Transcurridas casi tres décadas después de su aparición en escena con aquel imprescindible debut homónimo de 1993, que los colocó como uno de los nombres con mayor personalidad de los noventa en Reino Unido, el grupo de Stuart Staples continua regalando joyas de pop contemporáneo con una profundidad lírica y una elegancia melódica insólita en el panorama internacional. Algo a lo que, además, hay que añadir la carrera en solitario de su líder igual de interesante, interesante y sensible.

Este Distraction, el decimotercer trabajo de la banda de Nottingham, comienza con un Man alone (can’t stop the fadin) engañoso con respeto a lo que viene a continuación, pero audaz y vitalista, con una ambiente entre minimalista e industrial que recuerda la última etapa de los Suicide de Alan Vega y algo de los combos góticos de la segunda mitad de los ochenta. Le sigue un Imagine you frío, dramático y austero en donde la voz de su líder se mueve en un ambiente desolador de instrumentos de cuerda para abordar la nostalgia y la pérdida de la forma más descarnada posible con la ausencia de florituras alrededor.

La primera, de las cuatro versiones que incluye el trabajo es el A Man needs a maid de Neil Young que el grupo británico reconvierte en un triphop cercano a os primeros Massive Attack con un manto medio soul en esta ocasión más propio de Leonard Cohen.

Más sorpresa con la lectura que realizan del Lady with the braid de Dory Previn convertida en una pieza de ese pop orquestal tan propio de sus comienzos. Pero, quizás, la mayor sorpresa se encuentre en la animada You’ll have to scream louder de Television Personalities, transformada en una pieza de funk blanco realmente estimulante.

Staples asienta a la perfección sobre el francés en ese acercamiento a la clásica chanson gala que es Tue-moi, a la que sigue una bucólica The bough bends en do n de el líder vuelve a utilizar el recurso de la voz hablada tan presente en sus grandes obras maestras como Simple pleasure o Can our love... con ese ambiente tan sugerente y adictivo marca de la casa.

Stuart Staples ya estaba alimentando las semillas para un tipo diferente de álbum de Tindersticks antes de que el parón por el coronavirus detuviera su gira a principios de 2020. Si su anterior No treasure but hope de 2019 vio a la banda redescubrirse como una unidad, esta continuación de una segunda etapa artística reconfigura esa idea para que todo lo familiar acerca de Tindersticks suena fresco de nuevo. Distractions, por tanto, es un álbum de sutiles realineamientos y conexiones de una banda intuitiva e inquieta. Las canciones, ricas en texturas y atmósferas, viven entre sus espacios abiertos y detalles, siempre encontrando nuevas formas de conectarse con los oyentes.

El resultado del trabajo se resiste a la suma fácil, y aunque no está ajeno a la era de la pandemia, Distractions no es un álbum fruto de las frustraciones y los bloqueos que se han derivado de esta época tan extraña. Como dice el mismo Staples, “el confinamiento brindó una oportunidad para algo que ya estaba sucediendo. Y eso forma parte del álbum, pero no como reacción a él”.