¿De tal palo, tal astilla; su futuro parecía estar escrito?

Digamos que tenía algo de presión en casa (ríe)... El periodismo es algo que está en mi vida desde que tengo uso de razón y de alguna forma pesó a la hora de tomar decisiones. Mi padre y mi hermana allanaron el camino, pero también le digo que un hermano es muy bueno en ciencias.

¿Siempre tuvo claro que esta era la mejor manera de 'ganarse los garbanzos' o llegó a explorar otras posibilidades?

Mi desembarco en el mundo de la información fue un proceso natural. Nadie me empujó. Evidentemente, hubo una parte de mí que luchó durante esos años en los que tienes que decidir ya qué es lo que quieres hacer en la vida por un oficio que ha crecido en paralelo conmigo...

Acaba de decir que nunca hubo presiones, ¿pero estar bajo la lupa de un periodista como Fernando Ónega es como tener al "enemigo" en casa?

Ja, ja, ja... Bueno, esa presión sí que ha existido. Mis mayores críticos los tengo en casa, pero eso es inevitable. ¡Venía de fábrica! Todas esas exigencias me ayudaron a crecer como periodista. Nunca entendí que una crítica, sobre todo cuando esta la hace alguien que te quiere, pudiera ser algo negativo o fuera un freno en mi carrera.

¿Entonces, es una de esas personas que encajan bien las críticas?

Las que están bien fundamentadas mejor que las que se construyen en base a rumores o mentiras. A mí me han enseñado a tener un espíritu crítico... A todos nos duele escuchar cosas que molestan, pero cuando has convivido tantos años en un entorno en el que no se suelen callar las cosas llegas a normalizar esos comentarios y, sobre todo, los aprovechas para cambiar las cosas que no están bien.

En su caso hay una sobreexposición por el hecho de alternar su faceta periodística con la de escritora, ¿no?

Las exigencias son las mismas. Un buen lector quiere que le cuentes una buena historia y mi deber como novelista es intentar cubrir esas expectativas... La escritura es un proceso que he interiorizado y que nunca ha entrado en conflicto con mi faceta periodística,

¿Qué es más complicado, pensar una novela o mantener a raya a los invitados de un reality

Es mucho más complicado contener a las fieras (sonríe)... Para escribir es necesario encontrar el instante adecuado, pero si quieres este siempre acaba apareciendo. Armar una novela no tiene nada que ver con los fuegos artificiales que se dan en un plató de televisión.

¿Cree que una profesión terminará estando por encima de la otra; quién ganara esta "batalla", la periodista o la escritora?

El mundo de la televisión tiene unos plazos; una especie de fecha de caducidad que no sueles elegir. En la escritura, en cambio, se manejan otros tiempos que no están tan cerrados. Yo supongo que esa "batalla" de la que habla la acabará ganando la escritora...

¿Sus libros "destilan" el carácter de una mujer romántica?

Aunque no lo parezca, lo soy en la vida real y en la ficción. Me gusta ver las cosas desde una perspectiva romántica... Creo que algo que está muy presente en mis libros y no me siento en la obligación de tener que renunciar a ello.

¿Ser romántica no es lo mismo que ser melosa?

Son dos términos distintos (silencio)... Aunque si ser melosa significa estar muy encima de una persona, mi hijo dice que soy bastante pesada. Con ellos sí que puede que sea melosa.

¿Qué nos ofrece en 'Mil besos prohibidos'?

Es un libro que trata de destruir la teoría de que las segundas oportunidades nunca fueron buenas. Hay amores que aparecen una vez en la vida, normalmente cuando eres joven, y se van hasta que un día deciden regresar. El destino no deja nada al azar y, por lo tanto, si una algo tiene que pasar, pasará. En ese instante es cuando recuperas la ilusión que un día se esfumó de manera plácida. Y es que el dinero no es la solución de todo, hay otros elementos que hacen que la vida tenga sentido. Sobre todo, en las cuestiones anudadas a los sentimientos.

¿Cuándo decide estar en un lado u otro?

¿Escribiendo o en el mundo de la televisión? Hay señales que indican el momento más adecuado para una cosa o la otra. Escribir se ha convertido en mi refugio; en el escondite al que acudo cuando algo en mi vida no va bien y decido explorar la ficción. Esa extensión me oxigena y, además, posibilita una relación con los lectores.

¿Y es menos ruidosa?

Que el mundo de le televisión, seguro... Yo prefiero escribir en soledad y en silencio. Hay escritores que son capaces de construir una novela en un Starbucks, que debe ser uno de los lugares más ruidosos para crear, pero yo no... Dar forma a una novela requiere de mucho equilibrio: lo emocional tiene que estar conectado con lo creativo. Contar una buena historia requiere de constancia, espacio, inspiración... y, por supuesto, algo de talento.