En una Canarias acostumbrada durante las últimas décadas a que ganara quien ganara las elecciones gobernaba Coalición Canaria (CC), el PSOE ha vivido mucho tiempo sometido al temor de que, por amplia que fuera su victoria, los nacionalistas siempre podrían pactar con otro y dejarles fuera.

"Como le pasó a Juan Fernando López Aguilar", es la frase a la que suele recurrirse cada vez que sale el tema para explicar ese precedente, que se ha constituido en todo un síndrome.

Ocurrió en 2007, cuando el secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, apostó fuerte por conseguir el Gobierno de Canarias presentando a Juan Fernando López Aguilar, el ministro de Justicia bajo cuyo mandato se habían impulsado dos de las leyes de referencia de los socialistas: la de Violencia de Género y la reforma del Código Civil que reconocía el matrimonio homosexual.

En un momento electoral dulce para el PSOE en toda España, el político grancanario consiguió en las autonómicas de aquel año 26 diputados (de 60) para su partido en las islas, un resultado solo superado por el de Jerónimo Saavedra en el estreno de la autonomía en 1983 (27 diputados y la Presidencia).

López Aguilar intentó cortar el nudo gordiano de CC y su exigencia de seguir presidiendo Canarias fuera quien fuera su socio... y perdió el Gobierno. Paulino Rivero (CC) pactó rápidamente con José Manuel Soria (PP) y las aspiraciones de los socialistas de volver a gobernar Canarias se hundieron en la orilla.

El PSOE le devolvió la moneda a Soria en 2011 con un pacto que hacía de nuevo presidente a Rivero, pese a la victoria del PP, y en el tablero político quedó instalada la máxima de que, por mal que se le pongan las cosas, Coalición Canaria negocia como nadie.

El nuevo candidato socialista, Ángel Víctor Torres, ha desafiado ese paradigma en las últimas semanas, empujado, como López Aguilar, por una ola electoral favorable al PSOE en toda España, como se vio en las generales de abril y las autonómicas de mayo.

Los 25 diputados (de 70) que consiguió Torres se acercan a los 26 de López Aguilar de 2007, pero con una gran diferencia: esta vez el pacto ya no era cosa de dos frente a uno, sino que la fragmentación del Parlamento canario obligaba a explorar acuerdos a cuatro bandas.

En ese escenario político, el PSOE confiaba en cerrar la misma alianza que le ha permitido gobernar los últimos cuatro años el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria (con Nueva Canarias y Podemos), pero el desplome del partido morado (de 7 a 4 diputados) le complicó las cosas e introdujo una cuarta variable en la ecuación, la Agrupación Socialista Gomera y sus tres escaños.

Este partido, que fue clave para que Fernando Clavijo pudiera gobernar casi tres años en minoría, con 18 diputados de 60, era muy reticente a pactar con Podemos, y sus reparos (además de sus conversaciones también con CC) han ralentizado las negociaciones.

Lo suficiente para que el PP avanzara en su estrategia alternativa de pactar gobiernos locales con el PSOE, en una seria amenaza a CC. Tan seria, que los nacionalistas respondieron con una oferta sin precedentes: conformar un gobierno con presidente del PP.

Torres comenzó esta semana con las mejores perspectivas de convertirse en el nuevo presidente de Canarias, pero la oferta que el martes llevó en persona Fernando Clavijo a Madrid al líder del PP, Pablo Casado, lo ha cambiado todo.

Sus probabilidades 48 horas más tarde son muy escasas y se fían a que los gomeros digan no a CC.

Con un resultado histórico en su pasado inmediato, el PSOE se enfrenta de nuevo al "síndrome de López Aguilar": ganar con amplitud y que las opciones de su candidato se desvanezcan a última hora.

Cuando Asier Antona dijo la semana pasada que el PP no descartaba nada, ni siquiera presidir el Gobierno con sus once diputados, pocos lo tomaron en serio. Menos el secretario general de CC, José Miguel Barragán, que el viernes ya adelantó que los nacionalistas estaban dispuestos a sopesar otro candidato que no fuera Clavijo y ha aprovechado el tren del PP para sacudirse una pinza que les dejaba sin Gobierno de Canarias, cabildos ni ayuntamientos importantes.

Y el PSOE puede quedar doblemente herido: sin el Gobierno progresista que trató de construir y con una crisis de confianza con su aliado Nueva Canarias, por los pactos que los socialistas cerraron con el PP en ayuntamientos claves para esa fuerza nacionalista y sus críticas al presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales.