Pasaron 20 horas sin poder salir de casa y fueron testigos de todo. Hoy los vecinos de la calle Salinas todavía no se creen lo que pasó. Su expareja, insitía en que sólo quería llamar la atención. Pero a las siete menos diez de la tarde, tras veinte horas encerrado, Luis acababa con su vida con un tiro en la cabeza. Nadie se esperaba este trágico final. Los que le conocían aseguran que era una persona muy tranquila. Luis trabajaba en plataformas petrolíferas como vigilante de seguridad, por lo que sabía manejar armas.