Mientras la vida está paralizada y los tinerfeños permanecen en sus hogares a la espera de que las medidas de confinamiento empiecen a relajarse, en las salas y museos de la Isla reina el silencio. Sus pasillos están vacíos. Las distintas obras de arte, el patrimonio histórico y los archivos que salvaguardan la historia de Canarias permanecen también aislados, como suspendidos en el tiempo. Una obra de arte no es tal si no puede ser admirada, al igual que un libro no cumple su función si nunca ha sido abierto. Mientras no vuelvan las miradas, estos fondos históricos continuarán en letargo. Sin embargo, se trata de un sueño que está vigilado muy de cerca.

Pese a que estas salas -museos y espacios en su mayoría de titularidad pública- han cerrado sus puertas, el trabajo de los conservadores y sus gestores prosigue. Por fortuna, la mayoría del patrimonio tinerfeño cuenta con sistemas de televigilancia capaces de controlar y alertar a tiempo de cualquier cambio de temperatura y humedad, por ejemplo. Mientras la vida permanece en pausa, los responsables de estos fondos siguen trabajando para que no falle nada. Se aseguran de que cuando las calles vuelvan a estar abiertas los tinerfeños puedan seguir disfrutando de la cultura.

La gestión del Gobierno

El Gobierno de Canarias En Tenerife, gestiona el Espacio Cultural El Tanque, La Sala de Arte Contemporáneo en La Casa de La Cultura y el Instituto Cabrera Pinto. A estos hay que añadir otras instalaciones en el resto del Archipiélago, como el Centro de Arte La Regenta en Gran Canaria o la Casa de Los Coroneles en Fuerteventura.

Alejandro Vidaubet es el director de estos espacios y uno de los encargados del control de la colección. Explica que se han mantenido las mismas y exhaustivas comprobaciones de seguridad y que el equipo de conservadores están acudiendo, además, a realizar las oportunas rondas de vigilancia. "Para todas las obras en depósito tenemos un sistema que mantiene en control permanente la temperatura y humedad", detalla. Además, la institución cuenta con la colaboración del personal de seguridad de cada instalación, que realiza informes que reportan cada semana y que también incluye la lectura in situ de los niveles de temperatura y humedad, dos de los parámetros más importantes a la hora de garantizar la salud de cualquier obra de arte, archivo o bien patrimonial. "Nos avisan sobre la marcha de si ha habido algún cambio o alguna bajada de palanca, por ejemplo, para tomar medidas. Estamos manteniendo todo el control de la conservación de todas las obras de arte en depósito", precisa.

Se da la circunstancia de que, cuando se decretó el estado de alarma, algunas de las salas del Gobierno cobijaban exposiciones temporales que tuvieron que ser clausuradas sobre la marcha. "En este caso tenemos otro acta de incidencias diario en el que se van añadiendo los cambios que se puedan producir", explica. A esto hay que añadir la videovigilancia y el personal de seguridad, que continúa acudiendo a diario.

"Los conservadores son los coordinadores de nuestras exposiciones y en hemos espaciado sus visitas para el tema de las obras y los informes. Estamos yendo una vez cada 15 días. Independientemente de eso, con las exposiciones temporales generalmente se hace informe de conservación de cada una de las obras tanto a la llegada como a la clausura de la exposición", aclara Vidaubet.

Este cierre sorpresivo ha convertido al Gobierno regional en custodio temporal de obras que no son de su propiedad y que pueden ser de los propios artistas, de propietarios particulares o de otras entidades que las prestan por un tiempo determinado. "La primera medida que se adoptó fue la de ampliar el seguro, que se llama normalmente clavo a clavo", aclara. La póliza, creada específicamente para las obras de arte, incluye el transporte, el embalaje, desembalaje, manipulación, instalación en todos los lugares por donde pase la pieza, incluido el servicio de aduanas. "Nos pusimos en contacto con todos los propietarios y se les avisó de que se les iría informando dependiendo de las normas que implemente el Gobierno de España entorno a la crisis", aclara el responsable. Un ejemplo de este caso ha sucedido en La Regenta, donde tenían planeado clausurar una exposición el pasado 12 de abril. "Lógicamente no hemos podido hacer la devolución de la obra en los días que estaban previstos", añade. Los responsables del departamento de Cultura esperan reabrir estas muestras cuando sea posible y mantenerlas, al menos, por un espacio de tiempo similar al que tendrían que haber estado disponibles para la visita una vez decretado el estado de alarma.

El Cabildo de Tenerife es otro de los grandes custodios de todo tipo de bienes patrimoniales en la Isla. Cuenta con una red de museos y centros que incluye, por nombrar solo algunos ejemplos, el Museo de Naturaleza y Arqueología (MUNA), el Museo de Historia del Palacio Lercaro de La Laguna y la Casa de Carta en Valle de Guerra. También velan por otros espacios como el Castillo de San Cristóbal, situado debajo de la plaza de España, o el Centro de Documentación Canarias América (Cedocam) de La Laguna. A todo esto hay que añadir TEA y los demás almacenes, donde están guardados aproximadamente en 80% de los fondos de la colección. "Tenemos unas naves en El Mayorazgo y otra parte de las colecciones está en los almacenes de TEA", indica Carlos González, el gerente de Museos de Tenerife.

González celebra que "desde hace años" la institución de la que forma parte haya decidido realizar una considerable inversión en los sistemas de control de los fondos, sobre todo en lo que respecta a la humedad y la temperatura de las instalaciones. "Tenemos unos equipos que son, literalmente, de los mejores", asegura. Se refiere a los sistemas de control y monitorización ambiental Hanwell, que además de tener una gran precisión se calibran anualmente, prácticamente con el material sanitario. "Tenemos la garantía absoluta de que todos los datos son fiables. Estos equipos están distribuidos por todos los museos y almacenes", continúa.

Hay 50 de estos medidores recabando datos de forma constante en todas las instalaciones de este tipo de titularidad insular, cifras que luego pasan a un sistema informático que los traduce en unas valiosas estadísticas y gráficas. Los datos que arrojan desde el Cabildo de Tenerife son asombrosos. Estos aparatos hacen una lectura cada tres minutos. "Eso significa que tenemos unos 12.000 datos al día, 360.000 datos al mes y a lo largo de un año hablamos de más de cuatro millones de datos. Eso te permite llevar un seguimiento muy importante de la evolución de las colecciones", matiza.

A estas mediciones hay que sumar también sistemas automáticos de control de iluminación, ventilación y deshumidificación. En este caso, y aunque también cuentan con telecontrol, en el Cabildo han decidido hacer revisiones presenciales durante la cuarentena. "Tenemos un departamento de conservación y, a parte, tenemos un personal técnico y personal de seguridad que nos ayudan con cualquier anomalía. Durante todo este tiempo no hemos dejado de ir a controlarlo, se hace una ronda diaria a cargo de personal. Aunque la mayoría de ellos están en teletrabajo, no hemos dejado de ir a controlarlo todo. Los museos están cerrados pero el personal de la unidad técnica de conservación siempre está haciendo rondas", insiste.

Las momias guanches

Mención especial merece, por supuesto, la importante colección de momias guanches y vestigios de los aborígenes de las Islas que se custodian en el MUNA. En este caso se vuelven especialmente necesarios los deshumidificadores, que funcionan las 24 horas del día. "Este tipo de control incluye al personal de seguridad, que ya sabe cómo actuar porque este no deja de ser un caso parecido a cuando el museo está cerrado por Navidad, por ejemplo. Tienen un protocolo con una ronda cada media hora, deben chequear una serie de puntos y anotarlo. A parte, están las alarmas que saltan con cualquier cambio en el ambiente y nuestro personal va periódicamente a hacer las notas de supervisión", asegura.

Finalmente, el gerente asegura que lo mejor que le puede pasar ahora mismo a una colección de este tipo es permanecer cerrada y aislada del contacto humano. Asegura que todavía se desconoce cómo puede afectar el coronavirus, que no deja de ser un microorganismo. "No solo porque puede que los objetos, como los libros, puedan ser un vector de transmisión sino porque el uso de hidrogeles o lejía puede dañarlos. No existe aún un estudio sobre cómo podría afectar toda esta situación y por eso lo mejor para preservar las colecciones es dejarlas al margen del contacto humano de momento", concluye el responsable insular.