Entrevista | Basilio Valladares Premio Canarias deIinvestigación e Innovación

Basilio Valladares: «Si conoces África, te vuelcas en formar y permitir un desarrollo adecuado»

Científico y catedrático de Parasitología Basilio Valladares ( Tacoronte, 1947) se jubiló hace seis años, pero se mantiene unido a la Fundación Canaria para Control de Enfermedades Tropicales, núcleo de muchas de sus investigaciones y entidad que promovió vinculada a las ULL.

Basilio Valladares, Premio Canarias de Investigación e Innovación 2024.

Basilio Valladares, Premio Canarias de Investigación e Innovación 2024. / María Pisaca

¿Cómo recibió su designación como Premio Canarias?

Me dieron la Medalla de Oro de Canarias hace once años. Ahora me propuso la Universidad de La Laguna (ULL) y el Colegio de Farmacéuticos. Me llevé una sorpresa por el hecho de que la ULL me propusiera y me gustó más, porque aquí hay más competencia. Y el Cabildo de Tenerife también intervino. Pero que me lo dieran es ya la repera. Fue una sensación muy agradable, porque, cuando has pasado de todo y miras más lo que has hecho bien, lo que se podía haber hecho, que te reconozcan el esfuerzo es importante. Uno no trabaja para que le den premios, sino para que las cosas salgan bien o haya beneficio para la sociedad. Es una gozada, y más a esta edad. Porque luego vas y te mueres, y después aparece una calle, pero el muerto ni se entera. 

Se jubiló hace seis años, pero ¿en qué está ahora metido?

Principalmente, en la Fundación para el control de enfermedades tropicales, que lleva proyectos para el desarrollo de África, formación para los egresados de las universidades africanas. Intentamos que Canarias y, en particular, la ULL sea el centro del conocimiento del desarrollo africano. Algunos se asustan o molestan con las pateras. El problema de las pateras no se arregla si África no se desarrolla. Les podrás mandar los zapatos, leche o el dinero que quieras, mientras no haya desarrollo y conocimiento, o puedan acudir a un trabajo, la gente va a seguir viniendo. Nosotros formamos gente que ya está, a su vez, formando a otros, que tienen laboratorios. Esa es la parcela nuestra. Otros expertos los están formando en turismo, desarrollo regional, cultura o en biometría. Por ejemplo, hemos llevado paneles solares y unas cabras a una zona en la que no tenían luz ni modo de vivir. 

¿Cómo son las relaciones de Canarias con África y cómo han cambiado?

En los años 80, Canarias no miraba para África; era Europa. Y nuestra política y educación son europeas, pero estamos en África. Hay gente a la que le molesta esa idea. Y para mí no es una deshonra, sino todo lo contrario. África hay que conocerla mejor. Si la conoces, te vuelcas automáticamente en formar y permitir un desarrollo adecuado. Cuando fui por primera vez a Cabo Verde se me pusieron los pelos de punta. Ya hay mayor conciencia de que no se puede maltratar a las mujeres o que hay que escolarizar a los niños, entre otras cosas. 

¿Qué papel ha tenido Canarias en esa evolución?

Canarias ha ayudado mucho. Hay varios hoteles en Isla de Sal que son de capital canario y otras empresas de las Islas trabajando allí. La ULL ha tenido un papel importante en el desarrollo de la Universidad de Cabo Verde. 

Como Campus África.

En una edición de Campus África, hablé con la exministra de Sanidad de Cabo Verde y me dijo que tenía un problema grave que no tenía sentido. Habló de que había una sanidad pobre, pero bien distribuida. Y se le morían los niños de diarrea. Y no sabían por qué. Además, si hubiera sido rotavirus, había vacunas. Se hizo una tesis para ver qué la producía con investigadores de allí, pagada por nosotros, con reactivos, traslado de las personas, estancia aquí... Se les montó la técnica de diagnóstico allí, por biología molecular. Otro problema infantil era de tipo pulmonar y ya se leyó otra tesis para ver qué pasaba. Así, la universidad cada vez tiene más doctores y medios con que trabajar. En 2010 tuvieron un brote de dengue que afectó a 25.000 personas; es decir, al 25% de la población de Praia. Murió un montón de gente. Tardaron más de un mes en saber qué era dengue. Mandaron muestras a Dakar, donde no llegaron bien; las enviaron a Lisboa, donde tampoco llegaron bien, y, al final, se lo diagnosticaron en París, cuando aquí en Canarias se lo podíamos haber resuelto en 24 horas. Ahora no tienen que mandarlas, pues ya tienen las técnicas allí. Nosotros a la gente de África la formamos a través de máster y de tesis. 

En los últimos años han aparecido diversos mosquitos

El primero fue en Fuerteventura y nos asustamos. Domingo Núñez y José Díaz Flores me preguntaron si había visto lo que pasaba en Italia o en Marsella y si se podía montar un sistema de vigilancia. Y dije que sí. Recordé que los mayores especialistas eran Javier Lucientes, en Zaragoza, y Ricardo Molina, en la Universidad Carlos III. Tras proponerles el plan, les envíe a dos investigadoras, que se formaron en el diagnóstico molecular; buscamos dinero, compramos las trampas y empezamos a montar una red de vigilancia con fondos europeos, porque entramos en un proyecto de la UE que pidió Madeira, porque allí había entrado el mosquito y generó un brote de dengue de más de 2.000 personas. Y les chafó el turismo. Con ese dinero se puso el primer escalón. Un día se detectó la pierna hinchada de un señor en Fuerteventura. Tras poner las trampas se confirmó que era Aedes Aegypti (mosquito del dengue). En el sector turístico se vio con malos ojos que se informara a los ciudadanos. En 15 días resolvimos el problema. Se hallaron 27 ejemplares, todos en la misma zona. La entonces ministra de Sanidad dijo, 18 meses después, en La Laguna, que el brote estaba erradicado y que la actuación fue un ejemplo para todos. Aquí se gasta dinero en prevención, en que no entre el mosquito. En la Península se gastan mucho más en controlar la población. 

En los últimos meses ha habido más casos.

Tuvimos en El Toscal (Santa Cruz de Tenerife), que llegó en una planta y no salió del edificio donde se detectó, y en la Vuelta de Los Pájaros, también en la capital santacrucera, donde pensé que era imposible de eliminar, porque hay muchos jardines, y puede viajar en coche o tranvía. Pero no se nos escapó. También pueden entrar en los cruceros que proceden de Madeira. El problema hay que resolverlo en origen, con pintura o trampas, tanto en las estaciones marítimas o en los barcos.