Llueven paraguas en Hong Kong. Los estudiantes se han armado con ellos de nuevo en un ataque sorpresa. Todos a una. Pero frente a ellos alrededor tres mil agentes. Imposible bloquearles el paso por muchas barreras que se pusiesen.E imposible acceder hacia su objetivo: el asalto de varios edificios gubernamentales. Porras y gas pimienta contra precarios escudos. Con la luz del día los agentes despejaban totalmente la zona. Replegaban a los que se resistían. Aunque a veces a más periodistas que manifestantes. Porque aunque todo ha terminado donde comenzó, aseguran seguirán luchando hasta que no consigan unas elecciones libres para 2017.