Moussa llegó en cayuco a Tenerife el 13 de octubre y tres meses después fue llevado “engañado” al Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Hoya Fría, desde el que teme ser repatriado a su país, Senegal, del que huyó por miedo a la muerte y al que, “por su supuesto”, no quiere volver, pero tampoco tiene elección. Hoy está previsto que se reactiven los vuelos de repatriación a ese país, tal y como adelantó el Ministerio de Migración. El primero debe salir desde Madrid con escala en Tenerife y destino en Dakar, pero tanto la Delegación del Gobierno en Canarias como el Ministerio de Interior rechazan ofrecer datos al respecto de si esos planes se mantienen.

Desde su celda en esta “terrible cárcel” en la que no acaba de entender por qué está, Moussa, soltero de 25 años, cuenta a través del móvil, su único contacto con el exterior, y bajo un nombre que en realidad no es el suyo, cómo se siente ante la posibilidad de ser repatriado.

Al igual que los otras 44 personas de origen senegalés que hay en Hoya Fría, uno de los dos centros de estas características que hay en Canarias junto con el de Barranco Seco, Moussa tiene miedo de estar en la lista de pasajeros de ese primer avión hacia Senegal. “Todo el mundo aquí dentro nos habla de que seremos repatriados pronto”, lamenta Moussa, quien admite que todos están muy preocupados con este “rumor”, pues todavía nadie les ha confirmado de forma oficial que serán devueltos a su país.

“Quiero saber si es o no verdad”, afirma el joven, que lleva 43 días en el CIE, todavía dentro del límite legal de 60 días a partir del cual tendrían obligatoriamente que ponerlo en libertad.

Pese a que las jornadas en el CIE se hacen eternas y cada vez le resulta más insoportable estar allí sin hacer nada, Moussa aún no ha perdido la ilusión de poder quedarse en España a trabajar de pescador, su oficio, o de cualquier otra cosa que le permita sobrevivir. Su ilusión está puesta en el recurso de apelación que quiere tramitar después de haber conocido que su solicitud de asilo no ha sido aceptada.

El joven relata que si vuelve a Senegal su vida correría peligro, pues su padre, tras el reciente fallecimiento de su madre, le ha amenazado de muerte para que deje de ser cristiano y se convierta como él al Islam. “Abandonar el cristianismo sería una falta de respeto total a mi madre”, asevera el joven, quien, antes de viajar a Canarias, tuvo que dejar toda su vida en la ciudad de M’Bour para irse a Casamance, al sur del país, donde la mayoría de la población es cristiana, y así pudo alejarse de su padre y sus amenazas.

Sin embargo, esta distancia no fue suficiente, motivo por el que decidió arriesgar la vida y subirse en un cayuco, en el que llegó a Tenerife con otras 66 personas, a pesar de “un viento terrible y un mar muy malo”.

Su abogado, al que tan solo ha visto una vez y del que confiesa que no se fía ni tampoco entiende, le ha dicho que no puede ser repatriado hasta que resuelva su petición de asilo. Ahí queda su última esperanza para no ser devuelto y poder salir de esta “terrible cárcel”, en la que “jamás” pensó que acabaría. “Aquí no puedo hacer nada”, se queja Moussa, quien denuncia que a Hoya Fría lo llevaron “engañado” desde un hotel de Tenerife.