Con tan solo año y medio, Ana murió asfixiada por una palomita de maíz. Tras comérsela empezó a toser y sus padres la llevaron a un centro de salud. Le hicieron radiografías, pero la palomita no se veía. Le dejaron en observación y al día siguiente le mandaron a casa. El padre de la menor asegura que a su hija no se le hicieron las pruebas pertinentes y prueba de ello es su fallecimiento. Los padres están convencidos de que la muerte de su hija podría haberse evitado con una broncoscopia. La Consejería de Sanidad investiga ahora cómo una niña pudo morir por una palomita que nadie supo ver ni extraer.