Anne Hathaway en una escena con Chiwetel Ejiofor.

Resultaba bastante previsible que no tardarían en llegar a las pantallas películas donde la pandemia de Covid-19 reflejara un importante peso en el guion. Confinados es una de las primeras y, a su vez, de las más decepcionantes. Personalmente, siento cierta devoción por el director Doug Liman, quien inició una de las mejores sagas de cine de acción de todos los tiempos (El caso Bourne) y llevó a cabo unos solventes trabajos en Caza a la espía y Al filo del mañana. Incluso en la desproporcionada y artificial Sr. y Sra. Smith filmó algunas secuencias cómicas de gran calidad. Sin embargo, se trata de un cineasta irregular que también ha firmado obras prescindibles, representando Confinados su ejemplo más ilustrativo.

Nos hallamos ante un relato incoherente y sin sentido que pretende sustentarse en el renombre y tirón popular de sus protagonistas y en una débil comicidad. Constituye una de esas cintas con tan poca sustancia que su idea originaria parece fruto de una desafortunada y puntual reunión alcohólica. Unos personajes poco trabajados y un relato nada interesante conforman un metraje que se estira a base de vaguedades y escenas vacías de contenido. En el fondo, la idea del confinamiento como alternativa sanitaria en la lucha contra el virus no pasa de ser una excusa endeble para narrar una tontería.

Una pareja rompe su relación en el momento menos indicado, justo cuando se impone un encierro domiciliario que retrasa su separación física, generándose desde entonces una convivencia forzosa y no deseada. Durante un par de semanas se verán obligados a compartir techo pese a sus enormes diferencias personales aunque, curiosamente, aprovecharán la coyuntura para planear el robo de una joya de las famosas galerías comerciales Harrods en Londres.

La pretensión de aunar comedia romántica, acción, thriller e, incluso, drama deriva en un estrepitoso fracaso de todos y cada uno de esos géneros y la patente sensación de pérdida de tiempo nunca desaparece a lo largo de la proyección. A pesar de los solventes profesionales que figuran en los títulos de crédito, solo cabe hablar de decepción ante el visionado de este proyecto.

La actriz neoyorkina Anne Hathaway encabeza el elenco. Ya había demostrado su valía en La boda de Raquel, El diablo viste de Prada, Interstellar, One Day o Los miserables, por cuyo papel ganó el Oscar a la mejor interpretación de reparto. En ocasiones tiende a errar en la elección de las comedias, como se evidencia en Guerra de novias, El becario o Timadoras compulsivas y da la impresión de que comienza a alternar éxitos y fracasos (y no precisamente desde el punto de comercial), por lo que sería deseable que reorientase ya su carrera profesional. Chiwetel Ejiofor es su cómplice en este desastre. Recordado por sus actuaciones en Love Actually, American Gangster o 12 años de esclavitud, poco puede hacer para enderezar este dislate.

Perdidos entre el equipo artístico encontramos algunos rostros conocidos, como el del prolífico Ben Kingsley (Gandhi, Maurice, Bugsy, La lista de Schindler, Casa de arena y niebla, entre otras) y el inclasificable Ben Stiller (Reality Bites, La vida secreta de Walter Mitty, Noche en el museo). Ignoro cómo les convencieron, pero cuesta trabajo entender que aceptaran la propuesta, ya que la constatación de que se ha desaprovechado tantísimo talento acrecienta, sin duda, el grado de desencanto. Los premios Golden Raspberry, popularmente conocidos como Razzies, fueron creados por el crítico y escritor de cine John J. B. Wilson en 1980. Su objetivo se centra en criticar con enfoque cómico las estatuillas de la Academia de Hollywood, premiando en este caso a los peores actores, guionistas, directores y películas de la industria cinematográfica estadounidense. Sus nominaciones se darán a conocer el próximo 14 de marzo y, a mi juicio, Confinados cuenta con muchas opciones para alzarse con varios galardones.