Debo agradecer a las vecinas de mi viejita que la ayudaron a rellenar garbanzas porque, a partir de hoy, los actos del carnaval cogen carrerilla y no paran hasta el día 26. Lo comenté con Toño El Palote, que vino a descargar conmigo su cabreo por el cambio que han hecho este año en el programa de forma que, la Gala de esta noche, sea de los primeros actos a celebrar en lugar del último, antes de que explote la calle, como venía ocurriendo desde hace más de treinta años.

Tuve que tirar de historia para tranquilizar al Palote y decirle que hace años, cuando se hacía en el Guimerá, era el primer acto en celebrarse y después venían los concursos de los grupos; de hecho, los que actuaban eran los ganadores de la edición anterior. Luego vinieron las de la Plaza Toros, Plaza España o Recinto Ferial y se ubicó como el último de los actos queriendo además darle un formato de carta de presentación de todo nuestro carnaval, algo que no siempre ha sido del agrado de los diseñadores quienes piensan, y con razón, que cada modalidad tiene su concurso y que el de hoy, es el de las reinas, y son ellas, y solo ellas, quienes deben ser las auténticas protagonistas.

Sin perder ese horizonte, el director artístico debe montar un espectáculo que suele ser difícil de contentar a todos y Enrique Camacho, quizá junto con Juan Carlos Armas, han sido los que más han entendido esa idea. Una gala corta, dinámica, con protagonismo para las chicas y con una buena actuación estelar, que siempre le da su repercusión, tiene todas las papeletas para triunfar y que mañana, todos podamos decir que fue un espectáculo brillante y que tuvo aroma a Chanel.