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El Tanque, 25 años de cultura

Abierto desde 1997, en 2022 cumplirá su primer cuarto de siglo como espacio para el arte | Un estudio aborda su origen y valor

El espacio cultural capitalino. E. D.

Una investigación, apoyada por el Gobierno de Canarias, a través del Instituto Canario de Desarrollo Cultural, actual gestor de El Tanque, y desarrollada por la consultora Crowplan, ha analizado el proceso social por el que ha tenido que pasar el antiguo bidón de petróleo de la Refinería, para ser “indultado” (con la amenaza de ser demolido desde 1998 hasta 2014 en que fue declarado BIC).

Los resultados del proyecto cultural de investigación Espacio Cultural El Tanque 25 años de batalla, se presentaron ayer y mostraron un proceso inédito en la historia cultural de las Islas y que cumple 25 años como espacio cultural en 2022. El estudio plantea por qué como sociedad, la ciudad de Santa Cruz de Tenerife ha tardado tanto tiempo en asumirlo como espacio dentro de su historia cultural.

Si el propio Espacio Cultural El Tanque es original e innovador, su historia también. El Tanque 69 es un enorme bidón que sirvió durante muchos años para el refinado de crudo, que forma parte de la iconografía de la ciudad, y que se ha convertido en un vestigio de la memoria industrial de la ciudad. Este Tanque, que sobrevivió a la última demolición para dejar paso al crecimiento de la ciudad hacia el sur, es hoy un marco insólito e irrepetible de Cultura. La investigación concluye que durante el tiempo que lleva funcionando como Espacio Cultural ha sido considerado por los artistas que lo han usado como lo que es: un lugar inmenso, heterodoxo y sorprendente, que durante años había sido observado por la población como un elemento contaminante (junto a toda la Refinería) de la ciudad de Santa Cruz. A pesar de ello, se entendía necesario por la sociedad para el desarrollo industrial, consideración que se sigue manteniendo, pues son muchas las familias tinerfeñas que han vivido y siguen viviendo de la refinería.

La investigación defiende la conversión de este antiguo depósito de crudo en un elemento querido por la ciudad, como patrimonio industrial, recuperado para la Cultura y cuyo nuevo uso lo ha consagrado como un depósitode la memoria, de un lugar y de un tiempo. Una de las conclusiones de esta investigación es que tal vez aún falte algún tiempo más para que los ciudadanos y visitantes se acostumbren a contemplar este espacio redescubierto. Una de las medidas para conseguirlo apunta a una necesidad de mayores campañas para fomentar las visitas a su interior.

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