¿Por qué huele tan mal Las Palmas de Gran Canaria? Estos son los motivos

Un nuevo barco 'apestoso' con 15.000 vacas inunda de mal olor Las Palmas de Gran Canaria

Vista panorámica de Las Palmas de Gran Canaria

Vista panorámica de Las Palmas de Gran Canaria / El Día

La presencia simultánea en Las Palmas de Gran Canaria de dos barcos establo con decenas de miles de cabezas de ganado a bordo ha vuelto a llenar de mal olor la ciudad. La peste se extendió incluso hasta los distritos de la capital grancanaria alejados de la costa, impulsada por las condiciones del viento. 

Aunque los buques cumplen con la normativa a la hora de repostar, el recurrente hedor generó múltiples quejas entre la ciudadanía de la capital. De acuerdo con las normas portuarias, los barcos con ganado vivo a bordo deben permanecer fondeados, sin entrar a puerto, hasta el momento en el que comienza el proceso de reportaje, que se suele extender durante varias horas.

Así ha ocurrido desde el domingo con el buque establo Bader III, un viejo conocido de las aguas capitalinas que suele dejar su estela maloliente en la ciudad al menos una vez al año. En esta ocasión procedía de Cartagena de Indias (Colombia) y permaneció fondeado a casi dos kilómetros del litoral a la altura de Lady Harimaguada hasta que el domingo por la noche entró en las aguas interiores del puerto, frente a la Avenida Marítima, para recibir combustible.

Ahí estuvo situado, a menos de un kilómetro del Muelle Deportivo, hasta que la operación de repostaje. A primera hora de la tarde zarpó rumbo al Mediterráneo, aunque su partida no supone el adiós al mal olor, al menos de momento, ya que un segundo buque establo permanece en aguas del Puerto. 

El Ghena llegó al Puerto de La Luz el domingo por la noche, poco después de que el Bader III hiciera su entrada a aguas interiores del Puerto para recibir combustible. Al igual que este barco, es un habitual del recinto de la capital grancanaria que realiza una o dos escalas anuales. 

Hasta el momento, el buque permanece fondeado a algo menos de dos kilómetros de la línea de costa frente al barrio de San Cristóbal, a la espera del permiso para entrar a recibir combustible. Cuando eso ocurra, y en función del régimen de vientos, el hedor procedente del buque volverá a invadir la ciudad.