En el año de la pandemia, la Real Academia de la Lengua ha incorporado en la actualización 23.4  del diccionario muchas palabras relacionadas con la situación vivida este año. Palabras como coronavirus, COVID-19, cuarentenar, confinado, antirretroviral, biomarcador, desescalada, o mascarilla, son novedades, o reciben adiciones de un lenguaje que no olvidará fácilmente toda una generación.

Las nuevas costumbres que generan el uso de la tecnología genera una serie de cambios que es recibido con aplausos por los que suelen emplearlas a diario. Históricamente la RAE ha tenido una posición conservadora respecto a incorporar cambios en la lengua rápidamente, especialmente los relacionados con nuevas tecnologías y programas informáticos, aunque se haya extendido su uso de forma generalizada. En esta edición, quizás también fruto del confinamiento, se han incorporado palabras que las redes sociales y los móviles han traído al castellano.

El emoji, esa “pequeña imagen o icono digital que se usa en las comunicaciones electrónicas para representar una emoción, un objeto, una idea” es una de las novedades del diccionario. Denostados por literarios al ser empleados con frecuencia como sustitutos de las palabras, ahora ya pueden nombrarse correctamente sin utilizar cursiva al ser parte de la lengua. Lo mismo sucede con emoticón y emoticono, utilizados desde los primeros años de la informática y que tuvieron su momento más popular cuando se enviaban mensajes utilizando mensajes sms.

El fenómeno del odio y la ofensa en las redes sociales desgraciadamente se ha popularizado tanto que la RAE ha incorporado una nueva acepción para recoger la aparición del trol  “en foros de Internet y redes sociales, usuario que publica mensajes provocativos, ofensivos o fuera de lugar con el fin de molestar, llamar la atención o boicotear la conversación”. Y si trol es es el sujeto, su acción, trolear, también es una novedad de esta edición.

La incorporación de estas palabras “tecnológicas” ha sido profusa en esta edición y la palabra avatar incorpora una nueva acepción: “Representación gráfica de la identidad virtual de un usuario en entornos digitales”.

Y, como no, una actividad que durante meses millones de personas han realizado de forma habitual a pesar de que a principios de año muchos de ellos no sabían que podía hacerse de una forma tan cómoda. Tanto videochat, el chat que incorpora funciones de vídeo y audio, como la videollamada, la comunicación simultánea a través de una red de telecomunicaciones entre dos o más personas, que pueden oírse y verse en la pantalla de un dispositivo electrónico, como un teléfono inteligente o una computadora, ya son parte de nuestro lenguaje. Han venido para quedarse.

La ampliación del vocabulario también se aplica a otros ámbitos que guardan una estrecha relación con la tecnología como coltán, el mineral compuesto de columbita y tantalita, del que se extrae tántalo para la fabricación de dispositivos electrónicos. 

Unos cambios que van a chiflar a más de uno. Sí, efectivamente, les va a gustar mucho utilizar de forma correcta el castellano.

La RAE se acerca al quinto poder

Si las novedades más destacadas del Diccionario de la Real Academia de la Lengua son los neologismos y palabras relacionadas con la tecnología, su presentación también lo fue. Un acto emitido en Youtube y en la cuenta de Twitter de la academia.

Las novedades al estilo de la Wikipedia, pueden consultarse libremente aunque en un fichero pdf. A diferencia de la popular enciclopedia universal no podemos editarlo directamente y añadir los cambios que se consideren necesarios. Estos vendrán de forma indirecta, cuando el uso de nuevas palabras, o nuevos significados de los existentes llegan a la mayoría de la población. Pero esta vez sin pandemia, por favor.