Es fácil verlas en parques y plazas de grandes ciudades españolas, pero aún más escucharlas. Haciendo honor a su nombre, las cotorras se hacen oír hasta por encima del tráfico. Pero además del ruido, comienzan a provocar problemas en los árboles en los que anidan. Porque a las cotorras les gusta vivir en colonias y por eso construyen enormes nidos en las copas de cedros o palmeras. En los años 70 las cotorras argentinas llegaron a España como animales de compañía. Pero por fugas o sueltas voluntarias comenzaron a reproducirse en libertad. En Argentina ya se consideran una plaga.