Llevan días gritando "Por favor, dejadnos pasar" o directamente coreando el nombre de la canciller alemana, Ángela Merkel, para que les preste atención. Son los más de 2.000 refugiados que se desesperan en la frontera de Grecia con Macedonia. Están atrapados. Porque al no proceder ni de Siria, ni de Iraq, ni de Afganistán - las tres zonas con conflictos armados a las que la Unión Europea ha decidido dar prioridad - no se les reconoce ningún derecho a continuar su viaje por Europa.