Se alonga a la presidencia de la Academia Canaria de la Lenga y sale reelegido. ¿Se considera una persona desinquieta?

¡Por supuesto! Si no fuera desinquieto estaría jubilado (Ríe). Soy, si se quiere, un poco agitado y pretendo hacer muchas cosas... Sí, me considero una persona desinquieta y, además, con gusto.

¿Acaso la publicación del diccionario de canarismos sea la actividad más visible?

Hemos publicado un diccionario básico y ahora estamos revisando la edición de uno más avanzado, también damos conferencias sobre el español de Canarias en los centros docentes y lanzamos publicaciones... Por cierto, acabamos de editar en la Biblioteca Manuel Padorno una magnífica antología poética de Cecilia Domínguez Luis, nuestra secretaria, y hay otros dos libros en imprenta. También respondemos consultas y dudas constantemente a través de nuestra web, ente otras tareas.

Presumo que habrá una tonga de canarismos olvidados en las gavetas.

De eso se trata. Estamos intentando sacarlos de las gavetas y darles vida. ¿Y cómo? Pues a través de las consultas que recibimos, sobre las que indagamos y ofrecemos respuesta. La gente suele cuestionarnos si es legítimo o no usar un canarismo que ha oído en su pueblo. ¡Pues claro que sí! Lo más habitual suele ser confundir un dialectalismo con un vulgarismo.

¿Siente magua por voces como folelé, andoriña..?

No me da magua porque para mí siguen existiendo. Estas palabras son ejemplos del español hablado en Canarias y no tengo por qué buscarles equivalente. Es verdad que hay canarismos que son propios del ámbito rural y han caído en desuso al irse perdiendo labores agrícolas y ganaderas, pero yo sigo alongándome a la ventana con naturalidad, en ocasiones siento un jilorio que... y muchas veces hasta acabo molido como un zurrón.

Pues hay quienes se acomplejan y los consideran poco elegantes, una magada, vamos.

Una de las razones de ese complejo es culpa nuestra, y hablo de docentes universitarios, enseñanzas medias y escuelas. Debemos convencer a la gente de que todos los hispanoparlantes hablamos un dialecto, que aquí es el canario y en la Península el andaluz y el castellano o español septentrional, además de las modalidades americanas de la zona andina, Centroamérica y el Caribe, Argentina y Uruguay... Nadie habla una lengua ideal que esté por encima de las demás. Que la gente tenga la certeza de que por decir perenquén o tonique no va a ser peor. Y los animo a conocer las equivalencias de los canarismos en otras modalidades y a que tengan la conciencia de que el español de Canarias no son sólo esas voces, sino asomarse, amor, madre... Las palabras generales también son nuestras.

¿Considera que existe colonización lingüística?

Siempre hemos estado interferidos. En los colegios se nos ha enseñado la modalidad castellana del español septentrional, que se ha impuesto como modélica y superior, trasladándose a la administación y a los medios de comunicación (Y lo dice remarcando cada una de las sílabas).

Entonces, los medios tienen su cuota de responsabilidad...

Son el gran problema, para bien y para mal, porque representan el modelo normal de lengua para cualquier hablante y esa es la que manda, por encima de escritores, academias, univesidades o colegios. Por suerte, las nuevas tecnologías de la infomación han contribuido a unificar el idioma, como también a expandir grandes defectos, anomalías y errores.

El Estatuto de Canarias reconoce la defensa, como también la promoción y el estudio del español de Canarias.

En el texto renovado figuran por primera vez tres artículos que lo reconocen como un patrimonio histórico que se debe promover, estudiar y divulgar. También la Ley de la Radiotelevisión Pública de la Comunidad establece que uno de los principios que deben observar los medios públicos es el de promover el uso y reconocimiento de la modalidad del español hablado en Canarias. Desdela Academia nos sentimos responsables de hacer efectivos estos mandatos institucionales. Y confío en logar más medios.

Y esa academia nuestra, ¿sobrevive o malvive?

Vive, está activa, aunque ciertamente no con el dinamismo que nosotros quisiéramos. Me siento satisfecho, aunque pueda parecer una postura de autocomplacencia. Los medios de los que disponemos no son los ideales, pero aún así estimo que hacemos un montón de cosas. Nuestra tarea no es menor que la de otras academias, excepto la RAE, claro, y los fines fundacionales se están cumpliendo al pie de la letra.

Ustedes, los académicos, ¿trabajan por amor al arte?

No cobramos nada, pero sí la gente que desarrolla su labor profesional en la institución, como es el caso de las administrativas y de algunas filólogas.

Oiga, pues no se mande a mudar, mantenga ese jeito y arráyese un millo.