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Punto en común entre el tiempo y la mente

El Ateneo de La Laguna inicia el año con la exposición 'Veladuras, banderas y cuerpos'

'Mujer subiendo una escalera' de Paula Calavera en la Fundación Mapfre Guanarteme. Andrés Gutiérrez

Paula Calavera, Elisa Pinto y Mencía Machado se dan la mano en ‘Veladuras, banderas y cuerpos’, la primera exposición organizada por el Ateneo de La Laguna en este año 2022. Las jóvenes «actúan en el ángulo muerto de la representación pictórica». Eso es al menos lo que ellas afirman en esta muestra que se podrá visitar hasta el próximo 13 de abril, de lunes a viernes, en la Fundación Mapfre Guanarteme.

Las artistas tinerfeñas Paula Calavera, Elisa Pinto y Mencía Machado se reúnen por primera vez en una exposición colectiva de la mano del Ateneo de La Laguna. La institución cultural aún no dispone de sede física tras el incendio que asoló el edificio que ocupaba hace unos años en pleno casco histórico, pero se ha aliado con la Fundación Mapfre Guanarteme para comenzar el año con una propuesta cultural. La muestra Veladuras, banderas y cuerpos, que se inauguró el pasado jueves 20, se podrá visitar en el espacio lagunero hasta el próximo 13 de abril.

Más de una quincena de obras de las tres artistas plásticas se dan cita en esta exposición que las autoras no descartan que sea la primera de muchas otras en común. La pintura, el tiempo y la memoria son los ejes de esta muestra en la que ninguna de las autoras pierde su sello de identidad y en la que a la vez todas han encontrado un punto en común para expresarse a través del arte.

Alba González, encargada de escribir el texto descriptor de esta exposición, afirma que "se puede encontrar la pintura entre las sobras secas de acrílico que quedan en la paleta, en las latas de espray cuando las abres en canal y en la piel manchada de una artista". Todas estas posibilidades son las que se muestran en Veladuras, banderas y cuerpos, en la que cada creadora se expresa a través de las herramientas con las que más cómodas se encuentran trabajando.

Elisa Pinto explica que esta exposición ha contado con un importante trabajo de preproducción. Dado que era la primera vez que las tres jóvenes compartían espacio expositivo, quisieron construir un discurso común. Fue con esta primera toma de contacto con la que comprendieron que "teníamos muchas cosas en común, como el color o la temperatura de nuestras obras", afirma Pinto. En este sentido, Paula Calavera añade que "yo sabía que tenía cosas en común con Elisa, pero al empezar a trabajar entendí que había muchas más cosas que nos relacionaban, como la mirada sobre el tiempo o sobre lo que consideramos pintura".

Se dan cita una quincena de obras, algunas de ellas realizadas para esta muestra en concreto

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En todos los casos, las artistas exponen tanto obras que ya habían realizado con anterioridad como otras hechas específicamente para esta exposición. "Todas hemos incluido aspectos en nuestras obras que de otra forma no habríamos abordado", reconoce Pinto quien expone cuadros como Me duelen las rodillas o Espalda doblada, dos pinturas anteriores a esta muestra pero que tienen mucho que ver con la concepción de esta iniciativa "sobre la levedad y el tiempo". La joven también participa con una pieza realizada con telas que llevaba tiempo en su mente y que ahora se ha podido materializar gracias a la aportación económica del Ateneo de La Laguna. "Hacía tiempo que tenía planeado hacer algo en tela y cuando vi una de las instalaciones de Mencía, pensé que esta era la mejor manera de comunicarme con su obra", explica la artista.

De este modo, junto a la instalación de Pinto se encuentra otra de Mencía Machado, que consiste en una peana hecha con latas de spray abiertas en canal con unos trivales que al mismo tiempo aparecen en otra pieza de fotografías arrugadas pegadas en la pared. Con esta obra, la autora pretende llamar la atención sobre dónde está el límite entre lo que es pintura y lo que es objeto empleando el esmalte en otras superficies que no son el cuadro.

Entre las aportaciones de Paula Calavera destaca la obra Mujer subiendo una escalera. Se trata de un lienzo de 10 metros lineales pero en la sala solo se exponen cinco con la posibilidad de que el público vaya girando el lienzo para ir descubriendo las diferentes escenas propuestas por la creadora. Esta pieza es una reconstrucción realizada a través de imágenes que Calavera tenía en su móvil y que fueron realizadas durante dos años: “Fui seleccionando imágenes a partir de ejes psicológicos”. Esta era una obra que la creadora tenía prevista desde hacía tiempo puesto que “quería trabajar sobre la memoria visual, pero no fue hasta que lo puse en común las demás que se concretó la pieza, aunque de manera diferente a como la había enfocado al principio”, concluye.

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