La nueva lista autonómica que se aplicó en las pasadas elecciones del 26 de mayo redujo la desproporcionalidad y la desigualdad del voto de los canarios, según los indicadores que utilizan los expertos para analizar los sistemas electorales. A la luz de los resultados de los comicios, y en un análisis comparado con el anterior sistema, Canarias ha mejorado en el desequilibrio del valor del voto entre las islas y en la traslación de la voluntad de los votantes a los escaños que logran los partidos en el Parlamento. Sin embargo, los indicadores aplicados reflejan unas mejoras aún insuficientes tanto en la igualdad como en la proporcionalidad.

El índice de Gallagher mide la desproporción relativa entre los votos recibidos y los escaños obtenidos. En los comicios autonómicos de 2015 la desproporcionalidad en Canarias fue de 10,95, mientras que en 2019 bajó a 8 puntos, es decir, ha habido una caída cercana a los tres puntos, lo que indica que hay un ligera mejora de este indicador. Sin embargo, el promedio histórico de Canarias se sitúa en 7,32 puntos, que es la desproporción más elevada de España.

El Archipiélago ha dejado de tener el dudoso honor de contar con el sistema electoral más desproporcionado de todas las comunidades autónomas, ya que ahora es Castilla-La Mancha tras la modificación realizada cuando el PP gobernó la región manchega.

Otra característica que ha lastrado el sistema electoral de las Islas es la desigualdad en el voto, lo que se ha traducido en una sobrerepresentación de las islas no capitalinas, con especial hincapié en las menos pobladas. El indicador que mide este parámetro se denomina malapportionment, que hace referencia al desequilibrio representativo en el prorrateo de escaños entre circunscripciones. En los comicios de 2015 este indicador fue del 32,8, mientras que el pasado 26M fue del 28,87. Se trata de una puntuación aún muy elevada tanto a nivel nacional como mundial, pero ya indica un ligero cambio de tendencia.

Llevando este indicador al terreno concreto, en las elecciones de hace cuatro años la máxima desigualdad del voto se alcanzó entre los electores del Hierro y de Tenerife, con una diferencia de 17 a 1. En estos últimos comicios esta brecha se redujo de 13,5 a 1.

La tercera característica que ha condicionado siempre al sistema electoral canario es el excesivo número de votos que se desperdician y que no tienen después reflejo en la representación parlamentaria, debido a las elevadas barreras electorales que había. Con la bajada de los topes por islas -del 30% al 15% a nivel insular y del 6% al 4% a nivel regional- los sufragios desperdiciados han descendido de forma notable. En 2015 cerca de 150.000 votos no sirvieron para nada -147.451-, lo que supuso más del 15% de los votos emitidos en la cita electoral de hace cuatro años. En estos comicios los votos desechados son unos 60.000 y el porcentaje sobre el 7%, es decir, se ha reducido a la mitad, lo que supone más de 90.000 votos que sí han servido para tener representación.

Beneficiados y perjudicados

En cuanto al comportamiento del nuevo sistema electoral con los principales partidos canarios, los más beneficiados del mismo han sido el PSOE, Coalición Canaria y la Agrupación Socialista Gomera (ASG), con unos porcentajes de entre el 6 y el 4% de incremento entre los votos y los escaños obtenidos. El beneficio del PP ha sido muy pequeño. Por contra, las formaciones más perjudicadas han sido Ciudadanos, Podemos y Nueva Canarias (NC), con penalizaciones de entre el 4% y el 2% de pérdida de peso electoral.

Tras estas elecciones Canarias se sitúa como la tercera comunidad autónoma con su Parlamento más fragmentado, después del País Vasco y Navarra. Las Islas cuentan con un complejo sistema de partidos ya que los hay estatales, nacionalistas e insularistas. Con el nuevo sistema electoral ha entrado una fuerza más en la Cámara -Ciudadanos- que ya se preveía, por lo que la lista regional y la reducción de barreras tampoco han supuesto un incremento sustancial de la fragmentación política sobre lo que ya había de 2015. De hecho este indicado ha disminuido ligeramente del 5,39 hace cuatro años al 4,64 de estos comicios.

El politólogo Carlos Fernández Esquer considera que los indicadores que miden de forma objetiva los principales condicionantes del sistema electoral demuestran que la reforma acordada en el nuevo Estatuto de Autonomía sigue siendo "modesta" a la hora de reducir la desigualdad y la desproporcionalidad. Una de las cuestiones esenciales para que estos dos factores disminuyan es que se incrementen los componentes de la circunscripción autonómica y disminuya el peso de las circunscripciones insulares.

Una de las principales líneas rojas que se establecieron en el debate de la reforma electoral fue no quitar ningún diputado de cada isla, de tal forma que se partió de 60 diputados y por eso se añadieron nueve más al asignársele uno más a Fuerteventura. Para que no haya tanta desigualdad en el voto y que se reduzca la desproporcionalidad habría que reducir los parlamentarios por islas y aumentar los candidatos en la lista regional, cuestión compleja y difícil de acordar dado que hay partidos que se oponen rotundamente a entrar en ese debate. El Estatuto de Autonomía prevé que en un plazo máximo de tres años el Parlamento tiene que aprobar lo que sería la primera ley electoral autonómica.