No importa el proyecto que se le ponga por delante, porque Belén Rueda bordará el papel que le propongan. Cine, televisión, teatro e incluso actriz de doblaje. Todo eso compone el currículum de la madrileña, quien recientemente estuvo en Tenerife para recibir uno de los premios de honor del Festival de Cine Fantástico de Canarias Isla Calavera. En la Isla pudo asistir, además, a un pase de su película El orfanato: "Me hace ilusión porque hace mucho tiempo que no la veo. Solo cuando pasan muchos años desde que grabas una película la ves como un espectador más porque, si no, tu cabeza va funcionando con el rodaje, en vez de ir funcionando con la historia".

Rueda llegó a la Isla, además, tras el éxito de su último proyecto, El silencio de la ciudad blanca. Dirigida por Daniel Calparsoro, se trata de la adaptación cinematográfica de la aclamada novela homónima de Eva García Sáenz de Urturi, en la que la actriz interpreta a la subcomisaria Alba Díaz de Salvatierra.

¿Cómo ha sido la experiencia de participar en la adaptación cinematográfica de El silencio de la ciudad blanca ?

Es difícil rodar la adaptación de un libro. Sobre todo en este caso, con una historia como la de El silencio de la ciudad blanca. Yo tuve la suerte de poder hablar con la autora desde el principio del proyecto. Cuando me dijeron que íbamos a hacer la adaptación, investigué donde vivía, en Alicante, hablé con ella por teléfono y al día siguiente me planté en su casa. En este caso, se trata de novelas con un trasfondo histórico y todo ese trabajo de investigación que hacen los escritores, en este caso ella, a nosotros los actores nos viene muy bien. El problema de adaptar un libro es que hay muchas historias y al hacer una película, que va a durar como mucho dos horas, hay que elegir entre todas ellas para poder profundizar en algunas. Las historias que se eligieron para esta película, tanto por parte del guionista como por parte del director, son las mejores y consiguen una gran profundidad y empatía con los personajes, lo que hace además que el público viva su angustia.

¿Qué supone para usted la posibilidad de poder continuar desarrollando su personaje durante dos películas más, ya que la saga consta de tres libros?

Hasta que no me leí el guion completo no me leí el primero de los libros porque así pude rellenar las lagunas que me dejó el guion al leerlo por primera vez. Me he leído la segunda parte porque no podía quedarme sin saber qué le pasaba a los personajes, pero el tercero aún no me lo he leído. Estamos pendientes de que nos den luz verde para las siguientes entregas y la verdad que el trabajo que se nos plantea es muy diferente. Cuando se trata de una trilogía, los personajes pegan cambios muy bruscos y muy interesantes y radicales, y en esta saga eso va a pasar.

En los últimos años se ha convertido en un cara habitual de las películas de género fantástico, pero ha asegurado que durante mucho tiempo estas historias le daban miedo. ¿Cómo se atrevió a dar el salto a este género?

Para mí el cine siempre ha sido mágico. Te sientas en el sillón y durante dos horas estás en otro planeta, en otra dimensión emocional. Yo conecto mucho con las historias que me cuentan así que imagina lo que pasa con una película de terror o de suspense. Realmente acabo agotada. Antes sentía un miedo real. Luego, es verdad que cuando trabajas en ello sí que hay determinadas cosas que te condicionan cuando ves la película, cosas que te recuerdan al rodaje.

¿Y le gusta volver a ver las películas en las que participa?

Yo quiero verlas sobre todo porque cuando hacemos una película, entre que rodamos y se estrena, puede pasar hasta un año y siempre necesitamos refrescar la historia porque solemos estar metidos ya en otros proyectos. A mí me gusta también ver las películas porque los periodistas nos preguntan por cosas muy concretas y viéndola bien de nuevo se puede recordar todo lo vivido en el rodaje.

Este género fantástico despierta una gran pasión entre los amantes del cine que lo aman o lo odian.

Sí que es cierto. Si en general el cine no tiene límites, el cine fantástico es el rey de los no límites. Yo creo que se debe a eso. El ciudadano de a pie piensa en lo real como algo que podemos tocar pero cuando rodábamos El Orfanato y yo decía que una cosa no era creíble porque no era real, el productor Guillermo del Toro me decía 'pero quién dice que lo real es lo que podemos ver y no lo que tenemos en nuestra mente. Hay gente que lo vive como tal y rellena los huecos que faltan con su imaginación'. Creo que el cine fantástico refleja todo eso que tenemos en nuestra cabeza, que es subjetivo pero que produce emociones como si fuera real, que al mismo tiempo da miedo y también alegrías. Todo aquello que vemos y podemos tocar puede tener una forma en la que todos estamos de acuerdo pero aquello que tenemos en nuestra mente es totalmente único.

¿Y el actor lo tiene más difícil o más fácil para enfrentarse a un papel en una cinta de género fantástico?

En estos casos también depende mucho de la dirección y de la historia. El fantástico es un género mucho más rico y te permite mostrar muchas partes de los personajes. Pero todo también depende del momento de tu vida en el que te enfrentas a un papel. El fantástico es muy rico pero al mismo tiempo es conveniente que el director tenga muy clara la línea que quiere darle al personaje porque si no es un desfase.

Y después de haber protagonizado tantos proyectos en su carrera, ¿con qué género se queda?

No te quedas con un género sino con algún proyecto determinado porque has tenido una vivencia paralela y personal diferente o extraordinaria. Eso me pasó con Mar adentro, que fue mi primera película, y después con El Orfanato, que llegó muy poco tiempo después. También tengo clavada en el corazón y forma parte de mi vida El cuaderno de Sara, que en parte también grabé en Tenerife precisamente, por la experiencia que viví en África.

¿Qué es lo que hace tan especial aquel rodaje?

No es lo mismo ir de turismo a África que convivir con la gente de allí. Estuvimos un mes y medio rodando en Uganda y cambiábamos cada día de localización. Solo hubo un lugar en el que nos quedamos más tiempo y después de tres días sentí que llevaba allí toda la vida. Hablando con las mujeres de allí, me di cuenta de que las preocupaciones son las mismas que tenemos en España, les preocupaba la educación de sus hijos, la sanidad? Al final les preocupa que los niños salgan adelante y tener trabajo? Estoy segura de que volveré.