupción del volcán de La Palma, y ahora llega la tercera. ¿Hay, tal vez, demasiada calma?

La apocalipsis zombie estaba encargada, pero creo que es para primavera [risas]. En realidad, La Palma todavía está recuperándose de la erupción volcánica, todavía hay gente fuera de sus casas y en busca de ayuda. Dentro de lo que cabe, es la primera edición en la que no hay nada que condicione demasiado la celebración del evento. Dicho lo cual, la primera vez salió estupendamente, la segunda también, y esperamos a que ahora ocurra igual.

La inauguración corre a cargo del escritor Jon Arretxe. El protagonista de sus novelas, Touré, es un inmigrante burquinés que hace de todo. Viene al dedillo con la actualidad en Canarias en la que la inmigración sigue siendo un drama diario sin solución. ¿Esto es una primera declaración de intenciones?

Como lector canario, siempre me he sentido cercano a las historias de Arretxe porque retrata la vida de un inmigrante que se busca la vida, como tantos que vienen y están aquí. Es una declaración de intenciones, y también es acercarse a una narrativa que, en realidad, sentimos muy cercana. Pienso en Antonio Lozano, que se inspiró en estas personas para luego usarlas en sus personajes.

¿Qué singularidades trae esta edición?

Una de las líneas fuerza de este Festival tratará sobre la corrupción, ¡y estamos en año electoral! En varias de las mesas trataremos sobre cómo la novela negra funciona como vehículo privilegiado para tratar la corrupción. En una de las mesas en donde dialogaremos sobre esa corrupción estarán Marta Prieto, cuya novela está ambientada en León y habla del ámbito local, también, Francisco Zamora intervendrá con el contexto de Guinea Ecuatorial, y Javier Díaz Carmona, autor vasco con conocimiento de corrupción económica, y Claudia Piñeiro, quien ha abordado el asunto en muchas de sus novelas. Como aperitivo, de entrada, contaremos el Día del Espectador con la película La jungla del asfalto, que muestra los vasos comunicantes entre la pequeña delincuencia y el delito de cuello blanco. Otra línea importante de esta edición es la diversidad del género en el país, ya no solo pensando en lo escrito en español, sino en las lenguas cooficiales cuyas realidades literarias a veces ignoramos. Vamos a tener una mesa muy bonita con Jon Arretxe, el mayor de todos con novelas de serie en euskera, mientras que Diego Ameixeiras lo hace en galego con tramas al estilo crook, y Núria Bendicho, la nueva voz de la narrativa catalana que con una sola novela, Tierras muertas, ha sorprendido absolutamente a todo el mundo por su calidad y esfuerzo narrativo en un contexto rural. En paralelo, mantenemos la mirada hacia África con el propio Francisco Zamora Loboch, procedente del único país del continente en el que la lengua oficial sigue siendo el español, dato interesante, ya que se trata de una realidad cultural que nos debería resultar muy cercana, pero sigue siendo muy ajena. Aparte de todo esto, siempre nos intentamos acercar a la tradición de la novela negra: el primer año fue más clásico, la segunda entrega profundizó en la novela hispanoamericana, y este será con el polar debido a que la novela negra francesa tiene una tradición interesantísima que influyó más de lo que parece en nuestra novela negra de la Transición, ¡ y hacemos por primera vez una mesa dedicada a nuevos autores canarios!

¿Cómo se siente al pasar el testigo a estas generaciones?

¡El testigo no se lo vamos a pasar a nadie porque seguimos en la carretera! [Risas]. Ellos son absolutamente libres, no siguen una tradición ni escriben en la estela de José Luis Correa, Carlos Álvarez, que fue uno de los primeros, o la mía, y me parece muy bonito. Por ejemplo, Esteban San Juan ha montado un thriller bastante hitchconiano en época de pandemia, algo que no se nos habría ocurrido.

Hablando de jóvenes generaciones, viene ese año electoral con una desafección abundante. ¿Cómo cree que se traspasa ese contexto político a la novela, más cuando, como decía aquella frase, «es curioso cómo a veces tenemos que contar la verdad a base de mentiras»?

La novela es una imagen especular del mundo en el que ha sido escrita. Más que desafección política, hablaría de desorientación: vivimos en tiempos muy confusos y esa frase de Marta Prieto en la que comenta que tenemos que contar mentiras para poder acercarnos a la verdad —casi un tópico utilizado por los novelistas—, hacer referencia a cómo esas ficciones te ayudan a poner un poco de orden y a entender mejor el mundo. Los que hacemos novela negra intentamos atraer al lector, divertirlo, e incomodarlo para que se haga preguntas y entienda mejor las realidades que están pasando. Es más, nuestras ficciones ayudan a centrar el debate, el ético y político, o por lo menos los ilustra, lo cual nos permite volver a repensar la política porque algo muy peligroso en tiempos de desafección es saber que esa misma desafección es la puerta a la antipolítica, es decir, el fascismo.

El año pasado fue el asalto al Capitolio, este año Brasil, y aquí han pasado varias cosas, como Cuna del Alma, que provocó la protesta ciudadana. ¿La Palma es reducto de calma o como autores tienen que hablar?

Los autores siempre tienen que hablar sobre todo lo que está sucediendo y, de hecho, siempre hemos propuesto que Aridane Criminal sea un espacio de debate. No somos una feria de muestras en donde vienen a vender su libro y ya está. Al contrario, nos interesa que haya debates variados, enriquecedores, sin miedo, donde se pueda hablar de todo, debates arduos y variados. Todos esos temas que me comentas es posible que salgan, o no, pero queremos ese diálogo que está al pie de la calle. Cuando hablamos de Canarias y de problemas en los que chocan la ética, la política y la economía, terminamos en los atentados contra el territorio. Supongo que saldrán algunos, como Cuna del Alma, que me parece muy ilustrativo de cómo se hace política aquí.

En España, el género está consolidado, a la vez que en África queda por explotar.

Es un empeño, tanto mío como comisario del Festival y de Javier Rivero Grandoso, director de la Cátedra Antonio Lozano de la Universidad de La Laguna, en que no demos la espalda a esa realidad cultural que tenemos tan cercana y a la que siempre somos ajenos: la literatura africana. Pienso en novelas como Camarada papá, de Gbaka Brede, y en que, constantemente, salen textos interesantísimos. Sin embargo, no tienen suficiente espacio en nuestro mundo editorial y cultural. Por esta razón, tenemos el Espacio Antonio Lozano, en donde acogimos el año pasado a la autora nigeriana Oyinkan Braigthwaite, y siempre trabajaremos en traer autores de África porque en Canarias se nos llena mucho la boca hablando de tricontinentalidad, pero, al final, resulta ser bicontinentalidad, ¡vamos de Europa a América y le damos la espalda a África!

Y empeñados en mostrar la diversidad de edades y de paridad.

Y, al mismo tiempo, estamos muy interesados en las lecturas que están en las fronteras del género, como el caso de Valeria Correa Fiz, quien escribe cuentos que, a lo mejor, podrías no incluirlos dentro del género negro aunque sus relatos tienen ese aroma desasosegante, o Antonio Altarriba, autor de cómic reputadísimo, que ha trabajado tanto la memoria histórica desde un plano absolutamente personal, sea El arte de volar, inspirado a la muerte de su padre que sufrió el exilio durante la época de franco, o su último cómic editado Yo, mentiroso, el cual trata sobre un asesor de un partido político en la España actual. Nos acercamos a la novela negra, pero no a la más estándar, sino que en lo criminal hay una riqueza y variedad que debemos mostrar al público que nos viene a ver. Lo más bonito de estos festivales es que cuando vienes a ver al que ya conoces, descubres a otros.

¿Cómo ve el tránsito entre la novela y el cine, que siempre está en Aridane Criminal?

La novela negra es uno de los pocos géneros literarios que nace después del cine en el año 29, así que son dos disciplinas que van dialogando constantemente, crecen juntas y toman préstamos una de la otra. Por eso, empezamos con El Día del Espectador, donde Elio Quiroga hace una charla super divertida con esta película de John Huston. Aparte, en el taller que ofrecemos esta edición contamos con Carlos Bassas, que, además de estupendo novelista, es un guionista de primera división y profesor de guion. Va a enseñar a los participantes el lenguaje de la técnica más básica para escribir ese guion de cine y, luego, hacer el ejercicio de adaptar una página literaria a lo cinematográfico. Será muy interesante, sobre todo para los que van al cine y dicen esa frase de, «me gustó más el libro»: es muy difícil adaptar.

¿Qué espera de la tercera edición de Aridane Criminal?

Esta es la tercera edición y eso quiere decir que ya hay festival, como dicen los programadores. Entonces, espero que haya una cierta consolidación del proyecto y, también, el reencuentro con nuestro público y con uno nuevo. Noto que hay un público muy agradecido al que el festival aporta cosas y se siente muy agradecido, tanto como para repetir, y eso está muy bien.

¿Hay nuevo libro en camino?

En otoño saldrá mi nueva novela. De hecho, se va a titular Buscarse la ruina y recupero algunos personajes canallas de otras. Mis últimos libros han sido éticamente densos y me apetecía volver a ese submundo de pequeños delincuentes, con lenguaje de la calle, esos personajes golfos, así que, veremos qué tal sale, pero yo me estoy divirtiendo mucho haciéndolo.

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