Nunca ha pensado en jubilarse y por eso a sus 84 años continúa regentando su puesto de flores y plantas en el Mercado Nuestra Señora de África de Santa Cruz de Tenerife. Teodomira Tejera Ramos, más conocida como Nena, lleva vinculada a la Recova desde que tenía diez años, cuando comenzó a trabajar vendiendo en uno de los quioscos, y espera continuar allí hasta el final de sus días o al menos hasta que la salud se lo permita. “No he parado porque me da vida”, confiesa y asegura que no quiere renunciar a pasar las mañanas atendiendo a sus clientes. “He visto gente como yo, que al final se ha jubilado, y al poco tiempo se mueren, así que yo me voy a mantener aquí por si acaso”, bromea.

Esta mujer, que nació en Tacoronte pero que ahora vive con uno de sus hijos en el municipio de Candelaria, no entiende que muchas personas con “solo 65 años” renuncien a continuar activas y, por eso, les aconseja “que al menos vayan a plantar papas a un terreno prestado” porque si no, está segura de que “se van a morir antes de lo que deben”.

A Nena no deja de sorprenderle como “personas más jóvenes que yo, a los que no les ha pasado nada, se ven encogidas o en silla de ruedas”. Ella achaca su fortaleza a haber continuado desarrollando la actividad que desde hace siete décadas realiza en la Recova. Por eso, cada mañana se levanta temprano y espera a que uno de sus hijos la recoja para llevarla al mercado. Allí abre su puesto en el que a lo largo de toda la mañana no para de detenerse gente que busca las mejores plantas. Nena sabe todos los secretos de este sector y cuenta con clientes asiduos que se surten de su conocimiento para llevarse a casa los mejores ejemplares. “Mis clientes confían en mi, yo se lo que compro y lo que no, por eso no me gusta traer cosas feas, aunque me las regalen”, explica.

Todavía no se ha parado a pensar lo que ocurrirá con su puesto una vez que no pueda seguir sacándolo adelante. “Tengo la mente muy bien y la lengua también para charlar con todo el que venga”, recalca.

Por eso, no quiere adelantar acontecimientos. “Cuando llegue el momento ya veré que hago”, comenta, pero apunta que probablemente “tendré que traspasarlo”, ya que no ve a ninguno de sus cinco hijos interesado en seguir con el negocio.

Lo que gana con su puesto en el mercado le basta y le sobra para mantenerse y no necesita la ayuda de sus hijos, “más bien les echo una mano yo a ellos, que tienen más gastos”, ya que Nena, como tantas abuelas, no puede dejar que a su familia le falte de nada en estos momentos difíciles.

Su único deseo es poder pasar los últimos años de su vida “trabajando” rodeada de sus plantas y sus flores y señala que le gustaría seguir viviendo en su casa, ya que recalca que “antes de ir a una residencia me tiro por un puente”.